La siesta de las neuronas
"Si permanecemos despiertos demasiado tiempo, estamos cansados y varios estudios han demostrado que hay lapsus de atención, toma de malas decisiones y fallos frecuentes en pruebas cognitivas, incluso cuando el sujeto no se siente especialmente adormilado", explican los autores del trabajo en las páginas de la revista 'Nature'.
Los estudios muestran que en esos momentos hay cambios en la fisiología cerebral, tal y como refleja el encefalograma y las pruebas de imagen, pero "los cambios en la actividad neuronal apenas se conocen", señalan. Para averiguarlo, implantaron pequeños electrodos en la corteza motora frontal y en la corteza parietal de 11 ratas y monitorizaron la actividad de varios grupos neuronales.
Privando a los roedores del sueño, los investigadores observaron un curioso fenómeno. A pesar de que estaban visiblemente despiertas, algunas de las neuronas de las ratas mostraban patrones de actividad eléctrica característicos del sueño (menor y más síncrona). Incluso dentro de un grupo neuronal medido con el mismo electrodo, algunas células dormían durante unos instantes.
"Esto sucedía en unas pocas neuronas", explica Chiara Cirelli, catedrática de Psiquiatría de la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU). "Por ejemplo, de 20 células monitorizadas en un experimento, 18 se mantuvieron despiertas. Las otras dos mostraban signos de estar dormidas", añade la autora.
Estas pequeñas siestas selectivas eran más frecuentes cuanto más tiempo pasaba el roedor despierto y se asociaron con un aumento en los errores cometidos por los animales en una sencilla prueba (conseguir una bolita de azúcar). "Aunque ésta es la conclusión más especulativa del estudio -subraya un artículo que acompaña al trabajo- los datos obtenidos por los autores proporcionan una base para comprobar esta hipótesis".
Este descubrimiento profundiza un poco más en los misterios del sueño. Este mecanismo podría ser un signo de mala adaptación pero también una evolución positiva, como ya se ha observado en otros animales, por ejemplo las orcas, que descansan un hemisferio cerebral mientras el otro permanece activo para poder mantenerse a flote.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/04/27/neurociencia/1303911844.html
Los estudios muestran que en esos momentos hay cambios en la fisiología cerebral, tal y como refleja el encefalograma y las pruebas de imagen, pero "los cambios en la actividad neuronal apenas se conocen", señalan. Para averiguarlo, implantaron pequeños electrodos en la corteza motora frontal y en la corteza parietal de 11 ratas y monitorizaron la actividad de varios grupos neuronales.
Privando a los roedores del sueño, los investigadores observaron un curioso fenómeno. A pesar de que estaban visiblemente despiertas, algunas de las neuronas de las ratas mostraban patrones de actividad eléctrica característicos del sueño (menor y más síncrona). Incluso dentro de un grupo neuronal medido con el mismo electrodo, algunas células dormían durante unos instantes.
"Esto sucedía en unas pocas neuronas", explica Chiara Cirelli, catedrática de Psiquiatría de la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU). "Por ejemplo, de 20 células monitorizadas en un experimento, 18 se mantuvieron despiertas. Las otras dos mostraban signos de estar dormidas", añade la autora.
Estas pequeñas siestas selectivas eran más frecuentes cuanto más tiempo pasaba el roedor despierto y se asociaron con un aumento en los errores cometidos por los animales en una sencilla prueba (conseguir una bolita de azúcar). "Aunque ésta es la conclusión más especulativa del estudio -subraya un artículo que acompaña al trabajo- los datos obtenidos por los autores proporcionan una base para comprobar esta hipótesis".
Este descubrimiento profundiza un poco más en los misterios del sueño. Este mecanismo podría ser un signo de mala adaptación pero también una evolución positiva, como ya se ha observado en otros animales, por ejemplo las orcas, que descansan un hemisferio cerebral mientras el otro permanece activo para poder mantenerse a flote.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/04/27/neurociencia/1303911844.html
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