El 'videojuego' de la intubación
Desde que en 1854 el profesor de canto Manuel García inventara el laringoscopio tras mirarse en el espejo de unos escaparates y darse cuenta de que podía combinar pequeños espejos para observar sus propias cuerdas vocales, esta invención no ha parado de evolucionar.
Compuesto por una hoja que permite separar la lengua de la epiglotis y una pequeña linterna, este aparato tiene diferentes formas dependiendo de las características del paciente y se utiliza normalmente para facilitar la intubación endotraqueal que permite mantener la ventilación del paciente bajo anestesia general.
El doctor Thomas M. Hemmerling, profesor de la Universidad McGill (Montreal, Canadá), ha dado una vuelta de tuerca más a este antiguo invento para crear el sistema de intubación Kepler. Un ingenio mecánico cuyo objetivo es "facilitar el procedimiento de esta práctica en el quirófano y reducir algunas complicaciones asociadas con el manejo de las vías respiratorias", tal y como aseguran los creadores de este invento.
Y es que algunas de las patologías que pueden complicar el control de la vía aérea suelen ser malformaciones craneofaciales, alteraciones postquirúrgicas de la cabeza y el cuello, traumatismos maxilofaciales, sospecha o evidencia de lesión de la columna cervical e, incluso, también es importante el tamaño relativo entre la lengua y la cavidad faríngea.
En concreto, la ventaja que ofrece este dispositivo consiste en un vídeo-laringoscopio robóticamente unido y controlado por un 'joystick' con el que, según los autores "insertaría con precisión, a distancia y sin esfuerzo físico el tubo endotraqueal que se utiliza durante la anestesia local". Además, la principal ventaja de este sistema es que "las dificultades que pueden surgir a la hora de intubar suelen aparecer por las propias características del paciente, pero no hay duda de que también existen diferencias individuales en las habilidades del médico que puede influir en el desempeño de la gestión de la vía aérea; un riesgo que se reduce con este invento", afirma el Dr. Hemmerling.
Sin embargo, ¿hasta qué punto es este invento novedoso? Según comenta a ELMUNDO.es Rocío Díez Munar, jefa de la Unidad de Anestesología del Hospital Quirón de Madrid, "los vídeo-laringoscopios ya se utilizan en Europa; aquí, la única novedad es que se ensambla a una palanca de mando".
Tras haber probado el intubador Kepler en diferentes maniquíes "que respondían como un ser humano", según comenta el equipo del doctor Hemmerling, llegó la hora de la verdad. A principios del pasado mes se utilizaba por primera vez en una operación real y el resultado fue "completamente satisfactorio".
"Puede ser un invento muy útil en EEUU y para aquellos médicos no especialistas, que no son anestesistas", explica Díez Munar. "Pero aquí, en Europa, es inconcebible que no haya un anestesista por quirófano que esté bien capacitado para hacer frente a esas dificultades", asegura. "Así, como mucho, habría que investigar en la mejora cada vez mayor de los laringoscopios de vídeo y los de fibra óptica".
Por otra parte, Díez Munar encuentra otro problema a este invento mecánico: el coste. "Implantar este tipo de robots en cada quirófano saldría muy caro y ahora precisamente lo que se busca es abaratar costes, por lo que no creo que tenga mucha salida en los hospitales europeos", concluye.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/05/13/tecnologiamedica/1305303393.html
Compuesto por una hoja que permite separar la lengua de la epiglotis y una pequeña linterna, este aparato tiene diferentes formas dependiendo de las características del paciente y se utiliza normalmente para facilitar la intubación endotraqueal que permite mantener la ventilación del paciente bajo anestesia general.
El doctor Thomas M. Hemmerling, profesor de la Universidad McGill (Montreal, Canadá), ha dado una vuelta de tuerca más a este antiguo invento para crear el sistema de intubación Kepler. Un ingenio mecánico cuyo objetivo es "facilitar el procedimiento de esta práctica en el quirófano y reducir algunas complicaciones asociadas con el manejo de las vías respiratorias", tal y como aseguran los creadores de este invento.
Y es que algunas de las patologías que pueden complicar el control de la vía aérea suelen ser malformaciones craneofaciales, alteraciones postquirúrgicas de la cabeza y el cuello, traumatismos maxilofaciales, sospecha o evidencia de lesión de la columna cervical e, incluso, también es importante el tamaño relativo entre la lengua y la cavidad faríngea.
En concreto, la ventaja que ofrece este dispositivo consiste en un vídeo-laringoscopio robóticamente unido y controlado por un 'joystick' con el que, según los autores "insertaría con precisión, a distancia y sin esfuerzo físico el tubo endotraqueal que se utiliza durante la anestesia local". Además, la principal ventaja de este sistema es que "las dificultades que pueden surgir a la hora de intubar suelen aparecer por las propias características del paciente, pero no hay duda de que también existen diferencias individuales en las habilidades del médico que puede influir en el desempeño de la gestión de la vía aérea; un riesgo que se reduce con este invento", afirma el Dr. Hemmerling.
Sin embargo, ¿hasta qué punto es este invento novedoso? Según comenta a ELMUNDO.es Rocío Díez Munar, jefa de la Unidad de Anestesología del Hospital Quirón de Madrid, "los vídeo-laringoscopios ya se utilizan en Europa; aquí, la única novedad es que se ensambla a una palanca de mando".
Tras haber probado el intubador Kepler en diferentes maniquíes "que respondían como un ser humano", según comenta el equipo del doctor Hemmerling, llegó la hora de la verdad. A principios del pasado mes se utilizaba por primera vez en una operación real y el resultado fue "completamente satisfactorio".
"Puede ser un invento muy útil en EEUU y para aquellos médicos no especialistas, que no son anestesistas", explica Díez Munar. "Pero aquí, en Europa, es inconcebible que no haya un anestesista por quirófano que esté bien capacitado para hacer frente a esas dificultades", asegura. "Así, como mucho, habría que investigar en la mejora cada vez mayor de los laringoscopios de vídeo y los de fibra óptica".
Por otra parte, Díez Munar encuentra otro problema a este invento mecánico: el coste. "Implantar este tipo de robots en cada quirófano saldría muy caro y ahora precisamente lo que se busca es abaratar costes, por lo que no creo que tenga mucha salida en los hospitales europeos", concluye.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/05/13/tecnologiamedica/1305303393.html
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