Otro Príncipe de Asturias para la Neurobiología
Por segundo año consecutivo, el Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica recae en el campo de la neurobiología. El jurado ha otorgado el premio al estadounidense Joseph Altman, el mexicano Arturo Álvarez-Buylla y el italiano Giacomo Rizzolatti por sus trabajos en aspectos muy distintos del sistema nervioso.
Al galardón de Investigación, el cuarto de los ocho que se fallan anualmente, optaban 41 candidaturas y está dotado con 50.000 euros y la escultura creada y donada expresamente por Joan Miró para estos galardones, que se entregarán en otoño en Oviedo.
En la pasada edición, tres referentes de la neurobiología del dolor recibieron el galardón. La labor de David Julius, Linda Watkins y Baruch Minke fue distinguida por su contribución al control del dolor crónico.
Altman, que a sus 86 años está retirado, publicó sus hallazgos en la década de los 60, cuando era investigador independiente en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y, después, de la Universidad Purdue (EEUU). En sus estudios, describió la aparición de nuevas neuronas en varias regiones del cerebro.
A pesar de que sus investigaciones aparecieron en las revistas más prestigiosas, como 'Journal of Comparative Neurology', 'Science' y 'Nature', sus descubrimientos fueron completamente ignorados o descartados por no ser considerados importantes durante más de dos décadas.
Las ideas de Altman, demasiado revolucionarias para su tiempo, fueron más allá de la mera constatación de la existencia de neurogénesis en el cerebro adulto. En sus primeros estudios, incluso especuló con la idea de que este fenómeno de formación de nuevas neuronas podrían tener un papel crucial en la memoria y el aprendizaje, una hipótesis que varios trabajos modernos apoyan.
Conocidas desde hace alrededor de 15 años, se consideran fundamentales para el estudio del comportamiento humano. Sin embargo, su descubrimiento fue una completa casualidad. A mediados de los 90, Rizzolatti trabajaba en su laboratorio de la Universidad de Parma (Italia) junto a Leonardo Fogassi y Vittorio Gallese, en un experimento con monos para estudiar el funcionamiento de las neuronas especializadas en el control de los movimientos de la mano.
Los macacos estaban monitorizados para estudiar su actividad cerebral; así, los investigadores podían comprobar qué áreas de su cerebro se 'encendían' cuando los animales realizaban algún movimiento. Lo que Rizzolatti y sus colegas comprobaron con asombro fue que determinadas neuronas también se activaban sin movimiento, simplemente con que los animales vieran a otros congéneres o incluso a los propios investigadores realizar una acción.
Graduado en Medicina con la especialidad de Neurología por la Universidad de Padua (Italia), Rizzolatti ha trabajado principalmente como investigador y profesor de Fisiología Humana en la Universidad de Parma.
Ha sido presidente de la Sociedad Europea de Comportamiento Cerebral y de la Sociedad Italiana de Neurociencia, entre otros organismos, y, desde los 90, colabora estrechamente con el Departamento de Ciencia Computacional y Neurociencia de la Universidad de Southern California (EEUU).
Además del recién concedido Príncipe de Asturias, ha recibido el Premio Golgi en Fisiología, el Premio George Miller que concede la Sociedad de Neurociencia Cognitiva, o el Premio de Medicina Feltrinelli, otorgado por la Accademia del Lincei italiana, que reconoce la labor de las principales figuras científicas del país.
El mexicano Arturo Álvarez-Buylla tiene por sus venas caudales de sangre asturiana. Su abuelo por vía paterna fue el ministro republicano del mismo nombre fusilado en 1937 mientras ejercía como Alto comisionado interino en el protectorado de Marruecos (a cuya memoria hay dedicada incluso una calle en su Oviedo natal). Su abuelo materno, por su parte, fue el jurista Wenceslao Roces, nombrado senador en 1977 tras su vuelta del exilio mexicano.
De hecho, entre la larga lista de reconocimientos a este neurocientífico destacan varios con el sello 'made in Spain', como la cátedra Ramón y Cajal (2007) que concede la Sociedad Española de Neurología (SEN); la Cátedra Santiago Grisolía que otorga la Generalitat Valenciana (2006) y el nombramiento como 'académico correspondiente extranjero' de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; lo que demuestra su fuerte vinculación con España.
Licenciado por la Universidad Autónoma de México (donde su padre se había trasladado después de un breve exilio en Rusia), Álvarez-Buylla pasó por la de Rockefeller (en EEUU) antes de recalar en el año 2000 la Universidad de California San Francisco, donde dirige en la actualidad el Laboratorio de Neurogénesis. Sus descubrimientos han permitido conocer mejor cómo se forman, migran y se diferencian las neuronas en el cerebro joven y adulto; pero también ha dado la clave sobre la regeneración continua de las células cerebrales a lo largo de la vida (algo impensable hasta entonces), lo que abre la posibilidad a futuras terapias 'reparadoras'.
Pero además, Álvarez-Buylla también trabaja en otros terrenos cerebrales como la plasticidad del aprendizaje, las células madre adultas que permiten la regeneración del tejido (cuyo hallazgo se publicó en la revista 'Nature' en el año 2004) o el origen de ciertos tumores que aparecen en el cerebro. Y aunque siempre se ha mostrado cauto en sus declaraciones sobre la aplicación clínica de sus hallazgos, la realidad es que sus trabajos abren la puerta a la posibilidad de que algún día puedan emplearse terapias celulares para el tratamiento de patologías neurológicas como el Alzheimer, la epilepsia o el Parkinson.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/05/25/neurociencia/1306312536.html
Al galardón de Investigación, el cuarto de los ocho que se fallan anualmente, optaban 41 candidaturas y está dotado con 50.000 euros y la escultura creada y donada expresamente por Joan Miró para estos galardones, que se entregarán en otoño en Oviedo.
En la pasada edición, tres referentes de la neurobiología del dolor recibieron el galardón. La labor de David Julius, Linda Watkins y Baruch Minke fue distinguida por su contribución al control del dolor crónico.
Altman y su descubrimiento increíble
Durante un siglo, la comunidad científica estaba convencida de que las neuronas de los mamíferos, al contrario que otras células del cuerpo, eran incapaces de regenerarse. Una vez muertas o dañadas, no se podían sustituir. Pero los trabajos de Joseph Altman, presentados por primera vez en 1962, terminaron con este dogma nacido de las observaciones de científicos como Ramón y Cajal. Joseph Altman. | Neuron Development
A pesar de que sus investigaciones aparecieron en las revistas más prestigiosas, como 'Journal of Comparative Neurology', 'Science' y 'Nature', sus descubrimientos fueron completamente ignorados o descartados por no ser considerados importantes durante más de dos décadas.
Las ideas de Altman, demasiado revolucionarias para su tiempo, fueron más allá de la mera constatación de la existencia de neurogénesis en el cerebro adulto. En sus primeros estudios, incluso especuló con la idea de que este fenómeno de formación de nuevas neuronas podrían tener un papel crucial en la memoria y el aprendizaje, una hipótesis que varios trabajos modernos apoyan.
Giacomo Rizzolatti y las 'neuronas espejo'
Giacomo Rizzolatti (Kiev, Ucrania, 1937) es uno de los padres de las llamadas 'neuronas espejo'. Este tipo de neuronas se activa cuando un individuo observa a otro sujeto realizar una acción. Son la clave de la empatía, ya que su papel es fundamental para entender los sentimientos del prójimo y comprender cuáles son sus intenciones en función de sus gestos. Giacomo Rizzolatti. | Foto: El Mundo
Los macacos estaban monitorizados para estudiar su actividad cerebral; así, los investigadores podían comprobar qué áreas de su cerebro se 'encendían' cuando los animales realizaban algún movimiento. Lo que Rizzolatti y sus colegas comprobaron con asombro fue que determinadas neuronas también se activaban sin movimiento, simplemente con que los animales vieran a otros congéneres o incluso a los propios investigadores realizar una acción.
Graduado en Medicina con la especialidad de Neurología por la Universidad de Padua (Italia), Rizzolatti ha trabajado principalmente como investigador y profesor de Fisiología Humana en la Universidad de Parma.
Ha sido presidente de la Sociedad Europea de Comportamiento Cerebral y de la Sociedad Italiana de Neurociencia, entre otros organismos, y, desde los 90, colabora estrechamente con el Departamento de Ciencia Computacional y Neurociencia de la Universidad de Southern California (EEUU).
Además del recién concedido Príncipe de Asturias, ha recibido el Premio Golgi en Fisiología, el Premio George Miller que concede la Sociedad de Neurociencia Cognitiva, o el Premio de Medicina Feltrinelli, otorgado por la Accademia del Lincei italiana, que reconoce la labor de las principales figuras científicas del país.
Un 'asturiano' hijo de exiliados
Arturo Álvarez-Buylla. | UCSF
De hecho, entre la larga lista de reconocimientos a este neurocientífico destacan varios con el sello 'made in Spain', como la cátedra Ramón y Cajal (2007) que concede la Sociedad Española de Neurología (SEN); la Cátedra Santiago Grisolía que otorga la Generalitat Valenciana (2006) y el nombramiento como 'académico correspondiente extranjero' de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; lo que demuestra su fuerte vinculación con España.
Licenciado por la Universidad Autónoma de México (donde su padre se había trasladado después de un breve exilio en Rusia), Álvarez-Buylla pasó por la de Rockefeller (en EEUU) antes de recalar en el año 2000 la Universidad de California San Francisco, donde dirige en la actualidad el Laboratorio de Neurogénesis. Sus descubrimientos han permitido conocer mejor cómo se forman, migran y se diferencian las neuronas en el cerebro joven y adulto; pero también ha dado la clave sobre la regeneración continua de las células cerebrales a lo largo de la vida (algo impensable hasta entonces), lo que abre la posibilidad a futuras terapias 'reparadoras'.
Pero además, Álvarez-Buylla también trabaja en otros terrenos cerebrales como la plasticidad del aprendizaje, las células madre adultas que permiten la regeneración del tejido (cuyo hallazgo se publicó en la revista 'Nature' en el año 2004) o el origen de ciertos tumores que aparecen en el cerebro. Y aunque siempre se ha mostrado cauto en sus declaraciones sobre la aplicación clínica de sus hallazgos, la realidad es que sus trabajos abren la puerta a la posibilidad de que algún día puedan emplearse terapias celulares para el tratamiento de patologías neurológicas como el Alzheimer, la epilepsia o el Parkinson.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/05/25/neurociencia/1306312536.html
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