DIOS ES AMOR, MEJOR CON HUMOR

domingo, 31 de enero de 2016

A vueltas con la nueva 'cadena perpetua'La joven brasileña narró a los agentes que la disputa con Daniel M. se inició por los presuntos abusos a su hija de 17 meses y él no lo negó

Los siete días más duros para Gabriela


La joven brasileña narró a los agentes que la disputa con Daniel M. se inició por los presuntos abusos a su hija de 17 meses y él no lo negó
Le acusó de abusos sexuales y él no sólo no lo negó, sino que dio a entender que lo había realizado más veces

Hastahace siete días, Gabriela O. era una joven feliz. Como muchas de su generación, a sus 18 años volcaba sus vivencias en Facebook para centenares de amigos aunque, a diferencia de todos ellos, ella presumía con vídeos de una pequeña con la que jugaba y cantaba. Se llamaba Alicia y ambas siempre sonreían juntas. Pero todo se torció para ella la madrugada del domingo al lunes pasado. A las 3.40 horas, su actual pareja, el músico y profesor de saxofon Daniel M., arrojó por la ventana de un primer piso a su hija, de 17 meses, que murió el martes por la gravedad de los politraumatismos que sufrió. También Gabriela resultó herida, aunque ha podido sobrevivir a este nuevo episodio de violencia machista que ha conmocionado Vitoria y los lugares de origen de las víctimas (Hontoria del Pinar, Burgos) y del agresor ahora en prisión provisional (Sevilla).
Aquella noche los vecinos se asomaron sobresaltados a sus balcones de la pequeña calle de la Libertad de Vitoria. Los gritos no les permitían conciliar el sueño. Frente a ellos, en el mirador del primero del portal 14, una pelea que no eran capaces de entender. Un hombre y una mujer estaban enzarzados y ensangretados y él, en última instancia, arrojó a la calle algo que a muchos les pareció un muñeco. No lo era. Era Alicia y durante horas un charco de sangre en el suelo hacía inolvidable para todos la gravedad de lo ocurrido.
La Ertzaintza, alertada por los testigos, irrumpió en la vivienda. Ya era tarde porque Alicia yacía en el suelo, junto al coche rojo de su asesino que se quedó allí aparcado varios días más. Gabriela reveló a las agentes el origen de la pelea: había descubierto a Daniel sobre la niña. Le acusó de abusos sexuales y él no sólo no lo negó, sino que dio a entender que lo había realizado más veces. «Estaba fuera de sí», resumen fuentes policiales.
El viernes, sin embargo, se confirmó lo que se temía. La autopsia no ha sido capaz de probar si Alicia fue o no víctima de una agresión sexual. El detenido, como se ha negado a declarar tanto ante la Policía como ante la juez de Violencia de Género que ha asumido el caso, no se ha ratificado en sus manifestaciones iniciales y Gabriela aún está convaleciente por sus propias lesiones y por la muerte de su hija. Osakidetza, por «humanidad», trasladó a la madre desde Vitoria a la UCI especializada en Pediatría de Cruces para que pasara con Alicia sus últimas horas.
Gabriela nació en Brasil pero desde muy pequeña estaba asentada en España con su madre y una hermana. Concretamente en Hontoria del Pinar, el último pueblo de Burgos antes de llegar a Soria. El pequeño municipio (800 habitantes) ha llorado desconsoladamente lo ocurrido en Vitoria, ciudad con la que la joven no tenía ninguna vinculación. De hecho, nadie en la nutrida comunidad brasileña de la ciudad la conocía, aunque ello no ha impedido que las calles se hayan llenado de muestras de solidaridad por el asesinato de Alicia.
Gabriela llegó a la capital vasca aquella misma noche. La tarde anterior, tras pasar el fin de semana con la familia, su pareja desde el 10 de diciembre la recogió y la llevó hasta Vitoria, donde él trabajaba de profesor de saxofón en el conservatorio. Aparcaron el coche justo frente al portal del piso compartido de Daniel, que cuenta 30 años y era natural del barrio de Vitoria. La sillita para bebés del asiento trasero indicaba que a Alicia también había viajado con ellos.
La prensa local ha dibujado al agresor como tímido y retraído. Tras varios días ingresado en Psiquiatría, ha pasado a prisión provisional vigilada para evitar tanto que sufra un ataque como que se suicide. Una mujer abogada pelea ahora por los derechos que él le arrebató a otras dos, a Alicia y a Gabriela.