Cáncer renal: los pacientes en fase avanzada ya sobreviven hasta dos años
Quizás no sean tantos como los de pulmón o de mama, pero suman 4.000 casos al año y representan un dos por ciento del total de los casos de cáncer en España. Una incidencia que, según los especialistas, ha aumentado de forma progresiva en la ultima década. Pese a su baja frecuencia, los médicos destacan que hasta un 30 por ciento de los casos llega en una fase avanzada (estadios III y IV) y con metástasis. «Existe, sin embargo, una gran mayoría de pacientes que llegan a la consulta en fase localizada del tumor y que los superan, pese a que un 30 por ciento de los mismos recaigan», apunta Aránzazu González de Alba, del Servicio de Oncología Médica, del Hospital Universitario Son Dureta de Palma de Mallorca y portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
Uno de los principales escollos que presenta el riñón es su falta de comunicación. Así lo explica Fernando de Álvaro, jefe de Nefrología del Grupo Hospitales de Madrid: «Este órgano rara vez da síntomas y cuando aparacen las primeras señales, la enfermedad es bastante avanzada. Entre los signos más importantes está la hematuria –sangre en la orina–, dolor lumbar o hinchazón en la zona, además de algún tipo de proceso febril».
En la actualidad, la detección precoz de los casos se debe a la casualidad. «En ocasiones, los pacientes se someten a diferentes pruebas diagnósticas por otros motivos –como ecografías o resonancias– y se detectan las masas anómalas en el riñón y se remite al especialista para un estudio más profundo», expone González de Alba. «El tratamiento de la enfermedad en estadios tempranos sigue siendo la cirugía radical, en este caso, la nefrectomía preferentemente parcial, considerando mantener el mayor porcentaje de función renal posible. De no ser técnicamente posible se recomienda la nefrectomía total. Estos pacientes tienen un 80-90 por ciento de posibilidades de curación a los 5-10 años», asegura Daniel Castellano, presidente del grupo español de tumores genitourinarios.
De hecho, un trabajo de la Universidad de Alberta de Canadá comparaba los resultados que se obtenían con los tipos de cirugía total o parcial. Así el estudio concluía que los pacientes con cáncer de riñón a los que se le había quitado todo el órgano eran más propensos a tener más complicaciones renales y tener un peor estado de salud después de la cirugía, en comparación con los que sólo habían perdido una parte.
Hasta hace cinco años, las posibilidades de sobrevivir de un paciente que llegaba a la consulta con un tumor en estadio III y IV y con metástasis, eran mínimas. «Con la inmunoterapia los afectados apenas llegaban a vivir un año, sólo en un pequeño grupo de los mismos esto era posible. Sin embargo, con la llegada de las terapias diana todo ha cambiado. Hay estudios que registran supervivencias de hasta 26 meses», subraya González de Alba.
En cuanto a la llegada de nuevos fármacos –en la actualidad el botiquín cuenta con seis compuestos–, los expertos coincididen en que permitirán mejorar las expectativas de los pacientes con cáncer de células renales, sin detrimento de su calidad de vida. «Ahora son menos tóxicos por lo que provocan menos efectos secundarios», añade la portavoz de la SEOM.
Revolución
Como explica Joaquím Bellmunt, jefe de la Sección de Tumores Sólidos del Servicio de Oncología Médica del Hospital del Mar en Barcelona y coordinador Instituto Oncológico Teknon, «en este tipo de tumor ha habido una gran revolución con la llegada de los fármacos antiangiogénicos y el aumento de la superviviencia libre de la enfermedad». Bellmunt subraya que en la actualidad hay estudios en marcha que observan la eficacia y la seguridad a la hora de aplicar estos compuestos en los pacientes en los que la patología se solucionaba con cirugía, pero aún así tenían riesgo de recaída.
Sin embargo, uno de los puntos en los que todavía queda mucho por hacer es en la búsqueda de marcadores moleculares predictivos, como ocurre en otras patologías. «Tenemos factores clínicos histiológicos que nos ayudan a determinar qué medicamento conviene administrar a cada paciente para obtener mejores resultados», explica Joan Palou, jefe de Urología Oncológica de la Fundación Puigvert de Barcelona.
Uno de los principales escollos que presenta el riñón es su falta de comunicación. Así lo explica Fernando de Álvaro, jefe de Nefrología del Grupo Hospitales de Madrid: «Este órgano rara vez da síntomas y cuando aparacen las primeras señales, la enfermedad es bastante avanzada. Entre los signos más importantes está la hematuria –sangre en la orina–, dolor lumbar o hinchazón en la zona, además de algún tipo de proceso febril».
En la actualidad, la detección precoz de los casos se debe a la casualidad. «En ocasiones, los pacientes se someten a diferentes pruebas diagnósticas por otros motivos –como ecografías o resonancias– y se detectan las masas anómalas en el riñón y se remite al especialista para un estudio más profundo», expone González de Alba. «El tratamiento de la enfermedad en estadios tempranos sigue siendo la cirugía radical, en este caso, la nefrectomía preferentemente parcial, considerando mantener el mayor porcentaje de función renal posible. De no ser técnicamente posible se recomienda la nefrectomía total. Estos pacientes tienen un 80-90 por ciento de posibilidades de curación a los 5-10 años», asegura Daniel Castellano, presidente del grupo español de tumores genitourinarios.
De hecho, un trabajo de la Universidad de Alberta de Canadá comparaba los resultados que se obtenían con los tipos de cirugía total o parcial. Así el estudio concluía que los pacientes con cáncer de riñón a los que se le había quitado todo el órgano eran más propensos a tener más complicaciones renales y tener un peor estado de salud después de la cirugía, en comparación con los que sólo habían perdido una parte.
Hasta hace cinco años, las posibilidades de sobrevivir de un paciente que llegaba a la consulta con un tumor en estadio III y IV y con metástasis, eran mínimas. «Con la inmunoterapia los afectados apenas llegaban a vivir un año, sólo en un pequeño grupo de los mismos esto era posible. Sin embargo, con la llegada de las terapias diana todo ha cambiado. Hay estudios que registran supervivencias de hasta 26 meses», subraya González de Alba.
En cuanto a la llegada de nuevos fármacos –en la actualidad el botiquín cuenta con seis compuestos–, los expertos coincididen en que permitirán mejorar las expectativas de los pacientes con cáncer de células renales, sin detrimento de su calidad de vida. «Ahora son menos tóxicos por lo que provocan menos efectos secundarios», añade la portavoz de la SEOM.
Revolución
Como explica Joaquím Bellmunt, jefe de la Sección de Tumores Sólidos del Servicio de Oncología Médica del Hospital del Mar en Barcelona y coordinador Instituto Oncológico Teknon, «en este tipo de tumor ha habido una gran revolución con la llegada de los fármacos antiangiogénicos y el aumento de la superviviencia libre de la enfermedad». Bellmunt subraya que en la actualidad hay estudios en marcha que observan la eficacia y la seguridad a la hora de aplicar estos compuestos en los pacientes en los que la patología se solucionaba con cirugía, pero aún así tenían riesgo de recaída.
Sin embargo, uno de los puntos en los que todavía queda mucho por hacer es en la búsqueda de marcadores moleculares predictivos, como ocurre en otras patologías. «Tenemos factores clínicos histiológicos que nos ayudan a determinar qué medicamento conviene administrar a cada paciente para obtener mejores resultados», explica Joan Palou, jefe de Urología Oncológica de la Fundación Puigvert de Barcelona.
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