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domingo, 22 de mayo de 2011

Pedro Cadavas Conocido por sus trasplantes de miembros, el cirujano valenciano abre las puertas de su clínica para hablar de otro que hará historia: el primero doble de piernas del mundo

«Ignorar el dolor ajeno es lo más fácil y lo más común»

Conocido por sus trasplantes de miembros, el cirujano valenciano abre las puertas de su clínica para hablar de otro que hará historia: el primero doble de piernas del mundo
Ficha Personal de Pedro Cadavas

Belén Esteban grita en una gran pantalla de plasma. Su estridencia chirría en el minimalismo de una clínica valenciana. Una veintena de pacientes con lesiones físicas visiblemente graves la ignoran mientras aguardan su turno y miran el reloj: son las siete y media de la tarde de un lunes cualquiera. Observados por extrañas máscaras africanas que decoran la estancia, alguno habla en voz baja del médico al que aguardan. «Él dice que esto parece a Lourdes», bromea. Se refiere a Pedro Cavadas (Valencia, 1965), el galeno que cambió la bata blanca y el lenguaje incomprensible por una cazadora y la cercanía con sus pacientes como lema. Trabajador incansable, rebelde con causa y parco en palabras, sus actos hablan por él: practicó el primer trasplante doble de manos en 2006, el primero de cara en 2009 y ahora está a punto de realizar el primero doble de piernas del mundo. Después de una jornada maratoniana de trabajo, ya entrada la noche, Cavadas tiene aún arrestos para dar una entrevista. ¿Siempre lleva este ritmo? «La verdad es que cada día viene más gente», asiente. La charla comienza bajo la mirada atenta de sus hijas. Ambas sonríen sus rasgos chinos en las fotografías que presiden un despacho que podría ser de un viajero, un deportista, un padre atento o un estudiante que prepara un examen vital. En realidad lo es de todas esas personas, y a la vez, de uno de los cirujanos más punteros de España.
– Usted y su equipo han firmado varios hitos en la cirugía reconstructiva en España. ¿En qué momento vital y profesional se encuentra el doctor Cavadas?
– Yo he cambiado poco; en todo caso, a peor. Intentando trabajar menos, pero sin lograrlo. Quiero seguir desarrollando cosas interesantes en esta especialidad. Hay mucho camino por delante y todavía me divierte trabajar.
– ¿Cómo está el paciente al que trasplantó la cara?
– Muy bien. Volvió a su tierra y hace vida normal.
– Veo que mantiene el contacto con él.
– Por supuesto, ese paciente es para toda la vida. Lo que sé es que está disfrutando de su anonimato. Él quería precisamente eso: sentirse una persona más entre las que pasean por la calle. Y ahora puede hacerlo. Por eso fue el único que no salió en los medios.
– Hace tres años dijo que no era el momento de hacer un trasplante doble de piernas por la excesiva toxicidad de los fármacos. ¿En qué ha cambiado ahora la situación para que esté a punto de ser una realidad?
– La toxicidad es casi la misma. Pero, extrapolando la experiencia que tenemos en reimplantes de miembros, que es homogéneamente buena, el paciente tiene más que ganar que perder. Esa es la única máquina de la verdad.
– ¿Pero se dan otras circunstancias?
– Sí. Ahora veo más claro ser capaz de hacer que el paciente camine con las piernas trasplantadas.
– La ministra de Sanidad anunció que usted haría este trasplante pionero. ¿En qué fase se encuentra?
– El trabajo de los políticos es anunciar cosas; el mío es hacerlas. Anunciarlo es facilísimo. Por el momento, lo que falta es lo más importante: encontrar un donante apropiado. En cuanto lo haya, lo haremos.
– Sería el primero del mundo, pero eso no es una ventaja al no tener referencias. ¿A qué espejo se mira?
– Solo para el que sufra adolescencia tardía y la vanidad le produzca un placer enorme, que no es mi caso, ser el primero es una ventaja. Pero yo ya me curé de eso hace mucho tiempo. Efectivamente, no tienes espejo donde mirarte. Eres tú mismo el que genera la información que puedas utilizar. Es una gran desventaja.
– Sí, siempre ha dicho que no le interesa esa carrera por ser el primero. ¿Pero por qué se da esta circunstancia de forma tan repetida en su carrera?
– Si se trata de una operación que no se había hecho antes, pues… ¿Qué le vamos a hacer? En algunas cosas, quizá sí vaya por delante. Afanarse en ser el primero es un error, aunque hay mucha gente que lo haga. Y siempre que te mueva cualquier otra cosa que no sea mejorar la calidad de vida del paciente, el desastre está servido.
– Sí, pero su nombre siempre destaca. ¿Por qué?
– Pues no sé si soy más valiente. Que he trabajado y estudiado mucho más que otros, sí.
– ¿Cómo se prepara a un paciente para una intervención como la que está a punto de realizarse?
– Lo más importante es darle toda la información que tienes, explicársela bien, para que él tome su decisión. Cuando se trata de una intervención que no se ha hecho nunca, le explicas hasta donde llegas, extrapolando situaciones parecidas, y todo lo que pueda pasar.
– ¿Pero deja que tomen la decisión en solitario?
– El paciente decide siempre, aunque pida consejo. Este depende de lo severo que sea el problema. Si lo es tanto como el caso del que hablamos, la cirugía es razonable.
– ¿Conlleva el trasplante doble de piernas algún proceso de preparación psicológica?
– No.
– ¿No cree que sea necesario?
– A ver... (resopla). A lo mejor resulta imprescindible y no lo estoy haciendo... (Reflexiona y mira al techo). Pero no lo veo así. Con dos entrevistas con un paciente te das cuenta si está sano de la cabeza. Es lo normal después de haber visto a miles. Si hay algún indicio de que no está equilibrado, no le propones esa cirugía. Lo último que quieres es un paciente que se desestabilice a mitad de tratamiento porque eso complica mucho las cosas. Pero preparación médica no hay.
– ¿Y para el médico?
– Mucha. Estudiar mucho para minimizar los riesgos.
– ¿Estudia más que opera?
– En estos momentos trabajo más que estudio. Pero me veo obligado a estudiar como la malquerida, o ¿era la zarzamora? Vamos, quiero decir, por los rincones.
– Se trata de una víctima joven de accidente de tráfico, con las piernas amputadas por encima de las rodillas, que rechaza las prótesis. ¿Qué se puede encontrar después de la operación?
– Buena pregunta. Extrapolando la experiencia anterior que tenemos, sin que sea directamente relacionada, debería ser similar a un trasplante de brazos por encima del codo. Lo que significa que nos encontraríamos con una situación bien manejable.
– ¿Manejable para volver a andar pronto?
– En un año puede estar andando.
– ¿Esta intervención sería una solución excepcional o una esperanza para muchos?
– Es una solución para un tipo de pacientes. Al ser una cirugía que todavía no se ha hecho, vamos a esperar a ver que vaya todo bien para plantearlo en más casos.
– ¿Qué requisitos se tienen que dar en el paciente para ser sometido a una intervención de este tipo?
– Los requisitos son de tipo médico difíciles de explicar (relativos a analísis clínicos, nivel de anticuerpos, etc.). Además, la amputación debe ser de ambas piernas, hay que ser joven y conocer los riesgos.
– ¿Cuánto puede costar una operación así?
– Teniendo en cuenta que todo mi equipo y yo regala su trabajo, al sistema sanitario le costará menos que un trasplante de riñón porque en los trasplantes los sanitarios cobran. Y las consultas de seguimiento las pago yo.
– ¿Por qué? No es lo más común...
– Porque tengo la posibilidad. Cuando uno llega a una edad y está en mi situación, se puede y se debe permitir hacerlo. Quienes no lo hagan se pierden un placer muy grande: regalar. El que no lo haya probado debería.
– ¿Cuándo podría durar la convalecencia?
– Dos semanas ingresado en un hospital, luego la rehabilitación, comenzar a apoyar en unos tres meses. La medicación es para toda la vida. Pero compensa, si no no le propondría estas cirugía. Si lo hiciera para salir yo en la tele, debería dejar esta profesión.
– Veo que insiste. ¿Cree que piensan eso de usted?
– Me importa un rábano lo que piense la gente. Me importa solo la opinión de mis pacientes y mis hijas.
– ¿Es más difícil lograr un donante de miembros?
– Los familiares tienen que autorizarlo específicamente y las reticencias son mayores en el caso de los miembros. Pero los coordinadores de la Organización Nacional de Trasplante son muy buenos profesionales.
– ¿Tardará mucho en encontrar donante de piernas?
– Para este caso sí. El perfil del donante es muy restrictivo, para minimizar los riesgos. Más que características físicas, se trata de encontrar un perfil técnico, que tiene que ver con características clínicas.
– ¿El futuro de la medicina reconstructiva es lo que usted hace?
– En el futuro, los trasplantes no serán la solución porque un tratamiento no puede depender de un fallecido. Como situación intermedia es un mal menor.
– ¿Será entonces…?
– Pues probablemente la tecnología celular, hacer que las células trabajen para nosotros. Pero estamos a muchas décadas de eso. Hay cierto triunfalismo sobre el órgano a la carta, pero creo que faltan muchas décadas para verlo. Yo no creo que lo vea.
– ¿Y su futuro como cirujano?
– No sé si trabajar diez años más y retirarme porque estoy un poco harto. Me iré a África. De todas formas, no tengo planes. No sé aún qué quiero ser de mayor.
– ¿Qué opina de la campaña que hace ahora la ONT para fomentar la donación en vivo?
– La ONT no da puntada sin hilo. Son los tíos más serios que conozco, profesionales que se saben su trabajo y no hacen cosas por hacerlas. Me parece lo lógico. Hay órganos que se prestan a ello y eso agiliza mucho las cosas.
– ¿Donaría usted en vivo?
– A mis hijas sí, para el resto me imagino que no. Creo que ya llevo bastante altruismo en mi carrera. No creo que haga falta que también dé mi riñón.
– ¿Tiene otros retos como cirujano?
– No son retos: es dar soluciones a los pacientes que vienen. Lo cierto es que cada vez llegan casos más enrevesados. Aquí viene el paciente que nadie quiere. Hay una serie de personas que tienden a ser rechazadas en todas partes, pero yo les oigo y les busco soluciones. Ignorar el sufrimiento ajeno es lo más fácil y lo más común.
-Doctor Frankenstein, doctor Milagro… ¿Qué apelativo le molesta más?
– Lo de milagro lo dicen mis pacientes. No me molesta porque sé que lo dicen con cariño. Lo otro me importa bien poco. Yo solo soy alguien que se pone en la piel de los demás y se preocupa de la gente.
– ¿Por qué tiene detractores tan marcados?
– Ladran, luego cabalgamos, amigo Sancho. Lo importante para mí es que mis pacientes regresan diez años después para decirme que les he cambiado la vida.
– Ni sus modos ni sus formas casan con la imagen clásica de un médico. ¿Es aposta?
– Completamente. Quiero ser lo menos parecido posible al arquetipo clásico de cirujano. Como no me gusta, me rebelo.
 

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