'Síndrome de la piel tostada' por culpa de asientos calefactables
Según explican los especialistas, cuando la exposición a este mecanismo de calor es prolongada, pueden salir sarpullidos en los muslos y así lo recogen dos artículos publicados en la revista 'Archives of Dermatology'.
Uno de ellos describe el caso de una mujer de 67 años que desarrolló 'manchas reticuladas marrones', es decir, unas líneas rojas entrecruzadas en la parte posterior de sus muslos. El autor de este escrito, el dermatólogo Brian Adams, de la facultad de Medicina de la Universidad de Cincinnati (Ohio, EEUU), explica que el patrón de estas marcas coincidía con las zonas de su cuerpo que estaban en contacto con el asiento. Además, las imágenes mostraron que extremidad izquierda, que era la que estaba más fija al tapizado, presentaba mayor decoloración que la derecha (utilizada para pisar los pedales).
A lo largo del invierno, la señora encendió el calienta-asientos en 130 viajes durante 45 minutos y en otros 10 viajes durante dos horas. Lo que ocurre, según Jennifer Stein, profesora de Dermatología del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York, es que "a veces la gente no relaciona estas señales con el sistema de calentimiento del asiento".
El segundo artículo se refiere a una mujer de 40 años que utilizaba el asiento calefactable una hora cada día durante cuatro meses. También acudió al médico al observarse manchas similares en los muslos.
Aunque no es muy frecuente y tampoco grave, puntualiza el doctor Adams, se recomienda "evitar un excesivo contacto de la piel con este sistema de calentamiento". De forma aislada, se han registrado algunos casos de quemaduras por culpa de este mecanismo de calor.
Produce lo que se conoce como 'eritema ab igne' ('inflamación por fuego'), también llamado 'cabrillas' o, en el mundo anglosajón, 'síndrome de la piel tostada'. Ocurre con la exposición al calor, ya sea a través de los asientos calefactables o actos actos tan cotidianos como el simple hecho de pasar un rato con el ordenador sobre los muslos.
Como demuestran los ejemplos de los artículos publicados en 'Archives of Dermatology', la piel se enrojece desarrolla un patrón de manchas irregulares. Por lo general, la condición es benigna, pero el enrojecimiento de la piel puede ser permanente. En casos extremos pueden quedar cicatrices con tendencia a ulcerarse que habría que vigilar para que no se conviertan en un carcinoma (un tipo de tumor).
También se han publicado trabajos sobre otras situaciones parecidas derivadas del uso del ordenador sobre los muslos. Los médicos autores se dieron cuenta de que, al microscopio, los daños causados por el calor en la piel son parecidos a los que provocan las quemaduras solares.
El tratamiento, señala Adams, es sencillo. Basta con evitar la fuente de calor y, "con el tiempo, la piel tostada desaparece, aunque la decoloración puede durar meses".
Tradicionalmente, recuerda Stein, antes la gente sufría estos sarpullidos por sentarse demasiado cerca de fuego. Esta clase de eritemas afectaban a trabajadores expuestos a fuentes de calor, como panaderos o sopladores de cristal, o bien a personas que usaban estufas o braseros en casa cerca de las piernas.
Ahora, este síndrome ha comenzado a afectar a las personas que usan mucho tiempo el ordenador sobre los muslos o, como señalan los dos últimos trabajos del 'Archives of Dermatology', aquellos que utilizan en exceso los asientos calefactables.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/02/28/pielsana/1330452835.html
Uno de ellos describe el caso de una mujer de 67 años que desarrolló 'manchas reticuladas marrones', es decir, unas líneas rojas entrecruzadas en la parte posterior de sus muslos. El autor de este escrito, el dermatólogo Brian Adams, de la facultad de Medicina de la Universidad de Cincinnati (Ohio, EEUU), explica que el patrón de estas marcas coincidía con las zonas de su cuerpo que estaban en contacto con el asiento. Además, las imágenes mostraron que extremidad izquierda, que era la que estaba más fija al tapizado, presentaba mayor decoloración que la derecha (utilizada para pisar los pedales).
A lo largo del invierno, la señora encendió el calienta-asientos en 130 viajes durante 45 minutos y en otros 10 viajes durante dos horas. Lo que ocurre, según Jennifer Stein, profesora de Dermatología del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York, es que "a veces la gente no relaciona estas señales con el sistema de calentimiento del asiento".
El segundo artículo se refiere a una mujer de 40 años que utilizaba el asiento calefactable una hora cada día durante cuatro meses. También acudió al médico al observarse manchas similares en los muslos.
Aunque no es muy frecuente y tampoco grave, puntualiza el doctor Adams, se recomienda "evitar un excesivo contacto de la piel con este sistema de calentamiento". De forma aislada, se han registrado algunos casos de quemaduras por culpa de este mecanismo de calor.
Produce lo que se conoce como 'eritema ab igne' ('inflamación por fuego'), también llamado 'cabrillas' o, en el mundo anglosajón, 'síndrome de la piel tostada'. Ocurre con la exposición al calor, ya sea a través de los asientos calefactables o actos actos tan cotidianos como el simple hecho de pasar un rato con el ordenador sobre los muslos.
Como demuestran los ejemplos de los artículos publicados en 'Archives of Dermatology', la piel se enrojece desarrolla un patrón de manchas irregulares. Por lo general, la condición es benigna, pero el enrojecimiento de la piel puede ser permanente. En casos extremos pueden quedar cicatrices con tendencia a ulcerarse que habría que vigilar para que no se conviertan en un carcinoma (un tipo de tumor).
También se han publicado trabajos sobre otras situaciones parecidas derivadas del uso del ordenador sobre los muslos. Los médicos autores se dieron cuenta de que, al microscopio, los daños causados por el calor en la piel son parecidos a los que provocan las quemaduras solares.
El tratamiento, señala Adams, es sencillo. Basta con evitar la fuente de calor y, "con el tiempo, la piel tostada desaparece, aunque la decoloración puede durar meses".
Tradicionalmente, recuerda Stein, antes la gente sufría estos sarpullidos por sentarse demasiado cerca de fuego. Esta clase de eritemas afectaban a trabajadores expuestos a fuentes de calor, como panaderos o sopladores de cristal, o bien a personas que usaban estufas o braseros en casa cerca de las piernas.
Ahora, este síndrome ha comenzado a afectar a las personas que usan mucho tiempo el ordenador sobre los muslos o, como señalan los dos últimos trabajos del 'Archives of Dermatology', aquellos que utilizan en exceso los asientos calefactables.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/02/28/pielsana/1330452835.html
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