Síndrome de Dravet
El síndrome de Dravet (SD) es una encefalopatía epiléptica refractaria que se manifiesta en niños, por lo demás, sanos. Su incidencia ha sido estimada entre 1 de 20.000 y 1 de 40.000. El SD es más frecuente en varones que en mujeres (en una proporción de 2:1). La enfermedad aparece durante el primer año de vida con convulsiones clónicas o tónico-clónicas generalizadas y unilaterales. Los ataques se producen cada 1 o 2 meses y, generalmente, al principio van asociados a fiebre. Con frecuencia sufren un estado de mal epiléptico hemiclónico o generalizado. Durante el segundo y el tercer año de vida aparecen otros tipos de ataques (generalmente mioclonías, ausencias atípicas y crisis parciales complejas), cuya duración disminuye pero su frecuencia aumenta. Pueden desencadenarlos el cierre de los ojos o la estimulación con luz intermitente (IPS). El curso de la enfermedad se caracteriza por enlentecimiento del desarrollo psicomotor y aparición de trastornos de conducta y ataxia. También se ha observado fotosensibilidad. Al menos el 25 % de los pacientes con síndrome de Dravet tienen historia familiar de convulsiones febriles o epilepsia. El SD se ha asociado con mutaciones en el gen SCN1A (2q24.3) que codifica un canal de sodio dependiente de voltaje. Estas mutaciones están implicadas en, al menos, dos tercios de los casos de DS y por lo general se producen de novo. El diagnóstico de la SD se basa en el cuadro clínico: la identificación de mutaciones SCN1A no confirma el diagnóstico. Durante la etapa temprana de la enfermedad, el EEG es normal, pero a partir de los 2-3 años de edad aparecen anomalías (puntas y polipuntas-ondas generalizadas). La asociación de crisis convulsivas de comienzo precoz con episodios febriles también puede ayudar a orientar el diagnóstico. Se ha descrito también una variante del SD (epilepsia mioclónica infantil límite o SMEB) que presenta todas las manifestaciones clínicas del SD, pero sin las crisis mioclónicas. El diagnóstico diferencial debe incluir convulsiones febriles tempranas, síndrome de Lennox Gastaut y epilepsia con crisis mioclónico-astáticas (véanse estos términos). Los ataques no responden bien a los fármacos antiepilépticos; el valproato y las benzodiazepinas (clobazam) parecen ser los más eficaces. Más recientemente, el estiripentol (STP) ha demostrado ser útil como terapia añadida: en enero de 2007, el STP obtuvo la autorización de comercialización en la UE como medicamento huérfano como tratamiento adyuvante para el SD. Estudios clínicos abiertos, sin grupo control, sugieren que el topiramato también puede ser beneficioso en niños que muestran una respuesta pobre al estiripentol. Debe evitarse la administración de carbamazepina y vigabatrina porque las convulsiones pueden empeorar. La dieta cetógena puede ser útil, así como terapia física y de comunicación. La frecuencia de las crisis disminuye a medida que el niño crece, pero el pronóstico a largo plazo es malo, con deterioro cognitivo y trastornos persistentes de conducta. El síndrome de Dravet también está asociado a un mayor riesgo de muerte súbita en la infancia, especialmente entre los 2 y los 4 años de edad.
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