-Después de participar en varios congresos de jóvenes con valores y de escuchar a Jaume Sanllorente comentar que la Madre Teresa de Calcuta dijo: «La vida tiene sentido si ayudas a los demás», se me ocurrió desarrollar un proyecto integral cuya misión principal es ayudar. Participar en el programa de Cuatro forma parte de ese proyecto, «Día Zero».
-¿Por qué cuenta su caso?
-Un amigo me comentó que mi historia podría ayudar a otros a tomar conciencia y desmontar algunas creencias sobre la permisividad en relación al consumo de alcohol y otras drogas. Sirve para ayudar en un cambio de conciencia y desestigmatizar una enfermedad como la adicción, y considerarla no sólo de personas con pocos recursos, escasa formación y de barrios marginales, sino saber que la enfermedad no tiene en cuenta los recursos o la educación.
-¿Se siente un juguete roto del deporte?
-No, el deporte me ha facilitado experiencias y cosas que muchas personas nunca podrán tener. Me encantó defender los colores de la bandera española y hacer, entre todos, que el waterpolo español fuera respetado en el circuito internacional. Lo único que puedo reprochar es que no tuviéramos un asesor para orientarnos... quizá algunas cosas serían diferentes.
-¿El deporte ha sido su vida o le ha robado parte de ella?
-El deporte me ha dado vida y un carácter luchador sin el cual no hubiera podido superar mi adicción al alcohol y a las drogas ilegales. Decidí dedicarme de lleno a ello, así que sería injusto decir que el deporte me ha robado parte de mi vida. Si algo me ha robado parte de mi vida, ese algo han sido las drogas, me robaron la capacidad de sentir.
-Volviendo al «coach», ¿cómo escogen los casos?
-Un equipo de redactoras se encarga de atender las peticiones de las familias y, después de un estudio pormenorizado, se analiza qué tipo de ayuda podemos ofrecer. Esther (psicóloga) nos asesora sobre las actividades a realizar con los adolescentes para conseguir el cambio de actitud.
-¿Cuánto tiempo pasan de media con las familias?
-El tiempo varía según la dificultad que nos encontramos en cada familia. Varía también según van sucediendo los cambios y oscila entre varias semanas, incluso meses, más el seguimiento.
-¿Consiguen que las familias se comporten con naturalidad?
-El conflicto lleva instaurado tanto tiempo que unas cámaras no hacen que la tensión disminuya, lo que se refleja es la cruda realidad que viven esas familias en el día a día con el adolescente.
-¿Ha habido un caso que pensó que era imposible resolver?
-Al principio todos me resultan imposibles, no sólo de resolver, sino que me resulta difícil entender cómo se ha podido llegar a esa situación. Una vez analizado empiezo a ver el sufrimiento y las ganas de cambiar que todos tienen. Del desánimo paso a la motivación, me doy cuenta de que el comportamiento de los adolescentes es el síntoma y descubrimos la causa y empezamos la estrategia.
-¿Qué temas van a tratar?
-Tratamos un variado número de conflictos que se dan en diferentes tipos de familias. Muchos tienen que ver con acontecimientos del pasado que los adolescentes usan para justificar su comportamiento. En otras ocasiones hay síntomas puros de adolescentes: rebeldía, necesidad de posicionarse... También encontramos casos con comportamientos similares al denominado «síndrome del emperador», auténticos tiranos del bienestar. Lo tienen todo.
-Sus programas buscan ayudar pero, ¿también concienciar?
-Buscamos plasmar una realidad. La adolescencia es una edad muy difícil para la que no están preparados tanto padres, como hijos, y eso genera muchos conflictos. El programa trata de dar un enfoque real y una solución diferente, que no sea la de rendirse. Damos soluciones. Comprendemos el malestar de padres y adolescentes, y no permitimos que se sigan repitiendo los comportamientos que tanto dañan la convivencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario