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domingo, 29 de septiembre de 2013

Día Mundial del Corazón El ángel de la guarda de Sandra

Sandra lleva tres años con un desfibrilador para su arritmia. | Día Mundial del Corazón El ángel de la guarda de Sandra

Desde 2010, Sandra Dacosta vive con un ángel de la guarda que vela por su salud. Este custodio no tiene alas ni viste una larga túnica, pero sí es capaz de hacer que el corazón de esta angoleña afincada en Madrid siga funcionando con normalidad.
Se trata de un desfibrilador automático implantable, un dispositivo que detecta el ritmo anómalo que a veces sufre el corazón de Sandra y le 'obliga' a continuar latiendo con normalidad. Aunque ella no lo note, este aparato de pocos centímetros trabaja día y noche con la ayuda de un resincronizador para mantener alejadas las tormentas eléctricas que, durante meses, hicieron "la vida imposible" a Sandra.
"En 2008, de repente, empecé a sufrir desmayos repentinos, a encontrarme fatal, a estar cada vez más cansada. Llegó un momento en que me costaba hasta ducharme sola y nadie sabía a qué se debía", recuerda esta ex encargada de hostelería en la consulta del Hospital Clínico San Carlos de Madrid donde siguen su caso.
Sólo tenía 46 años cuando empezó a sufrir los síntomas, así que, al principio, los médicos no pensaron que el problema podía venir de su corazón. Sin embargo, las pruebas pronto mostraron que padecía una miocardiopatía dilatada acompañada de una disfunción sistólica severa en su ventrículo izquierdo.
"La primera vez que oí el diagnóstico no supe qué pensar. Me asusté mucho. Pero enseguida me implantaron el desfibrilador y el cambio fue tan grande que el miedo se me quitó", señala.
Según explica Julián Villacastín, responsable de la Unidad de Arritmias del centro madrileño que atiende a Sandra, en España se ponen unos 110 desfibriladores por cada millón de habitantes. Estos aparatos, aclara, "observan continuamente los latidos del corazón y actúan si detectan cualquier anormalidad. La gran ventaja es que la gran mayoría de las veces el paciente no se entera de que están trabajando [sólo si han de generar un choque eléctrico importante su actividad es palpable por el enfermo] y puede llevar una vida totalmente normal pese a su enfermedad.
Los desfibriladores son, quizás, el estandarte más llamativo del tratamiento de las arritmias, pero estos dispositivos no son ni mucho menos el único avance que han conseguido en los últimos años quienes luchan por mantener un adecuado sistema eléctrico en el corazón.
"Es una de las ramas de la cardiología que más ha evolucionado en los últimos años. Hoy, hay arritmias que se curan y hay otras muchas en los que se consiguen unos resultados realmente buenos". De hecho, los datos que maneja la Sociedad Española de Cardiología (SEC) dicen que "el 85% de los pacientes nota un cambio espectacular en su calidad de vida", asegura Julián Villacastín.

Telemedicina

Sandra reconoce que, aunque al principio no sabía qué tal iba a llevar "eso de llevar un cuerpo extraño en el corazón", hoy su relación es mejor que buena. "Me dijeron que teníamos que llevarnos bien. Y lo hemos conseguido. Para mí es como un nuevo corazón y lo trato con todo mi cariño", afirma esta madrileña de adopción, mientras saluda a varios miembros del personal del hospital, a los que conoce por su nombre.
No va por el centro muy a menudo -ya que la unidad dispone de un servicio de telemedicina que le permite monitorizar a distancia la actividad del dispositivo-, pero hace poco que la paciente tuvo que ingresar de nuevo para cambiar el generador del desfibrilador. Tendrá que repetir esta maniobra cada cierto tiempo [entre tres y cinco años] ya que la batería de estos dispositivos es limitada.
"Mis amigos bromean mucho con ese tema. Me dicen que si tengo que pasar la ITV, pero la verdad es que no me importa. Yo creí que iba a morir. Hace cinco años firmé todo lo que tenía que firmar porque creí que no me iba a recuperar y hoy estoy bien", señala.
En este tiempo, ha tenido que dejar de trabajar, ya no monta a caballo -una de sus pasiones- y ha renunciado a practicar deportes de impacto, pero "todo ha merecido la pena. Vivo tranquila y con una 'UVI móvil' instalada en mi corazón", concluye.

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