Los estudios científicos han puesto de manifiesto que el sueño juega un papel fundamental en la inmunidad, el metabolismo, la memoria, el aprendizaje y otras funciones vitales
¿Por qué es importante dormir?
Resulta obvio que el sueño es beneficioso. Nos pasamos un tercio de la vida durmiendo. Aunque no conozcamos bien los beneficios que el sueño ejerce en nuestro organismo, sabemos que cuando estamos sin dormir durante mucho tiempo acabamos sintiéndonos muy mal y que el día que nos levantamos después de haber tenido una noche de sueño reparador nos sentimos dispuestos a comernos el mundo.
Los estudios científicos han puesto de manifiesto que el sueño juega un papel fundamental en la inmunidad, el metabolismo, la memoria, el aprendizaje y otras funciones vitales. Parece que al dormir se restablece el equilibrio físico y psicológico básico del individuo.
No hay un número ideal de horas de sueño. Este varía en cada individuo, según su edad, estado de salud, estado físico, etc. Lo importante es que, al día siguiente, la persona se encuentre fresca y capaz de realizar sus tareas diarias con total normalidad.
¿Qué es el insomnio?
Insomnio en latín significa “sin sueño”. Es la imposibilidad de obtener la cantidad de sueño (o el sueño de suficiente calidad) que el individuo necesita para despertar sintiéndose descansado. Para hablar de insomnio, es necesario que la persona presente:
- Problemas con el sueño nocturno: Incapacidad para conciliar el sueño, despertarse durante la noche con dificultad para volver a dormirse, despertarse demasiado temprano, no sentirse renovado al levantarse.
- Dificultades en el funcionamiento diurno, por haber dormido mal: Alteraciones del humor, dificultad para concentrarse, recordar o aprender, somnolencia (pero con dificultad para poder dormirse), fatiga física y mental, y un estado general de nerviosismo, tensión y ansiedad.
¿Qué tipos de insomnio hay?
El insomnio se puede clasificar de varias maneras:
Por tipo:
- Insomnio primario: cuando no se identifica ninguna enfermedad u otra causa asociada (comorbilidad). Lo tiene uno de cada cinco insomnes crónicos.
- Insomnio secundario (o comórbido): cuando se presenta asociado con otros procesos, como una enfermedad, un trastorno mental, el consumo de ciertas sustancias o medicamentos o la existencia de problemas ambientales (ruido, temperatura) o sociales (problemas familiares y laborales, cambios de horario por trabajo o viajes).
- Insomnio transitorio: su duración es inferior a una semana.
- Insomnio agudo o de corta duración: dura de una a cuatro semanas.
- Insomnio crónico (o persistente): dura cuatro semanas o más.
Las personas que tienen problemas para dormir todas las noches sin excepción durante meses o años son bastante raras.
Más a menudo, las personas experimentan insomnio crónico intermitente, es decir, dificultad para dormir durante unos días, seguida por unas pocas noches de sueño adecuado antes de que reaparezca el problema.
¿Qué factores influyen en el insomnio?
Hay muchos factores que intervienen en la aparición, el desarrollo y el mantenimiento del insomnio.
Los factores que predisponen al insomnio son: hereditarios (genéticos) o familiares, psicológicos (tendencia a dar vueltas a las cosas, dificultades para manejar las emociones negativas), el género femenino, la edad avanzada, el nivel socioeconómico bajo y el estado de salud deficiente.
Los factores que precipitan su aparición suelen ser: situaciones estresantes, viajes o turnos de trabajo que alteran el ritmo sueño-vigilia, enfermedades y medicamentos.
Los factores que perpetúan el problema son el miedo a no dormir, las creencias erróneas en relación con el sueño y el consiguiente desarrollo de hábitos inadecuados y la ansiedad de actuación (anticipación de cosas como bodas, vacaciones o días de fiesta).
¿Cómo se diagnostica el insomnio?
Se pueden utilizar diferentes herramientas para poder establecer el diagnóstico del insomnio.
- Historia clínica: interesan determinados aspectos de la historia familiar o la existencia de otras enfermedades.
- Historia del sueño: se necesita conocer los horarios de sueño y las rutinas durante las 24 horas del día.
Para recoger esta información, puede resultar de gran utilidad que el paciente lleve un registro “diario del sueño”, donde anota toda la información relacionada con su sueño y los síntomas que presenta durante el día.
A veces, puede ser útil recabar información de la persona que duerme con el insomne, respecto a cómo es su sueño y la posible influencia del entorno.
- Exploración física: para descartar si existe alguna otra causa de los síntomas, a parte del insomnio.
- Cuestionarios: existen cuestionarios específicos que ayudan a hacer el diagnóstico o verifican los cambios que se van produciendo con el tiempo.
Para descartar cualquier otro trastorno de sueño o enfermedad, a veces es necesario realizar alguna prueba complementaria.
¿Cómo se puede tratar el insomnio?
El tratamiento del insomnio tiene como objetivo mejorar la satisfacción respecto al sueño, consiguiendo una mayor calidad y cantidad de sueño, y la desaparición de las consecuencias negativas diurnas.
El primer paso el tratamiento consiste en resolver los problemas de salud subyacentes o los factores externos que pueden favorecer el insomnio.
El tratamiento incluye cambios del estilo de vida e intervenciones psicológicas y farmacológicas. Su uso combinado es lo que suele funciona mejor.
- Medidas de higiene del sueño: La mejora de los hábitos de sueño (higiene del sueño) son recomendaciones generales para ayudar a mejorar el sueño, como regularizar los horarios del acostarse y levantarse (incluso los fines de semana), garantizar un ambiente propicio para dormir y evitar las siestas durante el día y otras conductas y sustancias que puedan interferir el sueño (como cafeína, ejercicio).
- Intervenciones psicológicas: Pueden ser individuales o grupales y con diferente grado de complejidad. Están orientadas al manejo y modificación de los pensamientos y conductas distorsionados que mantienen el insomnio y/o sus consecuencias.
- Medicación: Los medicamentos más utilizados para tratar el insomnio son los hipnóticos. Aunque parezcan la solución más fácil, se deben tomar sólo cuando se ha evaluado la causa del insomnio, los problemas de sueño que causan dificultades en las actividades diarias y se han abordado previamente las conductas adecuadas que fomentan el sueño (higiene del sueño, intervenciones psicológicas) y el paciente no responde.
Deben utilizarse durante el menor tiempo posible, debido a sus efectos secundarios (como sedación matutina, problemas de memoria, dolores de cabeza, sonambulismo y una o dos noches de dormir mal al dejar de tomar el medicamento). Además, las mujeres durante el embarazo o la lactancia no deben tomar hipnóticos.
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Resulta obvio que el sueño es beneficioso. Nos pasamos un tercio de la vida durmiendo. Aunque no conozcamos bien los beneficios que el sueño ejerce en nuestro organismo, sabemos que cuando estamos sin dormir durante mucho tiempo acabamos sintiéndonos muy mal y que el día que nos levantamos después de haber tenido una noche de sueño reparador nos sentimos dispuestos a comernos el mundo.
Los estudios científicos han puesto de manifiesto que el sueño juega un papel fundamental en la inmunidad, el metabolismo, la memoria, el aprendizaje y otras funciones vitales. Parece que al dormir se restablece el equilibrio físico y psicológico básico del individuo.
No hay un número ideal de horas de sueño. Este varía en cada individuo, según su edad, estado de salud, estado físico, etc. Lo importante es que, al día siguiente, la persona se encuentre fresca y capaz de realizar sus tareas diarias con total normalidad.
¿Qué es el insomnio?
Insomnio en latín significa “sin sueño”. Es la imposibilidad de obtener la cantidad de sueño (o el sueño de suficiente calidad) que el individuo necesita para despertar sintiéndose descansado. Para hablar de insomnio, es necesario que la persona presente:
- Problemas con el sueño nocturno: Incapacidad para conciliar el sueño, despertarse durante la noche con dificultad para volver a dormirse, despertarse demasiado temprano, no sentirse renovado al levantarse.
- Dificultades en el funcionamiento diurno, por haber dormido mal: Alteraciones del humor, dificultad para concentrarse, recordar o aprender, somnolencia (pero con dificultad para poder dormirse), fatiga física y mental, y un estado general de nerviosismo, tensión y ansiedad.
¿Qué tipos de insomnio hay?
El insomnio se puede clasificar de varias maneras:
Por tipo:
- Insomnio primario: cuando no se identifica ninguna enfermedad u otra causa asociada (comorbilidad). Lo tiene uno de cada cinco insomnes crónicos.
- Insomnio secundario (o comórbido): cuando se presenta asociado con otros procesos, como una enfermedad, un trastorno mental, el consumo de ciertas sustancias o medicamentos o la existencia de problemas ambientales (ruido, temperatura) o sociales (problemas familiares y laborales, cambios de horario por trabajo o viajes).
- Insomnio transitorio: su duración es inferior a una semana.
- Insomnio agudo o de corta duración: dura de una a cuatro semanas.
- Insomnio crónico (o persistente): dura cuatro semanas o más.
Las personas que tienen problemas para dormir todas las noches sin excepción durante meses o años son bastante raras.
Más a menudo, las personas experimentan insomnio crónico intermitente, es decir, dificultad para dormir durante unos días, seguida por unas pocas noches de sueño adecuado antes de que reaparezca el problema.
¿Qué factores influyen en el insomnio?
Hay muchos factores que intervienen en la aparición, el desarrollo y el mantenimiento del insomnio.
Los factores que predisponen al insomnio son: hereditarios (genéticos) o familiares, psicológicos (tendencia a dar vueltas a las cosas, dificultades para manejar las emociones negativas), el género femenino, la edad avanzada, el nivel socioeconómico bajo y el estado de salud deficiente.
Los factores que precipitan su aparición suelen ser: situaciones estresantes, viajes o turnos de trabajo que alteran el ritmo sueño-vigilia, enfermedades y medicamentos.
Los factores que perpetúan el problema son el miedo a no dormir, las creencias erróneas en relación con el sueño y el consiguiente desarrollo de hábitos inadecuados y la ansiedad de actuación (anticipación de cosas como bodas, vacaciones o días de fiesta).
¿Cómo se diagnostica el insomnio?
Se pueden utilizar diferentes herramientas para poder establecer el diagnóstico del insomnio.
- Historia clínica: interesan determinados aspectos de la historia familiar o la existencia de otras enfermedades.
- Historia del sueño: se necesita conocer los horarios de sueño y las rutinas durante las 24 horas del día.
Para recoger esta información, puede resultar de gran utilidad que el paciente lleve un registro “diario del sueño”, donde anota toda la información relacionada con su sueño y los síntomas que presenta durante el día.
A veces, puede ser útil recabar información de la persona que duerme con el insomne, respecto a cómo es su sueño y la posible influencia del entorno.
- Exploración física: para descartar si existe alguna otra causa de los síntomas, a parte del insomnio.
- Cuestionarios: existen cuestionarios específicos que ayudan a hacer el diagnóstico o verifican los cambios que se van produciendo con el tiempo.
Para descartar cualquier otro trastorno de sueño o enfermedad, a veces es necesario realizar alguna prueba complementaria.
¿Cómo se puede tratar el insomnio?
El tratamiento del insomnio tiene como objetivo mejorar la satisfacción respecto al sueño, consiguiendo una mayor calidad y cantidad de sueño, y la desaparición de las consecuencias negativas diurnas.
El primer paso el tratamiento consiste en resolver los problemas de salud subyacentes o los factores externos que pueden favorecer el insomnio.
El tratamiento incluye cambios del estilo de vida e intervenciones psicológicas y farmacológicas. Su uso combinado es lo que suele funciona mejor.
- Medidas de higiene del sueño: La mejora de los hábitos de sueño (higiene del sueño) son recomendaciones generales para ayudar a mejorar el sueño, como regularizar los horarios del acostarse y levantarse (incluso los fines de semana), garantizar un ambiente propicio para dormir y evitar las siestas durante el día y otras conductas y sustancias que puedan interferir el sueño (como cafeína, ejercicio).
- Intervenciones psicológicas: Pueden ser individuales o grupales y con diferente grado de complejidad. Están orientadas al manejo y modificación de los pensamientos y conductas distorsionados que mantienen el insomnio y/o sus consecuencias.
- Medicación: Los medicamentos más utilizados para tratar el insomnio son los hipnóticos. Aunque parezcan la solución más fácil, se deben tomar sólo cuando se ha evaluado la causa del insomnio, los problemas de sueño que causan dificultades en las actividades diarias y se han abordado previamente las conductas adecuadas que fomentan el sueño (higiene del sueño, intervenciones psicológicas) y el paciente no responde.
Deben utilizarse durante el menor tiempo posible, debido a sus efectos secundarios (como sedación matutina, problemas de memoria, dolores de cabeza, sonambulismo y una o dos noches de dormir mal al dejar de tomar el medicamento). Además, las mujeres durante el embarazo o la lactancia no deben tomar hipnóticos.
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