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domingo, 22 de junio de 2014

Y usted...¿entiende las explicaciones de su médico?

Y usted...¿entiende las explicaciones de su médico?Y usted...¿entiende las explicaciones de su médico?

Una encuesta asegura que el 82,3% de los pacientes entiende a su médico. Sin embargo, un 41,4% reconoce que recurre a internet para saber más sobre su problema de salud, incluso cuando no lo necesita

¿Qué sensación tiene después de ir al médico? ¿Sale de la consulta satisfecho, con un diagnóstico claro o, por el contrario, nada más llegar a casa consulta Google? ¿Tiene la percepción de que su médico lo ha atendido como esperaba?
La comunicación es importante en el ámbito familiar, académico, laboral..., pero es clave en la consulta. De ella depende la elección del diagnóstico adecuadado y el cumplimiento del tratamiento. Una encuesta realizada por Estudio de Comunicación en colaboración con ABC ha evaluado cómo es la relación médico-paciente. Si el médico es capaz de dejar a un lado la jerga profesional y acercarse a sus enfermos en busca de la mejor solución para sus dolencias. En definitiva, si es cierta esa leyenda negra «que alimenta la idea de que a los médicos no se les entiende bien», señalan fuentes de Estudio de Comunicación.
Esta percepción ha derivado en la idea preconcebida de que el médico, en general, no sabe comunicarse ni expresarse adecuadamente. «Los profesionales sanitarios reconocen que hacerse entender es una lucha constante», señalan desde la consultora. Sin embargo, y aunque parezca contradictorio, los médicos sacan buena nota cuando se les pregunta a los pacientes y a sus familiares qué opinan de ellos. De hecho, un 82,3% de los entrevistados admite mayoritariamente que sí entendió las explicaciones que se le dieron sobre su estado o el de sus familiares. Además, los facultativos aprueban en paciencia, confianza, empatía, comprensión, cordialidad e incluso, simpatía. La mayor calificación la obtiene la confianza, con una puntuación de 4,1/5. La menos puntuada es la empatía, en la que obtienen un 3,6/5. Lo que significa que pacientes y familiares sienten que el profesional no se pone en su lugar. «La nota baja en empatía, puede que nos de alguna pista de por qué se sigue pensando que a los médicos no se les comprende aunque luego la mayoría admita que entendió sus explicaciones», aseguran desde Estudio de Comunicación.
Para la encuesta, se realizaron 237 entrevistas tanto a pacientes (130), familiares en primer grado (97) y otros (10) realizadas a pie de calle a las puertas de centros de salud y hospitalarios, tanto públicos como privados. Las preguntas se realizaron a 140 mujeres y a 97 hombres de entre 25 a 70 años.

¿Le presta atención al médico?

La encuesta no sólo indagó en el médico sino también en los pacientes, porque en definitiva, de trata de un diálogo y la responsabilidad no siempre recae en el emisor. Por eso, se les preguntó a los pacientes si le prestaron atención al médico. Los resultados fueron concluyentes: un 99,2% dijo que sí. En este caso, hay que tener en cuenta que la autocrítica siempre es difícil y que la intención de quien va a una consulta es atender lo máximo posible a las explicaciones. Sin embargo, cuando se les preguntó si el médico les prestó atención a ellos, solo un 82,3% dijo que sí.
Separados los entrevistados en dos colectivos, pacientes y familiares, los primeros ven menor grado de atención prestado por el médico que en el caso de los familiares: 5,5 puntos porcentuales de diferencia. «Uno de los problemas más significativos es el escaso tiempo de consulta, que sigue siendo una de las quejas principales de médicos y pacientes. Ello conduce a una percepción de agobio por parte del profesional y la dificultad de hacer entrevistas con mayor perspectiva», señala Josep María Bosch Fontcuberta, de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).

Un 82,3% entiende a los médicos

 http://www.abc.es/salud/noticias/20140622/abci-usted-entiende-explicaciones-medico-201406171824.html

 

La percepción de los pacientes (13,8%) también es más negativa que la de los familiares (10,3%) cuando se les pregunta si entendieron las explicaciones del médico. Sin embargo, el conjunto de los entrevistados admite mayoritariamente (82,3%) que sí comprendieron al profesional. «¿Planteó usted alguna duda tras la explicación?», se preguntó a continuación. En este caso, un 75,9% de los entrevistados confirma que preguntaron en la consulta lo que no entendían.
Pero como una cosa es preguntar dudas y otra distinta el que estas se resuelvan, se preguntó a quienes respondieron que sí, si las dudas quedaron resueltas. Un 78,9% recibió una explicación satisfactoria. Sin embargo, en el caso de la consulta de pediatría (en este caso contestaron los familiares lógicamente) hay menos satisfacción: al 10,5% no se le resolvieron las dudas. En cuanto a las consultas de oncología, un 91,7% obtuvo respuestas satisfactorias.
La encuesta ha indagado en estas dos especialidades (pediatría y oncología) «porque en ambos casos es donde puede haber mayor tensión. Es decir, genera mucho estrés llevar al médico a tu hijo porque tiene 40 grados de fiebre o acudir al hospital porque se padece una enfermedad grave como el cáncer», explican desde la consultora.
Para indagar más sobre si realmente hay una imagen negativa preconcebida de los médicos, se les preguntó a los pacientes y familiares si están de acuerdo en que, en general, a los médicos se les entiende mal. Las respuestas han sido: un 41,4% para el «sí» y un 40,9% para el «no».

¿Por qué no se les entiende?

El dato indica que muchos de los que dicen haber entendido al médico están de acuerdo con la idea general de que a los profesionales de la salud no se les entiende en general, lo que explica probablemente la mala imagen preconcebida. «Se relaciona con el despotismo intelectual que acompañó a la profesión durante siglos, junto a la idea de “todo para el enfermo pero sin el enfermo”. Los pacientes siguen detectando que usan palabras o frases que no comprenden, desde luego el sentimiento de que al médico no se le entiende existe», explican en Estudio y Comunicación. De hecho, cuando se les preguntó por qué creen que no se les entiende bien, el 45,1% asegura que hablan con términos que no se comprenden, seguida de la idea que apunta que usan siglas o abreviaturas de su profesión (34,2%). Por otro lado, un 25,7% piensa que tratan con enfermedades y lesiones, no con personas, mientras que un 23,2% considera que la cultura general de los enfermos es muy baja.

«Googlear» para saber más

Desde que Doctor Google aterrizó en nuestras vidas son muy pocas las ocasiones en las que no recurrimos a internet para informarnos sobre cualquier asunto, ya sea de actualidad o que condicione nuestra vida cotidiana. Las enfermedades, lógicamente, no se escapan de las «garras» de la web y nuestra curiosidad o interés nos mueve muchas veces a «googlear» sobre síntomas o enfermedades. «Es un doble reto para el médico: por un lado, es un estímulo más para él ya que el paciente probablemente haya leído la última actualización sobre lo que él cree que es su enfermedad. En segundo lugar, el gran problema de internet es que cualquiera puede escribir sobre cualquier cosa y con frencuencia llega a equivocar a los pacientes», explica Juan José Rodríguez Sendín, presidente de la Organización Médica Colegial (OMC).
En la misma línea opina Máximo González Jurado, presidente del Consejo General de Enfermería de España: «El problema radica en que Google no ordena los resultados basándose en la calidad científica o la veracidad, sino que utiliza los mismos algoritmos para clasificar cualquier otra web». Sobre este asunto también se les preguntó a los pacientes y sin duda, internet es una realidad, para bien o para mal. Un 53,6% dice que no es necesario informarse sobre lo que el médico diagnostica más allá de la propia consulta. Sin embargo, un 27,8 % admite abiertamente la tendencia a buscar otras fuentes y un 17,7% también lo hace, incluso reconociendo que no es necesario. La siguiente pregunta fue para quienes respondieron que «sí» buscan más información. Si se tratase de buscar más información porque no quedó claro lo que dijo el médico, lo lógico sería investigar tras el diagnóstico y no antes. Por eso, se les preguntó si la búsqueda se hacía antes de ir a la consulta. Un 84,4% manifestó que efectivamente miraron internet antes (el porcentaje se corresponde con un 23,6% del total).

Disconformidad con el médico

Sumando los casos de los que buscan en internet y otras fuentes, antes y después de la consulta, con quienes aún entendiéndole al médico, hacen lo propio, estamos ante un 41,4% que, a priori, no se conforma totalmente con lo que indica el profesional.
¿Se debe a esa baja nota en empatía? ¿O a la mala imagen de los médicos que nos mueve a investigar por otros medios? Pueden ser muchas las respuestas, incluso el hecho de que hoy en día el ciudadano quiere tomar las riendas de su salud. La relación ha dejado de ser vertical para pasar a ser horizontal y ha habido otros cambios.« La sociedad, además de más informada, se ha medicalizado y el patrón cultural del paciente se ha equiparado al del médico», como señala Juan José Rodríguez Sendín de la OMC.

Mundial 2014: Las secuelas de forzar la máquina hasta el extremo

A estas alturas del año, el cuentakilómetros de los futbolistas suelta humo. En cuatro meses han disputado la Champions, la Liga, la Copa... Y a razón de 11 kilómetros de media estimada que recorre un jugador en cada encuentro (entre caminar, esprintar y regatear), no hay cuerpo que resista. Así, muchos han acabado la temporada «tocados». Pese a ello, han sido convocados y se están exprimiendo al máximo en el Mundial.
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«En el deporte de alto nivel la salud del deportista no siempre es lo primero», dicen desde Setrade»
Un calendario demasiado apretado, según la comunidad médica, que sin duda hará pasar por quirófano a unos, y someterse a intensas rehabilitaciones a otros.
Decidir si un jugador está o no en condiciones de competir es, según explica Juan José González Iturri, presidente de la Confederación Iberoamericana de Medicina Deportiva (Cimed), «un tema bastante controvertido, porque ¿quién decide, el entrenador o el médico? Un ejemplo es el de Diego Costa. Fue lamentable que saliera al terreno de juego, porque los milagros no existen. Entiendo que hay momentos especiales en los que quieren jugar, pero está mal hecho, porque la lesión requiere tiempo. Los calendarios no están bien confeccionados desde el punto de vista médico, hay muy poco tiempo entre la temporada de fútbol y el Mundial. Apenas dos semanas».
«Las infiltraciones son una opción en lesiones articulares pero no en las musculares, según los médicos»

Algo que corrobora Fernando Baró Pazos, presidente de la Sociedad Española de Traumatología del Deporte (Setrade) y miembro de la Clínica Traumat . «El cuerpo humano es una máquina casi perfecta que ya tiene diseñados sus propios procesos y ritmos de recuperación. Los profesionales médicos siempre intentamos exprimir al máximo la capacidad de recuperación, pero es cierto que en el deporte últimamente se están sobrepasando los límites de lo que sería "bueno para la salud". Evidentemente éste no debe ser el camino, pero también es cierto que los médicos no siempre tenemos la última palabra y en el deporte de alto nivel, por desgracia para nosotros y para los deportistas, la salud del deportista no siempre es lo primero».

Graves

Las lesiones más comunes en el fútbol «son los esguinces, torceduras y contusiones en las extremidades inferiores. Entre las más graves destaca la rotura de ligamentos, como los cruzados en la rodilla. Los porteros con frecuencia sufren lesiones en los dedos incluyendo dislocaciones de las articulaciones de las falanges», explica Theodore Shybut, cirujano ortopédico y experto en Medicina del Deporte del Baylor College of Medicine de Houston (Estados Unidos).
Por su parte, González Iturri destaca que «predominan los problemas musculares y articulares. La mayoría se producen por una sobrecarga».
Según el estudio «Incidencia lesional en el fútbol profesional español a lo largo de una temporada», en el que participaron equipos pertenecientes a la primera y segunda división española, las roturas musculares son las que provocan periodos de baja más altos (unos 267 días por equipo y temporada), seguidas de las lesiones ligamentosas (182 días).
Pero más allá de los problemas «clásicos», un enfoque reciente en la medicina deportiva «son las lesiones y conmociones cerebrales, un tipo de daño que no estaba lo suficientemente reconocido en el pasado», añade Shybut.

Tratamientos

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A la hora de poner la máquina a punto para poder entrar al terreno de juego, muchas veces hay que tirar de «parches» que, si bien no curan la dolencia, al menos les permiten disputar el encuentro. «En la mayoría de los casos usamos medicación analgésica o anestésica, ya sea general o a nivel local, para mitigar el dolor y que el jugador pueda rendir sin preocuparse por su lesión», dice Baró Pazos. «El hielo y la estimulación eléctrica también se aplican habitualmente. Y en ocasiones los entrenadores utilizan un aerosol de cloroetano (cloruro de etilo) en contusiones graves, que proporciona un efecto de enfriamiento para ayudar a adormecer la lesión y así poder volver de nuevo al campo», añade Shybut.
Otra opción es infiltrar. Sin embargo, González Iturri especifica que «se pueden aplicar para lesiones articulares, pero no musculares. Si contienen anestesia, lo que hace es dormir la zona, por lo que si le infiltran y sale a jugar, será un desastre. Si se trata de una condropatía, por ejemplo, se puede infiltrar para que tenga menos dolor». El presidente de la Sociedad Española de Traumatología del Deportes matiza que depende de la medicación que se emplee, «puesto que la infiltración es el sistema que usamos para llevar el medicamento al lugar que deseamos. Normalmente se aplican anestésicos o antiinflamatorios, pero también se puede emplear medicación biorreguladora, medicación condroprotectora. «También hay tratamientos biológicos que pueden favorecer la curación, como son las inyecciones de plasma rico en plaquetas que ayudan a que el jugador esté antes de vuelta», dice Shybut.

Recuperación

Pero, ¿por qué a nuestros ojos parecen recuperarse mucho más rápido que el común de los mortales? Shybut argumenta que «una de las razones es que su rehabilitación se lleva a cabo a tiempo completo, y la misma dedicación que les hace más rápidos en el terreno de juego y mejora sus pases también les ayuda a recuperarse antes». «La diferencia es que el deportista de élite ese mismo día ya está siendo tratado mañana y tarde. Tienen una dedicación plena», dice González Iturri.
Otra razón es que «las personas que son propensas a las lesiones no llegan a un alto nivel de competición, ya que no soportan las exigencias del juego. Sólo aquellos cuyas articulaciones pueden aguantar el estrés son capaces de entrenar lo suficientemente duro para llegar a la élite», continúa Shybut.

«A la larga»

Puede que en un primer momento, el jugador esté listo para enfrentarse al rival. Pero a medio o largo plazo, las consecuencias aparecen. «La decisión de utilizar un "parche" para una competición importante siempre es más complicada de lo que parece. Hay que valorar mucho los pros y contras de "forzar" y mirar siempre un poco más allá de la próxima competición, por importante que sea. Un deportista nunca va a mirar más allá del próximo partido o el próximo Mundial, y un mánager, un club o un entrenador tampoco... Somos los médicos los que debemos velar por la salud del deportista y ver las cosas con perspectiva, valorando los riesgos y posibles consecuencias a medio y largo plazo».
Porque cada lesión es un mundo, «pero en general, tapar el dolor sólo facilita el rendimiento temporalmente, pero puede alargar el proceso de recuperación. No es lo mismo forzar para un deportista de 18 años, con toda su carrera deportiva por delante, que para uno de 36 años, ya en el ocaso de su carrera», dice Baró Pazos, quien concluye que «no obstante, «he tenido muchos casos que me han sorprendido, porque aunque los deportistas no están "hechos de otra pasta", si que en ocasiones tienen una capacidad de sufrimiento muy por encima de la media, y casi siempre en un entorno de atención sanitaria también superior (atención inmediata y tratamiento multidisciplinar).


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