Un monumento a la fuerza Por JOAQUÍN VERDEGAY* |
Hoy es uno de esos días en los que preferirías no haberte despertado, la noticia de la muerte de María de Villota me ha llegado temprano, como un mazazo directo al pecho que me ha dejado completamente noqueado.
No hace más que rebotarme en la cabeza una frase suya que le oí pronunciar en el Consejo Superior de Deportes, cuando regresó de Inglaterra después de su accidente: "Ahora que he perdido un ojo es cuando he aprendido a ver de verdad la vida".
Es probable que mi recuerdo no sea literal, pero da igual, ese era el mensaje, y esa era la grandeza de María. Aquel día estaba yo sentado al lado de su madre, y me giré y le dije: "¡Enhorabuena, vaya hija tenéis!".
Y así era María, una mujer guapa y menuda, pero un gigante de espíritu, alma grande, un monumento a la fuerza, a la capacidad de superación y de ayuda a los demás.
Siempre parece que este tipo de cosas solo se dicen de las personas cuando se van, y no es del todo verdad, porque yo ya decía estas cosas de María cuando estaba viva, cuando abusábamos de su generosidad, de su criterio y de su tiempo en la Real Federación Española de Automovilismo, de cuya Junta Directiva formaba parte. Y en la FIA, donde lideraba un proyecto y representaba a la mujer en el deporte.
Efectivamente ya lo decíamos muchos, pero hoy lo hacemos en un medio de comunicación, para que se entere todo el mundo, para que todo el mundo sepa lo grande que era y porqué la vamos a echar tanto de menos.
*Joaquín Verdegay es vicepresidente de la Federación Española de Automovilismo y comisario de la FIA
Hoy es uno de esos días en los que preferirías no haberte despertado, la noticia de la muerte de María de Villota me ha llegado temprano, como un mazazo directo al pecho que me ha dejado completamente noqueado.
No hace más que rebotarme en la cabeza una frase suya que le oí pronunciar en el Consejo Superior de Deportes, cuando regresó de Inglaterra después de su accidente: "Ahora que he perdido un ojo es cuando he aprendido a ver de verdad la vida".
Es probable que mi recuerdo no sea literal, pero da igual, ese era el mensaje, y esa era la grandeza de María. Aquel día estaba yo sentado al lado de su madre, y me giré y le dije: "¡Enhorabuena, vaya hija tenéis!".
Y así era María, una mujer guapa y menuda, pero un gigante de espíritu, alma grande, un monumento a la fuerza, a la capacidad de superación y de ayuda a los demás.
Siempre parece que este tipo de cosas solo se dicen de las personas cuando se van, y no es del todo verdad, porque yo ya decía estas cosas de María cuando estaba viva, cuando abusábamos de su generosidad, de su criterio y de su tiempo en la Real Federación Española de Automovilismo, de cuya Junta Directiva formaba parte. Y en la FIA, donde lideraba un proyecto y representaba a la mujer en el deporte.
Efectivamente ya lo decíamos muchos, pero hoy lo hacemos en un medio de comunicación, para que se entere todo el mundo, para que todo el mundo sepa lo grande que era y porqué la vamos a echar tanto de menos.
*Joaquín Verdegay es vicepresidente de la Federación Española de Automovilismo y comisario de la FIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario