Las lecciones aprendidas tras el primer trasplante de tráquea
Cinco años después del primer trasplante
de tráquea, la revista 'The Lancet' publica los datos de cómo ha sido
la evolución de Claudia Castillo, una mujer colombiana que necesitaba de
forma urgente una solución para el problema respiratorio que tenía.
Tras estos años, la calidad de vida de esta paciente ha mejorado notablemente, sin sufrir rechazo o complicación derivada de la intervención.
"Estos resultados confirman lo que nosotros -y muchos pacientes- esperaban en el momento de la operación: que los trasplantes con ingeniería de tejidos son seguros y eficaces a largo plazo. Sin embargo, la cicatrización que ha ocurrido en esta paciente muestra que a largo plazo la estabilidad biomecánica puede mejorarse, algo que actualmente está en investigación preclínica. Los resultados del primer ensayo clínico en hombres estarán disponibles en breve y serán la evidencia definitiva que se necesita antes de que esta técnica pueda trasladarse a la rutina clínica", afirma Paolo Macchiarini, profesor del Insituto Karolinska en Estocolmo (Suecia) y el cirujano que implantó en 2008 la tráquea a Claudia en el Hospital Clínic de Barcelona.
A lo largo de este tiempo, los médicos han podido ver mediante broncoscopias y técnicas de imagen, tal y como se registra en un artículo publicado en 'The Lancet', cómo la tráquea se ha amoldado al sistema respiratorio de Claudia y que no se ha generado ningún tumor. "Ese era mi principal temor", afirma a ELMUNDO.es Macchiarini, quien asegura que con esta paciente se constata que el uso de células madre es seguro.
Tampoco la paciente ha precisado de fármacos inmunosupresores para evitar un rechazo de la nueva tráquea. "Al repoblar la tráquea de donante con células de la propia paciente, se evita el rechazo", explica Macchiarini.
Pero no todo son buenas noticias. Seis meses después de la cirugía, la cicatriz en el área del injerto llegó a ser importante, generando gradualmente un estrechamiento de parte de la vía aérea, dando lugar a una tos persistente. Por este motivo, los médicos valoraron la implantación de un stent, un muelle para abrir la vía aérea, y, aunque la estrechez continúa, los síntomas de la paciente han desaparecido, aunque tiene que pasar por el hospital cada tres o cuatro meses, ya que el único stent que tolera es uno biodegradable, por lo que pasados unos meses hay que poner uno nuevo.
"Claudia está contenta", asegura este cirujano, y "eso es lo que da sentido a mi trabajo", explica desde Estados Unidos. En este país trabaja ahora, en el Hospital infantil de Illinois en Chicago, donde llevó a cabo el primer trasplante infantil con una prótesis artificial, donde compagina sus cirugía con las investigaciones que realiza en el Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) y con su colaboración con el ministerio de sanidad ruso, donde está llevando a cabo un ensayo clínico de trasplante de tráquea.
"Actualmente tengo en marcha dos ensayos, el de Rusia y otro en Italia. Pero también he solicitado uno multicéntrico en Europa y otro en EEUU. Hasta que no tenga los resultados de estos estudios, esta técnica tiene que considerarse experimental", asegura.
En un editorial, publicado también en The Lancet, en el que Alan J. Russell, de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh (EEUU), reconoce que el paso dado por el equipo de Macchiarini es un logro importante: "Podemos celebrar el final del comienzo de la ingeniería de tejidos".
Rusell también apunta algunos retos todavía por superar. Uno de ellos es evitar que la cirugía genere un estrechamiento de la vía respiratoria, como le ha ocurrido a Claudia, "las combinaciones de matrices sintéticas y naturales degradables podría ofrecen incluso un beneficio mayor. Por ejemplo, el desarrollo de pegamentos y adhesivos degradables que creen uniones entre el injerto y el huesped mejoraría la integración del tejido", señala.
"Estos resultados confirman lo que nosotros -y muchos pacientes- esperaban en el momento de la operación: que los trasplantes con ingeniería de tejidos son seguros y eficaces a largo plazo. Sin embargo, la cicatrización que ha ocurrido en esta paciente muestra que a largo plazo la estabilidad biomecánica puede mejorarse, algo que actualmente está en investigación preclínica. Los resultados del primer ensayo clínico en hombres estarán disponibles en breve y serán la evidencia definitiva que se necesita antes de que esta técnica pueda trasladarse a la rutina clínica", afirma Paolo Macchiarini, profesor del Insituto Karolinska en Estocolmo (Suecia) y el cirujano que implantó en 2008 la tráquea a Claudia en el Hospital Clínic de Barcelona.
A lo largo de este tiempo, los médicos han podido ver mediante broncoscopias y técnicas de imagen, tal y como se registra en un artículo publicado en 'The Lancet', cómo la tráquea se ha amoldado al sistema respiratorio de Claudia y que no se ha generado ningún tumor. "Ese era mi principal temor", afirma a ELMUNDO.es Macchiarini, quien asegura que con esta paciente se constata que el uso de células madre es seguro.
Tampoco la paciente ha precisado de fármacos inmunosupresores para evitar un rechazo de la nueva tráquea. "Al repoblar la tráquea de donante con células de la propia paciente, se evita el rechazo", explica Macchiarini.
Tráqueas sintéticas
Con este primer trasplante y los otros 17 realizados hasta la fecha, Macchiarini ha aprendido que "las células madre son inocuas" y que la técnica se puede realizar para casos específicos y distintos pacientes. "También he podido comprobar que el trasplante con tráquea bioartificial es mejor que con una de cadáver, pero estas prótesis se desarrollaron tres años después de la intervención de Claudia. La ventaja es que se acorta mucho el tiempo, algo muy importante en pacientes con cáncer", señala.Pero no todo son buenas noticias. Seis meses después de la cirugía, la cicatriz en el área del injerto llegó a ser importante, generando gradualmente un estrechamiento de parte de la vía aérea, dando lugar a una tos persistente. Por este motivo, los médicos valoraron la implantación de un stent, un muelle para abrir la vía aérea, y, aunque la estrechez continúa, los síntomas de la paciente han desaparecido, aunque tiene que pasar por el hospital cada tres o cuatro meses, ya que el único stent que tolera es uno biodegradable, por lo que pasados unos meses hay que poner uno nuevo.
"Claudia está contenta", asegura este cirujano, y "eso es lo que da sentido a mi trabajo", explica desde Estados Unidos. En este país trabaja ahora, en el Hospital infantil de Illinois en Chicago, donde llevó a cabo el primer trasplante infantil con una prótesis artificial, donde compagina sus cirugía con las investigaciones que realiza en el Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) y con su colaboración con el ministerio de sanidad ruso, donde está llevando a cabo un ensayo clínico de trasplante de tráquea.
"Actualmente tengo en marcha dos ensayos, el de Rusia y otro en Italia. Pero también he solicitado uno multicéntrico en Europa y otro en EEUU. Hasta que no tenga los resultados de estos estudios, esta técnica tiene que considerarse experimental", asegura.
En un editorial, publicado también en The Lancet, en el que Alan J. Russell, de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh (EEUU), reconoce que el paso dado por el equipo de Macchiarini es un logro importante: "Podemos celebrar el final del comienzo de la ingeniería de tejidos".
Rusell también apunta algunos retos todavía por superar. Uno de ellos es evitar que la cirugía genere un estrechamiento de la vía respiratoria, como le ha ocurrido a Claudia, "las combinaciones de matrices sintéticas y naturales degradables podría ofrecen incluso un beneficio mayor. Por ejemplo, el desarrollo de pegamentos y adhesivos degradables que creen uniones entre el injerto y el huesped mejoraría la integración del tejido", señala.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2013/10/22/noticias/1382458876.html
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