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domingo, 28 de abril de 2013

Intransigencia holandesa

Intransigencia holandesa


No fue el primer matrimonio de una hispanoamericana con un príncipe europeo. Existen antecedentes, como el del gran duque Enrique de Luxemburgo y la cubana María Teresa Mestre. Pero la boda de Guillermo Alejandro, príncipe de Orange, con la argentina Máxima Zorreguieta fue una sorpresa vista con desagrado por algunos holandeses.

Su padre, Jorge Zorreguieta, no fue desagraviado por la incalificable prohibición de estar presente en la ceremonia. La princesa Máxima de los Países Bajos constituye uno más de los ejemplos de matrimonios morganáticos de herederos a tronos europeos. Ha asumido su papel discreta y eficazmente. Fiel a sus orígenes católicos, no consintió en abrazar el protestantismo neerlandés, pero ha sabido adaptarse a un país lejano al suyo de nacimiento, aprendiendo su lengua y despertando en los holandeses una creciente admiración y respeto, que alcanzó su cénit en una reciente exposición sobre su figura. Su experiencia en las altas finanzas, su dominio de lenguas y su educación altoburguesa le han facilitado la adaptación al mundo de la realeza internacional y a su papel institucional. El 30 de abril será la primera reina en mucho tiempo no perteneciente a la Iglesia Reformada Holandesa y la primera mujer no titular de la corona sino consorte de un rey holandés, Guillermo IV, primer monarca varón reinante en los Países Bajos desde 1890, tras la ya tradicional abdicación de la soberana anterior. Una de sus tres hijas proseguirá con la tradición de reinas titulares en la siguiente generación, una generación de reyes que deberá luchar contra la recalcitrante manía de los republicanos de no reconocer que las monarquías europeas están entre los países más desarrollados y democráticos del mundo. Jamás entendí que la Constitución italiana impidiera hasta hace poco que los descendientes varones de Humberto II pisaran el suelo de su patria. Tampoco comprendo cómo se impide que el padre de Máxima asista a su entronización, haciendo pagar a la hija por presuntos pecados del padre. No es de extrañar que la familia de la novia haya decidido no acudir tampoco. Esa intransigencia ya se manifestó en la boda de la reina Beatriz con Claus von Amsberg, por haber servido él en el Ejército alemán, o en los problemas que la princesa Irene tuvo al casar con el príncipe católico Hugo de Borbón-Parma. Esperemos cambios...http://www.larazon.es/detalle_normal/noticias/2045014/gente+la-razon-del-sabado/intransigencia-holandesa

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