El sujetador malvado
Algunas de nuestras madres tiraron sus sujetadores a un bidón. Era su forma de protestar contra la elección de Miss América en Atlantic City en 1968. La leyenda dice que los quemaron, junto a pestañas postizas, botes de laca, cazuelas y otros símbolos de la opresión hacia las mujeres. Pero no ocurrió así.
Nosotras, bastante más liberadas, no lo estamos respecto a los artefactos en los que encarcelamos a diario nuestros pechos. Llevarlos o no tiene muchas lecturas.
Pero yendo al grano corsetero, algunos sostenes son bastante monos y quedan realmente bien. Los hay sexies, elegantes, creadores, a ciertas edades, de canalillo antigravitatorio y garantes de escotazo. Pero su comodidad es inversamente proporcional a su belleza. Al menos en mi experiencia, porque los únicos que llevo como si fueran camisetas son los deportivos. Pueden resultar suaves, pero distan de ser estéticos y encima, a la menor me encuentro con el contenido fuera del recipiente. Para mí, lo del sujetador es un tema de susto o muerte.
Porque uno de los mejores momentos del día, aparte de ponerse el pijama, ducharse u otros placeres que no vamos a discutir aquí, es sentir cómo se alivian los hombros y la piel se esponja bajo la huella del tirante, los aros y el broche. Lanzo el sujetador a la silla y respiro hondo. Nada tiene que ver lo primero con lo segundo, pero es la misma sensación, creo, que tiene mi perra cuando le quito el arnés y se sacude. Hablando de desabrocharse, un compañero me recuerda que el fastidio que supone, en medio de la faena, liberar del sostén a la señora sin cortar el rollo.
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Un médico deportivo francés, Jean-Denis Rouillon, ha estudiado durante 15 años los pechos de 330 mujeres jóvenes, divididas entre quienes usaban sujetador y las liberadas para demostrar que el adminículo en cuestión es malo. Malo hasta el punto que neutraliza la sujeción muscular. produce dolores de espalda y ¡encima! no mantiene las mamas erguidas. Todo lo contrario. Quienes usaban sostén las tenían más caídas. Concretamente, 7 milímetros. "Es como llevar una rodillera", razona el profesor, "el músculo deja de trabajar". La buena noticia es que si te pasas a la liga de las sinsostén, los sujetadores naturales en forma de fibras musculares regresan al trabajo.
El estudio ha sido objeto de chanzas, como recoge este artículo de The New York Times, pero Rouillon, profesor en la Universidad de Besançon, ha manifestado que no había encontrado investigaciones previas sobre las bondades de prenda tan común como el calzoncillo.
En fin, que además de los motivos ideológicos, que los hay (y me encanta este debate imaginario entre dos partes del cerebro a favor y en contra de llevar sujetador) hemos encontrado razones más concretas para dejar de visitar la corsetería y ahorrar en Pilates.
http://blogs.elpais.com/mujeres/2013/04/el-sujetador-malvado.html
“Dios es amor mejor con humor” trata de acercar El Antiguo Testamento a todos. La dosis de humor intenta facilitar la comprensión del Libro Santo. Siempre con respeto y con matices didácticos nunca pierde la parte espiritual y sensible de un conjunto de textos tan antiguos como actuales. Para traernos a un Dios que sigue con nosotros. Que nos perdona a pesar de las torpezas y debilidad del hombre. Que sigue con el pueblo elegido. Porque los elegidos somos los que nos dejamos elegir.
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