La nutrición es clave para evitar la dependencia de las personas mayores
La buena nutrición es "un eje para prevenir la dependencia" y garantizar el "envejecimiento activo", que justo en 2012 celebra su Año Europeo. Así lo destacó Javier Gómez Pavón, geriatra del Hospital Central de la Cruz Roja, al insistir en la importancia de incluir ese aspecto en la evaluación geriátrica en todos los niveles asistenciales, sea la atención primaria, hospitalaria o residencial. Diversos estudios citados por Federico Cuesta, geriatra del madrileño Hospital Clínico San Carlos, sitúan los niveles de desnutrición en personas mayores en el 4% entre quienes viven en casa, el 16% en residencias y el 23% en hospitales.
Según quedó de manifiesto en el curso sobre alimentación y nutrición en el entorno geriátrico organizado por el Instituto Tomás Pascual Sanz y la Universidad CEU San Pablo, la lista de factores de riesgo es amplia: falta de apetito, dificultades de masticación y deglución, problemas de movilidad, pérdida de masa y potencia muscular -la llamada sarcopenia-, enfermedades crónicas con su correspondiente polimedicación, deterioro cognitivo, soledad, depresión, pobreza... Y, como recalcó Gómez Pavón, pueden conformar círculos viciosos que colocan a la persona mayor en situación de fragilidad y alto riesgo de discapacidad y dependencia. En ese contexto, Cuesta aclara que la población mayor es muy heterogénea, y sugiere diferenciar las situaciones de desnutrición y las de riesgo (16% y 45% respectivamente en las residencias), ya que las segundas ofrecen la oportunidad de actuar preventivamente. Por eso considera decisiva la implicación de todo su entorno familiar y amistoso, y también el apoyo sociosanitario, incluidos los servicios de atención domiciliaria de geriatría. De hecho, como subrayó Salomé Martín, directora técnica de Eulen Sociosanitarios, "el contacto social es lo que más valoran las personas mayores" en servicios de menú a domicilio como el de la "comida sobre ruedas", que arrancó con voluntariado en el Reino Unido en plena II Guerra Mundial y que en España lo realizan los ayuntamientos con servicios propios o empresas contratadas al efecto.
Este tipo de iniciativas gastronómicas, dirigidas a mayores solos, dependientes, con movilidad reducida o deterioro cognitivo leve, necesitan personal preparado, no solo para el trato con mayores, sino también para desempeñar funciones de educación para la salud. Así estarán en condiciones de supervisar el frigorífico para asegurarse de que la comida se consume, de controlar la alimentación y de levantar registro de posibles incidencias. El contacto habitual con la persona beneficiaria facilita el seguimiento de su adecuada nutrición, y también una evaluación básica de otros aspectos de su salud.
"Lo principal es la intervención en el domicilio", remarcó Gómez Pavón, donde "puedes detectar el riesgo de desnutrición e intervenir para evitar que acaben en el hospital". Pero también hay que cuidar la alimentación de las personas mayores en el ámbito hospitalario y residencial. En este caso, como apuntó Javier Aranceta desde la Unidad de Nutrición Comunitaria del Ayuntamiento de Bilbao, la dieta no solo debe ser "parte de la intervención terapéutica" y del autocuidado, sino servir además para "mantener o mejorar las capacidades funcionales del residente" y como "elemento de socialización".
Según quedó de manifiesto en el curso sobre alimentación y nutrición en el entorno geriátrico organizado por el Instituto Tomás Pascual Sanz y la Universidad CEU San Pablo, la lista de factores de riesgo es amplia: falta de apetito, dificultades de masticación y deglución, problemas de movilidad, pérdida de masa y potencia muscular -la llamada sarcopenia-, enfermedades crónicas con su correspondiente polimedicación, deterioro cognitivo, soledad, depresión, pobreza... Y, como recalcó Gómez Pavón, pueden conformar círculos viciosos que colocan a la persona mayor en situación de fragilidad y alto riesgo de discapacidad y dependencia. En ese contexto, Cuesta aclara que la población mayor es muy heterogénea, y sugiere diferenciar las situaciones de desnutrición y las de riesgo (16% y 45% respectivamente en las residencias), ya que las segundas ofrecen la oportunidad de actuar preventivamente. Por eso considera decisiva la implicación de todo su entorno familiar y amistoso, y también el apoyo sociosanitario, incluidos los servicios de atención domiciliaria de geriatría. De hecho, como subrayó Salomé Martín, directora técnica de Eulen Sociosanitarios, "el contacto social es lo que más valoran las personas mayores" en servicios de menú a domicilio como el de la "comida sobre ruedas", que arrancó con voluntariado en el Reino Unido en plena II Guerra Mundial y que en España lo realizan los ayuntamientos con servicios propios o empresas contratadas al efecto.
Este tipo de iniciativas gastronómicas, dirigidas a mayores solos, dependientes, con movilidad reducida o deterioro cognitivo leve, necesitan personal preparado, no solo para el trato con mayores, sino también para desempeñar funciones de educación para la salud. Así estarán en condiciones de supervisar el frigorífico para asegurarse de que la comida se consume, de controlar la alimentación y de levantar registro de posibles incidencias. El contacto habitual con la persona beneficiaria facilita el seguimiento de su adecuada nutrición, y también una evaluación básica de otros aspectos de su salud.
"Lo principal es la intervención en el domicilio", remarcó Gómez Pavón, donde "puedes detectar el riesgo de desnutrición e intervenir para evitar que acaben en el hospital". Pero también hay que cuidar la alimentación de las personas mayores en el ámbito hospitalario y residencial. En este caso, como apuntó Javier Aranceta desde la Unidad de Nutrición Comunitaria del Ayuntamiento de Bilbao, la dieta no solo debe ser "parte de la intervención terapéutica" y del autocuidado, sino servir además para "mantener o mejorar las capacidades funcionales del residente" y como "elemento de socialización".
No hay comentarios:
Publicar un comentario