comer sobre el cuerpo de una mujer desnuda
Una costumbre japonesa que hace furor: el sushi no se sirve en una mesa, sino en el cuerpo de una señorita sin ropa. ¿Te animás a elegir justo ese roll de ahí abajo?
Hay una forma de servir el sushi que gana terreno en el mundo y que combina todos los placeres de la carne: el nyotaimori, un formato de servicio en donde la bandeja es el cuerpo de una hermosa y sensual señorita. En Londres, Los Angeles, New York y París, cada vez más lugares sirven piezas de la más refinada comida japonesa sobre un cuerpo desnudo –solo se cubren las partes pudendas- usándolo como una verdadera bandeja humana, para que cada bocado llegue a los 36,5ºC, la temperatura ideal para concentrarse en su textura y sabor.
Hay que hacerse la escena en al mente para comprender el impacto. Una geisha en cueros –apenas tapadas sus gracias con hojas del árbol de sisho o vistosas flores- aguarda acostada boca arriba en suelo, en silencio marcial y con la cara maquillada de blanco. Porta sobre su cuerpo los nigiris, rolls, makis y sashimis. A su alrededor, un grupo de empresarios japoneses arrodillados, palitos en mano, toma de ella las piezas que llevan directamente a su boca mientras conversan sobre la bolsa de Tokio o el campeonato de baseball o la nueva promesa del Sumo. Tan grande es el contraste, que cuando occidente se asomó a esta vieja tradición japonesa, que combina el erotismo del cuerpo con el refinamiento del sushi, no tardó en llevárselo a las ciudades más cosmopolitas del globo como una forma más del exotismo asiático que admira.
De Europa a América, el nyotaimori –que en nipón literalmente significa bandeja de mujer- gana terreno desde la década de 1990. Primero tímidamente, cuando aparecieron los primeros restós con esta modalidad fuera de Japón, pero más velozmente en los últimos tres años, en que esta tendencia avanzó firme hacia nuevos e insospechados rincones.
Hay que hacerse la escena en al mente para comprender el impacto. Una geisha en cueros –apenas tapadas sus gracias con hojas del árbol de sisho o vistosas flores- aguarda acostada boca arriba en suelo, en silencio marcial y con la cara maquillada de blanco. Porta sobre su cuerpo los nigiris, rolls, makis y sashimis. A su alrededor, un grupo de empresarios japoneses arrodillados, palitos en mano, toma de ella las piezas que llevan directamente a su boca mientras conversan sobre la bolsa de Tokio o el campeonato de baseball o la nueva promesa del Sumo. Tan grande es el contraste, que cuando occidente se asomó a esta vieja tradición japonesa, que combina el erotismo del cuerpo con el refinamiento del sushi, no tardó en llevárselo a las ciudades más cosmopolitas del globo como una forma más del exotismo asiático que admira.
De Europa a América, el nyotaimori –que en nipón literalmente significa bandeja de mujer- gana terreno desde la década de 1990. Primero tímidamente, cuando aparecieron los primeros restós con esta modalidad fuera de Japón, pero más velozmente en los últimos tres años, en que esta tendencia avanzó firme hacia nuevos e insospechados rincones.
Lejos está de ser el mainstream del sushi, hay que decirlo. Pero con el empuje de la nueva movida, el nyotaimori dio la vuelta al globo y llegó también Buenos Aires: la ciudad hoy cuenta con una casa que lo ofrece, con la bizarría propia de la capital Argentina.
LOS ANGELES DE SUSHI
En el Sunset Boulevard de Los Angeles queda una de las glorias de las bandejas humanas. Se trata de Hadaka Sushi, donde comer en la intimidad de la pareja (trío habría que corregir) puede costar unos seis mil dólares. Claro que tienen propuestas de hasta doce personas, donde el monto por cabeza disminuye sensiblemente: por 250 dólares cada uno, come un equipo de fútbol con el técnico incluido. Aunque habría que ver qué señorita quiere acostarse ante, pongamos, el plantel de Chacarita.
Para ser una nyotaimori, las geishas de antes se preparaban duro y parejo. Cuanta la historia que a las disciplinadas damas de compañía se las sometía al más riguroso entrenamiento, ya que no debían gesticular ni moverse durante toda la cena. En un casting para el Hadaka, por ejemplo, las señoritas tienen que demostrar que el frío del sashimi en su piel recién depilada no les provoca ni una mueca, mientras que para las geishas de antaño, un chorro de agua helada en pleno invierno era la prueba de hierro.La recompensa, claro, es acorde. En los sites referidos al tema nos enteramos que una muchacha cobra de 500 a 1,1 mil dólares americanos por ser la bandeja preferida de un restó en Toronto o Nueva York, mientras que las guapísimas parisinas o londinenses pueden cobrar bastante más, sin contar la rotación del cubierto y que, por noche, quizás hagan dos o más bandejas.El caso de Toronto y Montreal son interesantes. Allí no hay un restó en particular que se dedique al nyotairomi, sino servicios de catering a domicilio que llegan a tu puerta con las bandejas caminando. En 90 minutos, según describe la empresa Private Nyotairomi Partier, tenés a la modelo lista para servirte de ella en el living de tu casa, con sólo llamarlos y hacer la reservación.
ABUSAR DE LA BANDEJA
Como era de esperar, esta práctica no es menos que polémica. Abundan los post en la red que denuncian la degradación de la mujer a una bandeja, un mero objeto decorativo y sexual al que se le exige prestancia y temperatura. O aquellos otros, en donde se afirma que se trata de un severo caso de discriminación hacia el género. En respuesta, el nantaimori no se hizo esperar: con ese nombre se conoce a la misma práctica pero servida sobre un hombre, como para que las chicas también tengan su fetiche.La explicación que suele esgrimirse para interpretar este fenómeno, es la que vincula el erotismo con el acto de comer y el fetichismo con la adoración del cuerpo. Y a juzgar por lo que se leemos sobre la cultura fetiche en el Japón, no era de extrañar que los nipones fueran los inventores y reyes de esta práctica. Como todo, fue el rito casi marcial el que le dio legitimidad. Rito que, más allá de las fronteras del país del Sol Naciente, parece apenas sostenerse, como un roll pinzado entre palitos.
Una de las críticas más frecuentes contra el nyotairomi y el nantairomi, al menos del costado occidental del mundo, suele atacar la ritualidad perdida. Aquí no hay geishas, no hay tradición, ni mucho menos una cultura que prestigie a las bandejas humanas. Por el contrario, se afirma, lo que consolida a la tendencia fuera del Japón es la exposición de un escultórico cuerpo desnudo: strippers y modelos, las más de las veces, ocupan el lugar del servicio y lejos están de la disciplina geisha.En ese sentido, la crónica que publicada en City Pages sobre un body sushi, como también se conoce a esta práctica, es esclarecedora. Cuenta cómo un par de amigos no pueden sacarle los ojos de encima a la hermosa joven de 24 años que posa apenas cubierta por las hojas y flores que le quedan, o cómo una mujer, algo irritada, pregunta a su pareja si piensa comer de la misma joven toda la noche.
“El nyotairomi no se trata de poner chicas tetonas y ya” explicó el dueño del Temple, un restaurante de Mineapolis, USA, que dice ser el primero en haber lanzado esta modalidad en Estados Unidos. Se trata de conservar lo que tiene de maravillosa esta propuesta y de vivir un experiencia única, dijo.Los más tibios, sin embargo, subidos al tren del éxito, han optado por el nyotaimori a medias. Para evitar las sospechas de los inspectores de higiene, algunas empresas que promueven esta práctica colocan sobre el cuerpo desnudo una bandeja de plástico “imitación” de la forma del modelo. Los puristas ponen el grito en el cielo; los impresionables, aplauden.
Cierto es que, lo que en Japón es un arte de alta escuela, sofisticado al punto que se cree fue desarrollado por las cúpulas de la mafia, ha dado la vuelta al mundo y ahora se esconde tras la coraza del plástico y el pudor. Entretanto, el nyotaimori o el nantaimori crecen en los restós más cools del globo. Un dato final, para quien se ratonee con pellizcar a las bandejas: el ritual prohíbe hablar, toca o rozar el cuerpo del servicio. Más, googleá para saber.
BODY SUSHI EN BUENOS AIRES
Todo lo que es tendencia en el mundo tiene un rincón en la city porteña. En este caso, el nyotairomi local tiene lugar en L’Averno, una cueva del placer y el fetiches corporales (no es un cabaret, hay que aclararlo, sino un Club), en la que cada miércoles a las 21:30 horas, sólo con reserva previa, se sirve el sushi en bandejas humanas. Hombres y mujeres por igual tienen su lugar en L’Averno. Lo único que se encargan de aclarar, es que cambiaron las geishas niponas por las lindas, guapas y pulposas chicas argentas, como también, dicen, por “nuestros musculosos muchachos.” Y eso es lo que te encontrás si hacés la reserva, con un mínimo de 6 personas. Conviene citar lo que dicen, para hacerse una idea: “corrimos el velo de la formalidad propia de la cultura oriental para acercarnos más a nuestros propios rituales: cena con amigos, charlas distendidas, un buen vino, un ambiente íntimo en el lugar mas exótico de Buenos Aires y creamos nuestro BODY CLUB.” Dónde, en Av. Corrientes 1632 - Tel: 4371-1278. También escribiles a info@laverno.com.ar.
http://www.planetajoy.com/?_Te_animas%3F_La_moda_de_comer_sobre_el_cuerpo_de_una_mujer_desnuda&page=ampliada&id=2115
LOS ANGELES DE SUSHI
En el Sunset Boulevard de Los Angeles queda una de las glorias de las bandejas humanas. Se trata de Hadaka Sushi, donde comer en la intimidad de la pareja (trío habría que corregir) puede costar unos seis mil dólares. Claro que tienen propuestas de hasta doce personas, donde el monto por cabeza disminuye sensiblemente: por 250 dólares cada uno, come un equipo de fútbol con el técnico incluido. Aunque habría que ver qué señorita quiere acostarse ante, pongamos, el plantel de Chacarita.
Para ser una nyotaimori, las geishas de antes se preparaban duro y parejo. Cuanta la historia que a las disciplinadas damas de compañía se las sometía al más riguroso entrenamiento, ya que no debían gesticular ni moverse durante toda la cena. En un casting para el Hadaka, por ejemplo, las señoritas tienen que demostrar que el frío del sashimi en su piel recién depilada no les provoca ni una mueca, mientras que para las geishas de antaño, un chorro de agua helada en pleno invierno era la prueba de hierro.La recompensa, claro, es acorde. En los sites referidos al tema nos enteramos que una muchacha cobra de 500 a 1,1 mil dólares americanos por ser la bandeja preferida de un restó en Toronto o Nueva York, mientras que las guapísimas parisinas o londinenses pueden cobrar bastante más, sin contar la rotación del cubierto y que, por noche, quizás hagan dos o más bandejas.El caso de Toronto y Montreal son interesantes. Allí no hay un restó en particular que se dedique al nyotairomi, sino servicios de catering a domicilio que llegan a tu puerta con las bandejas caminando. En 90 minutos, según describe la empresa Private Nyotairomi Partier, tenés a la modelo lista para servirte de ella en el living de tu casa, con sólo llamarlos y hacer la reservación.
ABUSAR DE LA BANDEJA
Como era de esperar, esta práctica no es menos que polémica. Abundan los post en la red que denuncian la degradación de la mujer a una bandeja, un mero objeto decorativo y sexual al que se le exige prestancia y temperatura. O aquellos otros, en donde se afirma que se trata de un severo caso de discriminación hacia el género. En respuesta, el nantaimori no se hizo esperar: con ese nombre se conoce a la misma práctica pero servida sobre un hombre, como para que las chicas también tengan su fetiche.La explicación que suele esgrimirse para interpretar este fenómeno, es la que vincula el erotismo con el acto de comer y el fetichismo con la adoración del cuerpo. Y a juzgar por lo que se leemos sobre la cultura fetiche en el Japón, no era de extrañar que los nipones fueran los inventores y reyes de esta práctica. Como todo, fue el rito casi marcial el que le dio legitimidad. Rito que, más allá de las fronteras del país del Sol Naciente, parece apenas sostenerse, como un roll pinzado entre palitos.
Una de las críticas más frecuentes contra el nyotairomi y el nantairomi, al menos del costado occidental del mundo, suele atacar la ritualidad perdida. Aquí no hay geishas, no hay tradición, ni mucho menos una cultura que prestigie a las bandejas humanas. Por el contrario, se afirma, lo que consolida a la tendencia fuera del Japón es la exposición de un escultórico cuerpo desnudo: strippers y modelos, las más de las veces, ocupan el lugar del servicio y lejos están de la disciplina geisha.En ese sentido, la crónica que publicada en City Pages sobre un body sushi, como también se conoce a esta práctica, es esclarecedora. Cuenta cómo un par de amigos no pueden sacarle los ojos de encima a la hermosa joven de 24 años que posa apenas cubierta por las hojas y flores que le quedan, o cómo una mujer, algo irritada, pregunta a su pareja si piensa comer de la misma joven toda la noche.
“El nyotairomi no se trata de poner chicas tetonas y ya” explicó el dueño del Temple, un restaurante de Mineapolis, USA, que dice ser el primero en haber lanzado esta modalidad en Estados Unidos. Se trata de conservar lo que tiene de maravillosa esta propuesta y de vivir un experiencia única, dijo.Los más tibios, sin embargo, subidos al tren del éxito, han optado por el nyotaimori a medias. Para evitar las sospechas de los inspectores de higiene, algunas empresas que promueven esta práctica colocan sobre el cuerpo desnudo una bandeja de plástico “imitación” de la forma del modelo. Los puristas ponen el grito en el cielo; los impresionables, aplauden.
Cierto es que, lo que en Japón es un arte de alta escuela, sofisticado al punto que se cree fue desarrollado por las cúpulas de la mafia, ha dado la vuelta al mundo y ahora se esconde tras la coraza del plástico y el pudor. Entretanto, el nyotaimori o el nantaimori crecen en los restós más cools del globo. Un dato final, para quien se ratonee con pellizcar a las bandejas: el ritual prohíbe hablar, toca o rozar el cuerpo del servicio. Más, googleá para saber.
BODY SUSHI EN BUENOS AIRES
Todo lo que es tendencia en el mundo tiene un rincón en la city porteña. En este caso, el nyotairomi local tiene lugar en L’Averno, una cueva del placer y el fetiches corporales (no es un cabaret, hay que aclararlo, sino un Club), en la que cada miércoles a las 21:30 horas, sólo con reserva previa, se sirve el sushi en bandejas humanas. Hombres y mujeres por igual tienen su lugar en L’Averno. Lo único que se encargan de aclarar, es que cambiaron las geishas niponas por las lindas, guapas y pulposas chicas argentas, como también, dicen, por “nuestros musculosos muchachos.” Y eso es lo que te encontrás si hacés la reserva, con un mínimo de 6 personas. Conviene citar lo que dicen, para hacerse una idea: “corrimos el velo de la formalidad propia de la cultura oriental para acercarnos más a nuestros propios rituales: cena con amigos, charlas distendidas, un buen vino, un ambiente íntimo en el lugar mas exótico de Buenos Aires y creamos nuestro BODY CLUB.” Dónde, en Av. Corrientes 1632 - Tel: 4371-1278. También escribiles a info@laverno.com.ar.
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