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martes, 28 de diciembre de 2010

Una sociedad de mensajes cortos

Una sociedad de mensajes cortos
¿Qué es un SMS? La menor cantidad de información necesaria para comunicar algo. De hecho podríamos decir que un SMS (un mensaje corto, del inglés 'short message service') es a la comunicación lo que un 'bit' a la informática. Basta sí, no, ok… y sobran letras. Y es que vivimos en la era de la información. No es que antes no la hubiera, es que ahora es el caldo, el sostén, el texto, el pretexto y el contexto en el que todo sucede.
Eso determina cómo somos, estamos, sentimos, hacemos, vivimos, convivimos, enfermamos, sanamos o morimos. Los seres humanos posmodernos somos el resultado de compartir información. Todo lo que nos ocurre, incluyendo los sufrimientos y enfermedades, está influido por la necesidad, la obligatoriedad, la compulsividad de compartir información. No podemos sustraernos a esa condición. Somos seres 'info-sapiens', desde que, por alguna razón misteriosa, en un cierto momento de la Prehistoria algo facilitó que nos multiplicásemos, mezclásemos y comunicásemos eficientemente.
De hecho, si hemos llegado a ser 'monos-sabios' es gracias a la explosión del simbolismo que sucedió en nuestro cerebro hace unos centenares de miles de años. Después, enseguida descubrimos las banderas y las guerras, las religiones y el arte, las bibliotecas y las depresiones. Y de ahí al SMS sólo ha habido que esperar unos miles de años.
Pero, seguramente, nuestro cerebro no ha llegado a ser de verdad humano hasta que no se ha convertido en un instrumento social, un ingenio biológico conectado a la mayor red social de todas: la raza humana. Los seres humanos nos 'contagiamos' informaciones que configuran nuestro modo de estar, ser, sentir y actuar: nuestra conducta y comportamiento.
Si es cierto que nunca se ha podido ser humano sin los demás humanos, ahora eso es una verdad global, inevitable e incuestionable. Por eso, nunca como ahora ha habido tanta velocidad en el trasiego de información, y nunca se ha sufrido tanto por tenerla, compartirla o carecerla. Ninguna soledad peor que la soledumbre del navegante solitario de Internet. Por eso hay soledades patológicas en la posmodernidad: por 'avitaminosis informacional'.
Nunca hemos tenido tanto, compartido tanto, aproximado tanto a la emancipación definitiva como ahora. Ésa es la gran promesa de la posmodernidad. Pero precisamente por eso, la gran decepción posmoderna es la más ingente de la historia. Fuente inagotable de angustias y depresiones, de soledumbres y malestares, del estresante 'sinvivir' de la vida moderna, y de tantos espejismos morbosos, psicosomatismos debilitantes y miserias morales.
Es notorio que la posmodernidad y la salud mental se llevan fatal. En el mundo del SMS, la SMS (Salud Mental Social) se siente vulnerable, repercutida, dependiente de tantos avatares, que resulta inestable y débil, y padece por ello. La salud mental ya no es cosa sólo mía, o tuya; es nuestra, suya, de ellos, de todos. Precisamente por eso hemos de aprender a compartirla, protegerla y mejorarla. Y los agentes de dicha promoción hemos de ser todos los seres humanos: sociales, globales, plurales, conectados, generosos, comprometidos, creativos y eficaces. No sólo los agentes sanitarios y sociales, sino todos los seres y recursos humanos y técnicos, individuales y globales. Pero, ¿sabremos hacerlo? ¿Podremos hacerlo?
http://www.elmundo.es/blogs/salud/saludmental/2010/12/28/una-sociedad-de-mensajes-cortos.html

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