DIOS ES AMOR, MEJOR CON HUMOR

jueves, 16 de diciembre de 2010

En Dinamarca, la creencia de que un hombre es capaz de emborracharse metiendo sus pies en una buena dosis de alcohol está más que extendida.

En Dinamarca, la creencia de que un hombre es capaz de emborracharse metiendo sus pies en una buena dosis de alcohol está más que extendida.
Quienes se han encargado de desmontar la leyenda urbana han sido un equipo de científicos patrios, que, con el rigor de la ciencia en la mano, han querido poner punto y final a un mito que ha sobrevivido durante años en el folklore del país nórdico.
Sus conclusiones se publican en el número especial de Navidad de la revista 'British Medical Journal', una entrega que, tradicionalmente, se dedica a investigaciones atípicas y cargadas de humor, pero tan estricta y escrupulosamente diseñadas como las habituales.
Los tres firmantes del trabajo, todos ellos especialistas del Departamento de Endocrinología del Hospital de HillerØd (Dinamarca), prepararon concienzudamente la investigación, que denominaron The Peace on Earth Study' (un juego de palabras que significa 'Paz en la Tierra' y que esconde las siglas en inglés de "la absorción percutánea de alcohol podría evocar un estado de euforia nacional y tiernos abrazos al azar").
Por un día, los investigadores se convirtieron en sus propias 'cobayas humanas' y participaron en un curioso experimento: mantener los pies sumergidos en más de dos litros de vodka -de la marca Karloff, para más señas- durante nada menos que tres horas.
Cada treinta minutos, una enfermera les extrajo sangre para comprobar sus niveles de alcohol en plasma y, una vez terminada la prueba, cada uno de ellos comprobó –en una escala del 0 al 10- en qué medida sufría alguno de los síntomas asociados a la intoxicación etílica, como la verborrea excesiva o "la necesidad espontánea de abrazar a los compañeros".
Todos los participantes estaban sanos y no habían bebido en las 24 horas previas al experimento. Además, como ellos mismos reconocen en la revista médica, "ninguno era miembro de una asociación de alcohólicos anónimos" ni se había visto implicado en "ningún incidente embarazoso relacionado con el alcohol en la semana anterior".
Los resultados de su trabajo demostraron que, tras tres horas de exposición, no se produjo ningún incremento de la concentración etílica en su sangre. "Concluimos, por tanto, que este mito urbano danés es precisamente eso, un mito", señalan los investigadores.
Según sus palabras, estos resultados tienen varias implicaciones para la vida pública. La primera, aseguran, es para los aficionados a la pesca, ya que, a juzgar por estos datos, "gobernar un barco con las botas empapadas de vodka parece completamente seguro".
Para los investigadores, también es importante tranquilizar a quienes trabajen en la industria cervecera, que a partir de ahora cuentan con la certeza de que no se intoxicarán si caen a la cuba de producción.
Y, por último, estos científicos tienen un mensaje para los estudiantes que, cada año, realizan sus propios experimentos para comprobar si es verdaderamente cierto lo que la rumorología danesa asegura. A partir de ahora, "podrán dedicarse a actividades más relevantes" con toda tranquilidad, concluyen.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2010/12/15/noticias/1292405612.html

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