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miércoles, 10 de julio de 2013

prostitución en china

“Señoritas” de ojos rasgados


   
        
En Corea del Sur está de moda que los viajes de fin de curso que realizan los adolescentes en el instituto tengan como destino China. Pero el motivo de dichos desplazamientos, tan solicitados por los jóvenes, no es sólo visitar la Gran Muralla o la Ciudad Prohibida, sino frecuentar alguno de los numerosos salones de belleza que, con forma de peluquería cutre de barrio, esconde un prostíbulo de bajo coste.
Así lo acaban de descubrir los escandalizados padres surcoreanos gracias a un programa de la cadena de televisión MBC, que grabó a unos 30 estudiantes peregrinando a una de estas peluquerías-burdel.
Y es que, aunque la prostitución se encuentra prohibida por la ley desde que Mao Zedong fundara la República Popular China, el negocio del sexo está tan extendido por el país que se encuentra al alcance de cualquiera.
No en vano, la prostitución tiene una larga tradición en el gigante asiático. Para empezar, muchas meretrices se ocultan en las pequeñas peluquerías que abundan en el país, donde, con bastante poco disimulo, se sientan ante el escaparate para atraer a la clientela con poses provocativas y ropas ceñidas.

También es raro el hotel donde sus huéspedes no reciban llamadas en su habitación de chicas ofreciendo masajes, pues las redes ocupan tales establecimientos ante la pasividad de sus responsables.
Además, buena parte de los populares karaokes son auténticos burdeles donde, tras reservar un cuarto para cantar y beber, aparece una hilera de señoritas de compañía para que los clientes elijan.
La proliferación de este tipo de establecimientos llevó el año pasado al Gobierno a endurecer la ley tras culpar, en un claro ejercicio de hipocresía, a los extranjeros de este problema. Desde entonces, un extranjero que sea sorprendido in fraganti con una prostituta en China puede ser expulsado del país por la Policía, que ha visto incrementados sus poderes para luchar contra la delincuencia.
Mediante dicha ley, la norma de orden público 238, los agentes tienen legitimidad para deportar a todos aquellos turistas o residentes no nacionales que sean detenidos por su vinculación al mundo de la prostitución tanto clientes como trabajadoras del sexo , así como a los implicados en narcotráfico o consumo de drogas, delitos religiosos, violentas peleas o en graves alteraciones de la estabilidad social.
No importa qué artículo violen los extranjeros, habrá riesgo de ser expulsado, advirtió en su día sin más contemplaciones uno de los principales responsables del Ministerio de Seguridad, Wu Mingshan, al Diario del Pueblo, el periódico portavoz del Partido Comunista.
Aunque dicho Ministerio o los gobiernos locales tienen que aprobar la expatriación, la información difundida por los medios estatales no aclaró qué papel iban a jugar los tribunales en este proceso, por lo que todo parece indicar que será la propia Policía la que lleve a cabo directamente las expulsiones. No en vano, los agentes ya pueden enviar a los infractores de algunos delitos a campos para la reeducación mediante el trabajo sin necesidad de pasar por ningún juzgado, lo que es frecuentemente criticado por los grupos de derechos humanos debido a la falta de garantías legales que sufren los detenidos.
Aunque la orden 238 también endurece los castigos para aquellos que envíen mensajes obscenos a través de sus teléfonos móviles o para quienes molesten a los vecinos con sus perros y mascotas, su objetivo principal consiste en erradicar la prostitución, cada vez más extendida en China, y, de paso, tener una excusa válida para deshacerse de aquellos extranjeros molestos aficionados a pagar a cambio de sexo.
Y es que el oficio más antiguo del mundo se halla a la orden del día en el coloso oriental pese a estar prohibido por las autoridades comunistas desde 1949. En esta auténtica cruzada contra las señoritas de compañía, los medios de comunicación oficiales culpan directamente de dicha situación al cada vez mayor número de extranjeros en China y a la proliferación de bares y discotecas surgidas al amparo de su crecimiento económico.
En este sentido, los locales más famosos y concurridos de las grandes ciudades se encuentran plagados de meretrices. Pero no todas proceden, como insiste la propaganda gubernamental, de Rusia o Mongolia, éstas últimas fácilmente localizables en uno de los establecimientos más veteranos de Pekín, Maggie´s. De hecho, la mayoría son jovencitas chinas con buen físico, pocos escrúpulos y muchas ganas de ganar dinero que, tras estudiar durante el día en la Universidad o trabajar como dependientas y camareras, acuden a las discotecas para captar clientes, a los que seducen como si se tratara de un ligue nocturno para luego pedirles entre 500 y 1.000 yuanes (entre 50 y 100 euros).
El problema está tan consentido que algunas zonas de la movida en Shangai se parecen a Bangkok o algún otro destino del turismo sexual, con las chicas provocando y llamando a gritos a los clientes en plena calle ante la mirada indiferente de las patrullas de Policía. Por su parte, Hong Kong ha heredado de su legado como colonia británica una de las noche más desenfrenadas y picantes de Asia, con multitud de night clubs y locales de strip-tease en las principales avenidas de la isla.
Por otra parte, cada día son repartidas por debajo de la puerta de los apartamentos de lujo miles de tarjetas con números de teléfonos móviles y sugerentes imágenes de bellezas orientales ofreciendo masajes las 24 horas del día, con servicios que oscilan entre los 100 y los 1.000 yuanes (entre 10 y 100 euros) y que comprenden técnicas tradicionales como la tailandesa o más innovadoras como la de hielo y fuego. Lo malo es que, a partir de ahora, más de un laowae (extranjero, en mandarín) se va a quedar frío con tanto calor.


http://www.abc.es/sociedad/20130710/abci-debate-legal-china-masajes-201307091439.html

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