Los bichos que casi exterminan a la Humanidad
Hubo una época en la que Xavier Sistach salía a menudo a cazar mariposas. Luego dejó de hacerlo porque dejó de sentirse a gusto sacrificando especies por puro coleccionismo. Pese a que hace tiempo que no sale a 'cazar', su pasión por los insectos sigue intacta. Sistach, entomólogo aficionado y profesional del mundo del libro, está decidido a convertirse en un riguroso divulgador de todo lo que relacione los insectos con el ser humano. De ahí que acabe de publicar 'Insectos y hecatombes' (RBA), un exhaustivo viaje a través de la historia de las dos grandes epidemias de la historia: la peste y el tifus.
Causadas por la pulga y el piojo (infectados por bacterias), llevaron a la Humanidad a lo más cerca que ha estado jamás de su extinción como especie (allá por el siglo XIV, cuando la peste negra mató a 25 millones de personas). Pero de eso ellas no tienen ni idea. Lo único que intentan, una vez infectadas, es calmar su hambre, buscando un nuevo huésped. Y siempre, históricamente, el que han tenido más cerca es el hombre. Después de la rata, claro.
"Durante mucho tiempo, de hecho, hasta principios del siglo XX, cuando se descubrió que eran pulgas y piojos quienes transmitían los patógenos que causaban la enfermedad, se pensaba que epidemias como el tifus y la peste eran castigos divinos", explica Sistach. Es decir, que había mandatarios que consideraban que Dios estaba castigándoles por sus pecados destruyendo sus pueblos. "No se sabía de dónde salía, ni por qué empezaba ni por qué, al cabo de un tiempo, parecía desaparecer. De ahí que creyeran que sólo podía ser Dios", dice. "Pero Dios no castiga a nadie, es el ser humano quien ha provocado las guerras, las hambrunas y la miseria, el entorno ideal para la proliferación de estos insectos", añade.
Insectos que, a su manera, "han jugado un importante papel en la configuración de la geografía europea", puesto que, explica el experto, "cuando una zona quedaba por completo despoblada, anulaba cualquier estrategia del gobierno en cuestión", y la dejaba en manos del enemigo.
El principio del fin
Interesado en aunar el hecho histórico (la batalla que enfrentó al ejército de Napoleón a los rusos y en la que los soldados acabaron enfermando y muriendo de tifus) y epistemología, Sistach alumbra los momentos en los que ambas pandemias atacaron con mayor voracidad a la humanidad y analiza, paso a paso, cada uno de los descubrimientos que se hicieron a nivel científico. Es decir, de creer que el mismísimo Dios elegía a los futuros enfermos a descubrir que algo tan pequeño como una pulga podía suponer el principio del fin. "Me interesa cómo una cosa afecta a la otra. Porque afecta. Si la malaria no estuviese tan extendida en África, sus países habrían podido crecer mucho más", dice.
Hablando de la malaria, Sistach piensa dedicarle su próximo ensayo. A ella y al otro centenar de enfermedades que pueden transmitir los insectos. "La malaria es la que más me fascina. Porque todo son contradicciones. Por cada solución surge un nuevo problema. El mosquito que la transmite ha creado resistencia a los insecticidas y el patógeno ha creado resistencia a la medicación. Desde los años 40, se han creado 30 tipos distintos de medicamentos. No se puede luchar contra ella. La razón es que es la más antigua de todas. Tiene más de 50.000 años. Por eso también es la más resistente", cuenta.
Chinches y tifus
Sistach tiene una colección de más de 20.000 insectos, entre ellos, las raras chinches que encontró en Ecuador y que provocaron la reacción química más extraña que el entomólogo, con estudios de Biología y especialista en Historia Natural Antigua de los insectos, ha visto jamás. "Los metí en el bote de cianuro potásico que suelo utilizar y empezó a salir humo. Mucho humo. Fue espectacular", recuerda Sistach. Dice que algún día tratará de clasificarlos. Porque el mundo de los insectos sigue siendo un misterio.
"Actualmente hay alrededor de un millón de insectos clasificados, pero se sabe que hay entre 20 y 30 millones pendientes de clasificar. Cuando se tala un árbol en la selva, se están matando a cientos de especies únicas, propias del microclima del árbol que acaba de talarse y de ningún otro más", explica.
Hablando de misterios, y volviendo al tema patológico, el origen de la peste en Europa sigue siendo un misterio. "En 1907 se demostró que la pulga de la rata de la India era la que había contagiado la enfermedad a los millones de personas que murieron en Asia y Rusia, pero para los brotes europeos se ha hablado de la posibilidad de que fuese otro tipo de rata, pero aún no está claro, sigue siendo un misterio", asegura Sistach.
Pese a ello, hoy en día "es un problema menor" porque "aunque no hay vacuna, existe un tratamiento con antibiótico", y la mortandad del tifus apenas alcanza el 2%. Eso sí, señala el entomólogo, "el hecho de que creamos vivir en un lugar seguro, en ciudades a salvo de gérmenes, siempre estamos en riesgo, porque la naturaleza se abre camino y nos encuentra más indefensos de lo que deberíamos". Y luego está el problema de la superpoblación. "Ninguna de estas epidemias lo habría sido sin una gran concentración de personas. La superpoblación también es un riesgo en caso de contagio", concluye.
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/11/16/ciencia/1353062402.html
“Dios es amor mejor con humor” trata de acercar El Antiguo Testamento a todos. La dosis de humor intenta facilitar la comprensión del Libro Santo. Siempre con respeto y con matices didácticos nunca pierde la parte espiritual y sensible de un conjunto de textos tan antiguos como actuales. Para traernos a un Dios que sigue con nosotros. Que nos perdona a pesar de las torpezas y debilidad del hombre. Que sigue con el pueblo elegido. Porque los elegidos somos los que nos dejamos elegir.
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