Blanca Portillo, Premio Nacional de Teatro
La actriz es galardonada por su "amplia y variada trayectoria profesional, su valentía al asumir nuevos retos escénicos y su defensa del teatro", como afirma el comunicado del juradoEsta edición el Premio Nacional de Teatro no sólo ha recaído en una gran actriz y directora, Blanca Portillo, tocada por los dioses cada vez que genera algo encima de un escenario. Ha sido también un premio a la tenacidad, al esfuerzo, a una manera de trabajar sin resuello, buscando continuamente cómo hacer crecer el teatro, el propio y el ajeno, aún a costa de menguar el bolsillo propio, de esquilmar el tiempo de descanso. No sólo se ha premiado a una mujer que es una auténtica talenta, sino que el galardón da la sensación de que ha ido a parar a un concepto y a una manera de entender la creación escénica, abordada desde un territorio en el que todo está interrelacionado: textos, escuelas, creadores, teatros, compañías, formas de trabajar… Y si alguien es todo un ejemplo para la profesión, para los espectadores, para la cultura de un país es la actriz, productora y directora Blanca Portillo que se ha hecho con este galardón concedido anualmente por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y dotado con 30.000 euros. Un dinero que una vez más irá a parar a alguna de las muchas producciones que aborda, unas veces como productora, otras como actriz, otras como directora, otras como todo eso y algo más. Eso sí, antes de colocar la pecunia en un proyecto nuevo, ha decidido apartar una pequeña cantidad para gambas. “Me entusiasma que me lo hayan dado un día que tengo función y puedo compartirlo con el público, con los que sepan que me lo han dado y con los que no se hayan enterado”. Para ella, su trabajo en La vida es sueño, de Calderón con dirección de Helena Pimenta, que representa en el Teatro Pavón y para la cual no hay entradas desde hace tiempo, está siendo muy especial todos los días, desde que la estrenó con la Compañía Nacional de Teatro Clásico este verano en el Festival de Almagro: “Pero hoy [por anoche] tendrá un componente emocional muy fuerte, voy a estar contenta y feliz, va a ser una función con una dosis superior de emoción”.
De hecho, La vida es sueño, junto con “su aportación en recientes espectáculos como Medea o Hamlet, ambas de 2009; Paseo romántico (2010); La avería o Antígona (2011)” han influido en la decisión del jurado, según el comunicado del Ministerio en el que también se dice que se le ha concedido por “su amplia y variada trayectoria profesional, su valentía al asumir nuevos retos escénicos y su defensa del teatro como compromiso con la sociedad”.
Ayer, minutos después de enterarse de que le habían concedido el galardón, Portillo reía y contaba que su primera impresión ha sido la de no creérselo: “Luego me he sentido muy muy pequeña, y me ha venido a la cabeza el día que terminé los estudios en la Escuela de Arte Dramático y le dije a mi gran maestro Pepe Estruch: ‘¿Y ahora qué?’. El me abrazó y sólo me dijo: ‘Ahora aguanta”. Y la actriz aguantó, y mucho. Aunque hubo algún momento en que estuvo a punto de tirar la toalla. Hace unos lustros se llegó a plantear cambiar de oficio y le salvó participar en el Marat Sade de Narros con un papel casi de figuración, haciendo una loquita. Algo que debería servir de reflexión a los que tanto recortan el teatro llevándolo a una situación agónica. “Ahora que han pasado años y miro hacia atrás, nunca, ni en mis mejores sueños, podía imaginarme lo que ha pasado y a dónde he llegado”, defiende la actriz.
Tiene claro que ella es producto de todos sus maestros entre los cuales siempre destaca, después de Estruch, a José Luis Gómez, Jorge Lavelli y Tomaz Pandur. “Llevamos mucho tiempo luchando por cosas, no puedo evitar dedicarle el premio a ellos y a toda la gente con la que he trabajado. Soy el producto de todos ellos”, señala Portillo, que tiene claro, clarísimo, que no eliminaría nada de lo que ha hecho en su trayectoria profesional: “Es más, las cosas malas que me han ocurrido han sido de lo más fructíferas, porque se aprende mucho cometiendo errores, viendo cuándo eliges mal un camino o cuándo te llevan por un territorio que no es el que deseas; no tengo más remedio que confesar que estoy muy orgullosa de mi carrera en la que he tenido el privilegio de definir todo con plena conciencia, no borraría nada de ella”.
La actriz aprovecha el galardón para lanzar su homenaje al teatro: “En principio pensaba en la gente que desde los comienzos creyó en mí y que no ha habido ni un solo día que no me hayan apoyado, pero dado los momentos que hemos vivido y vivimos en el mundo de la cultura, tan de capa caída, se lo quiero dedicar al teatro y a su misión de seguir moviendo conciencias y corazones”.
El jurado, presidido por el director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), Miguel Ángel Recio, con la vicepresidencia de la subdirectora general de Teatro, Cristina Santolaria, estaba compuesto por Asunción Bernárdez, Paloma Pedrero, Xavier Albertí, José Bablé, Aitana Sánchez-Gijón, Rodolf Sirera y Juan Gómez-Cornejo (Premio Nacional de Teatro 2011).
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/11/16/actualidad/1353071408_377318.html
“Dios es amor mejor con humor” trata de acercar El Antiguo Testamento a todos. La dosis de humor intenta facilitar la comprensión del Libro Santo. Siempre con respeto y con matices didácticos nunca pierde la parte espiritual y sensible de un conjunto de textos tan antiguos como actuales. Para traernos a un Dios que sigue con nosotros. Que nos perdona a pesar de las torpezas y debilidad del hombre. Que sigue con el pueblo elegido. Porque los elegidos somos los que nos dejamos elegir.
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