El dolor es en parte mental
El dolor tiene una parte de subjetividad y puede ser atenuado con pensamientos positivos inducidos por hipnosis, de la misma forma que la música puede disipar agudas sensaciones dolorosas, según una investigación médica que establece por primera vez que el dolor no reside en una zona concreta del cerebro.
El centro del dolor no existe en ninguna parte del cerebro y ninguna lobotomía podrá terminar con la experiencia del sufrimiento, al mismo tiempo que la reacción dolorosa es directamente proporcional a la experiencia subjetiva. Estas son las conclusiones de una investigación realizada por un equipo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Montreal dirigido por Pierre Rainville, de la que se hace eco la revista Journal of Neurophysiology.
Cuando a un paciente sometido a observación se le sugiere bajo la hipnosis que va a recibir una dolor muy intenso cuando introduzca la mano en un depósito de agua caliente, sus circuitos neuronales se activan antes de que si se le sugiere que el dolor será insignificante. La señal de aviso se modifica a partir de la médula espinal y llega hasta el cerebro.
La imaginería cerebral (tomografía por emisión de positrones) ha permitido establecer al respecto que algunas partes del cerebro se modifican cuando el sujeto descubre sensaciones que van a ocurrir y que la reacción a estas sensaciones depende en gran parte de la experiencia subjetiva que haya tenido el paciente respecto al dolor.
Dolor subjetivo
Eso quiere decir que una gran parte de la sensación dolorosa la fabrica el sujeto a partir de su experiencia, independientemente del efecto real que un episodio doloroso tenga sobre su cuerpo. El dolor es una sensación esencial a la supervivencia y sin experiencia del dolor no puede haber reflejo protector, ni miedos, ni prevención de riesgos. Sin embargo, está claro que el nivel de tolerancia varía según cada sujeto: de los sujetos investigados, sintieron más dolor los que fueron advertidos de que el agua estaba muy caliente, lo que demuestra según los investigadores que hay una componente subjetiva o afectiva en la arquitectura del dolor que coexiste con las sensaciones reales de dolor, proporcionales al efecto del calor en el caso del experimento. Otro elemento que se desprende de la investigación es que la sugestión de pensamientos positivos bajo hipnosis o incluso la distracción de la atención por la música, constituyen estrategias eficaces para atenuar el dolor con la misma intensidad que los analgésicos. Los estudios de imaginería cerebral confirman también al respecto que la intervención psicológica del sujeto tienen efectos tangibles en el cerebro y modifican la actividad de las regiones cerebrales implicadas en la percepción del dolor.
Existe así una distinción básica entre la dimensión sensorial del dolor, que describe la intensidad, la localización que describe la dinámica espacio temporal, y por último la dimensión afectiva que describe las emociones asociadas a la sensación dolorosa.
La música alivia
Esta investigación ha demostrado por vez primera que en la sensación de dolor están implicadas varias regiones del córtex cerebral, pero que no hay un centro del dolor específico en el cerebro, sino muchas regiones corticales y subcorticales que se activan durante la experiencia dolorosa. La investigación ha probado asimismo que la distracción representa un medio eficaz de atenuar la sensación de dolor y, consecuentemente, de modificar la actividad de las regiones cerebrales asociadas a la experiencia dolorosa. Los sujetos investigados afirman que el dolor disminuye cuando se concentran en percibir cambios en los sonidos musicales, pero que aumenta si su atención se centraba en detectar la intensidad del dolor. En ambos casos, la actividad cerebral se modifica. La investigación demuestra claramente la disociación que existe entre las dimensiones sensorial y afectiva del dolor y confirma que el córtex anterior está relacionado con la respuesta emocional y que el córtex somatosensorial con la dimensión sensorial, es decir, con la calidad e intensidad del dolor.
El umbral del dolor también es diferente de una persona a otra y, más particularmente, entre hombres y mujeres, entre los cuales ellos son por lo general más resistentes. En cualquier caso, la hipnosis puede ayudar mucho a corregir los efectos subjetivos del dolor, según los investigadores.
Cuando a un paciente sometido a observación se le sugiere bajo la hipnosis que va a recibir una dolor muy intenso cuando introduzca la mano en un depósito de agua caliente, sus circuitos neuronales se activan antes de que si se le sugiere que el dolor será insignificante. La señal de aviso se modifica a partir de la médula espinal y llega hasta el cerebro.
La imaginería cerebral (tomografía por emisión de positrones) ha permitido establecer al respecto que algunas partes del cerebro se modifican cuando el sujeto descubre sensaciones que van a ocurrir y que la reacción a estas sensaciones depende en gran parte de la experiencia subjetiva que haya tenido el paciente respecto al dolor.
Dolor subjetivo
Eso quiere decir que una gran parte de la sensación dolorosa la fabrica el sujeto a partir de su experiencia, independientemente del efecto real que un episodio doloroso tenga sobre su cuerpo. El dolor es una sensación esencial a la supervivencia y sin experiencia del dolor no puede haber reflejo protector, ni miedos, ni prevención de riesgos. Sin embargo, está claro que el nivel de tolerancia varía según cada sujeto: de los sujetos investigados, sintieron más dolor los que fueron advertidos de que el agua estaba muy caliente, lo que demuestra según los investigadores que hay una componente subjetiva o afectiva en la arquitectura del dolor que coexiste con las sensaciones reales de dolor, proporcionales al efecto del calor en el caso del experimento. Otro elemento que se desprende de la investigación es que la sugestión de pensamientos positivos bajo hipnosis o incluso la distracción de la atención por la música, constituyen estrategias eficaces para atenuar el dolor con la misma intensidad que los analgésicos. Los estudios de imaginería cerebral confirman también al respecto que la intervención psicológica del sujeto tienen efectos tangibles en el cerebro y modifican la actividad de las regiones cerebrales implicadas en la percepción del dolor.
Existe así una distinción básica entre la dimensión sensorial del dolor, que describe la intensidad, la localización que describe la dinámica espacio temporal, y por último la dimensión afectiva que describe las emociones asociadas a la sensación dolorosa.
La música alivia
Esta investigación ha demostrado por vez primera que en la sensación de dolor están implicadas varias regiones del córtex cerebral, pero que no hay un centro del dolor específico en el cerebro, sino muchas regiones corticales y subcorticales que se activan durante la experiencia dolorosa. La investigación ha probado asimismo que la distracción representa un medio eficaz de atenuar la sensación de dolor y, consecuentemente, de modificar la actividad de las regiones cerebrales asociadas a la experiencia dolorosa. Los sujetos investigados afirman que el dolor disminuye cuando se concentran en percibir cambios en los sonidos musicales, pero que aumenta si su atención se centraba en detectar la intensidad del dolor. En ambos casos, la actividad cerebral se modifica. La investigación demuestra claramente la disociación que existe entre las dimensiones sensorial y afectiva del dolor y confirma que el córtex anterior está relacionado con la respuesta emocional y que el córtex somatosensorial con la dimensión sensorial, es decir, con la calidad e intensidad del dolor.
El umbral del dolor también es diferente de una persona a otra y, más particularmente, entre hombres y mujeres, entre los cuales ellos son por lo general más resistentes. En cualquier caso, la hipnosis puede ayudar mucho a corregir los efectos subjetivos del dolor, según los investigadores.
AUTOR : Yaiza Martínez
http://www.portaldehipnosis.com/articulos/121_140/125.htm
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