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domingo, 16 de octubre de 2011

REGRESIÓN TERAPÉUTICA

Las experiencias traumáticas que hemos vivido en el pasado –muchas de las cuales ni siquiera somos capaces de recordar– pueden ser el origen de algunas dolencias, a veces, crónicas. Y la clave para mejorar nuestro estado psicofísico podría pasar por someternos a una regresión terapéutica. A continuación les ofrecemos algunos casos que ilustran esta hipótesis regeneradora.
Se ha hablado mucho sobre el supuesto efecto terapéutico que las regresiones provocan en las personas. Como en casi todo, unas voces hablan a favor de esta técnica y otras no. Autores como, por ejemplo, el psiquiatra Brian Weiss (MÁS ALLÁ, 85 y 163), de la Universidad de Yale (EE.UU.), abogan a favor del poder curativo de las regresiones y nosotros hemos querido comprobarlo. Para ello hemos contado con la inestimable colaboración de Mario López, terapeuta en activo especializado en regresiones, quien ha obtenido importantes resultados en este campo. Pero antes de comenzar a explicar algunos de los sorprendentes casos que este terapeuta ha tratado es importante definir el terreno en el que nos movemos.
¿Qué es exactamente la regresión? Esta técnica consiste en revivir algún recuerdo doloroso de nuestra vida –que quizá hayamos olvidado– con el fin de borrar de nuestra mente los traumas y los miedos que nos ha generado. Revivir un recuerdo suele llevar asociada una emoción. En la regresión se procura reconocer esa emoción dejándola a continuación marchar, liberándola, para quedarnos solo con el recuerdo, sin el sufrimiento asociado a dicha emoción. Para que la regresión sea efectiva es muy importante que el método que se sigue sea homogéneo y dinámico. El ambiente debe ser agradable, debe haber muy poca luz, ya que esta, por poca que sea, al entrar en los ojos activa el cerebro e impide una correcta relajación. “Si hay mucha luz –explica Mario López a MÁS ALLÁ– utilizo un pañuelo o antifaz. Además, a veces pongo música relajante, que sirve para desconectar del exterior y conseguir una mayor interiorización. Hay que tener especial cuidado con la música que se escoge, ya que esta también nos puede influir emocionalmente y cambiar nuestro estado anímico”.
El acto de respirar
La persona debe estar cómoda, preferiblemente tumbada. Se suele tener a mano una manta por si le entra frío y pañuelos de papel, ya que durante el proceso se van a “mover” emociones. Se empieza con respiraciones profundas y lentas, poniendo especial atención en el acto de respirar. El fin de todo esto es rebajar la actividad cerebral para conectar con el hemisferio derecho del cerebro, donde residen la memoria, los sentidos, la visualización, las emociones y la intuición, y que nos lleva a conectar con la conciencia. Por conciencia entendemos la expresión real de nuestro ser, ese pensamiento o “vocecita” que todos tenemos dentro y que nos indica por dónde debemos ir en la vida. Se la conoce de muchas formas (el Buda, el maestro interno, el Yo superior, etc.). Tiene conocimiento de todo lo que nos ocurre y su única expresión es el amor.
“También se activa lo que llamo la `mente parlante´ –explica Mario López–, que son todos esos pensamientos que no paran de hablarnos del pasado y el futuro, nunca del presente, y que se lamentan de cosas que ocurrieron, que hicimos o que dejamos de hacer”.
Durante la regresión hay que dejar que las situaciones fluyan sin esperar nada en especial, limitándonos a observar de manera relajada. En el caso de que aparezca un pensamiento de que todo lo que estamos experimentando es producto de nuestra imaginación hay que ignorarlo. Si nos dejáramos llevar por esa clase de pensamientos nos activaríamos cerebralmente y de nuevo aparecería la “mente parlante”, lo que nos provocaría la desconexión del lado derecho del cerebro. El objetivo es desconectar de la lógica, que se alimenta de nuestras experiencias. Ella no debe saber lo que estamos percibiendo. La lógica se corresponde con el cuerpo mental y sentir se corresponde con el cuerpo emocional. Se trata, por tanto, de observar, como si fuera una película, evitando hacer juicios sobre lo que vemos, dejando aflorar únicamente las emociones que se van produciendo en nuestro interior.
“Siempre procuro que la conciencia de la persona lleve el timón de la regresión, le doy su tiempo para que se exprese. Comienzo pidiéndole que muestre algo del pasado para sanarlo aquí y ahora –explica Mario López–. La conciencia sabe lo que necesitamos en cada momento y conoce el orden perfecto en el que deben aflorar las diferentes situaciones hasta que seamos capaces de comprender. En las regresiones nunca sale nada que no podamos afrontar”.

http://www.masalladelaciencia.es/salud-alternativa/252-regresion-terapeutica-una-puerta-a-nuestro-interior

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