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domingo, 16 de octubre de 2011

LAS ÚLTIMAS PROFECÍAS BÍBLICAS

Después del inquietante y polémico libro El código secreto de la Biblia (1997), su autor, el periodista Michael Drosnin vuelve sobre el tema con otro estudio no menos revelador que el anterior, que dará mucho que hablar... Se trata de El nuevo código secreto de la Biblia (Planeta). Éste es un adelanto del libro que, entre otras cosas, augura un cruento holocausto atómico para 2006.
De repente, una de las torres se derrumbó. Simplemente se vino abajo. Después, se desplomó la segunda. Ambas desaparecieron para dejar una nube de polvo que lo invadía todo. En un instante, desaparecieron las dos.

Mi mente no podía asumir la magnitud de la tragedia que habían presenciado mis ojos. Se trataba de una desgracia de dimensiones bíblicas; parecía una de aquellas terribles profecías del Antiguo Testamento.Corrí escaleras abajo en busca del antiguo código que almacenaba mi ordenador: el código de la Biblia. Sospechaba que allí podría encontrar la confirmación de lo ocurrido; la revelación de lo que estaba por venir.Ese código secreto, descubierto por un célebre matemático israelí, ya había desvelado otros terribles eventos ocurridos miles de siglos después de que fuese escrita la Biblia.Ahora me revelaba a mí lo que acababa de presenciar. Lo que recién habían visto mis ojos desde mi azotea estaba escrito en la pantalla de mi ordenador en caracteres hebreos.Este texto de tres mil años de antigüedad tenía codificada la expresión “Torres Gemelas”. Un poco más allá se podía leer “Avión”. Y a estas palabras se le cruzaba la siguiente frase: “Provocó su caída, su derrumbamiento”.
Era cierto. Lo que acababa de presenciar aquel 11 de septiembre de 2001 se hallaba codificado en un texto de tres mil años de antigüedad.
Visita a líderes mundialesDurante cinco años había estado advirtiendo a líderes gubernamentales de todo el mundo de que una antigua profecía iba a convertirse en realidad, que el Apocalipsis anunciado por las tres grandes religiones occidentales estaba codificado en la Biblia, que nos íbamos a tener que enfrentar a un Armagedón real –una guerra mundial nuclear que empezará con un atentado terrorista en Oriente Medio- dentro de una década.El presidente Clinton había recibido en Camp David mi libro y una carta donde le advertía de que nos enfrentábamos a una guerra en Tierra Santa que podría engullir a todo el mundo.Me he sentado junto a Yasir Arafat en su cuartel de Ramala, con Simon Peres en Tel Aviv, con el hijo de Ariel Sharon en Jerusalén, con el jefe del gabinete de la Casa Blanca de Bill Clinton y les he dicho que es posible que sólo dispongamos de cinco años para salvar al mundo.
¿Será asesinado Arafat?En la medianoche del 12 de abril de 2001, después de siete meses de intifada, un coche sin matrícula llegó a mi hotel en la frontera entre el este y el oeste de Jerusalén para recoger una carta que había escrito para Yasir Arafat. “Tengo información de que su vida está en peligro”, decía mi carta. “La advertencia procede de la misma fuente que predijo que Itzhak Rabin sería asesinado, un año antes de que fuese muerto”.En ningún caso esperaba que Arafat quisiese recibirme. Cómo iba a pensar que el líder de los palestinos fuese a estar interesado en el Libro Sagrado de su enemigo o en advertencias codificadas en hebreo, especialmente en ese momento de crisis.Pero el hecho es que Arafat creía en las profecías. Había estado intentando llegar a él durante un año y todos sus consejeros me habían dicho lo mismo. “Arafat lo tomará en serio”, me había dicho su ministro de Asuntos Exteriores, Nabil Sha’ath.
Y a la 1.15 de la mañana, me despertó una llamada urgente pidiéndome que acudiese a entrevistarme con Arafat al día siguiente. “El presidente ha leído su carta y desea verle –me dijo, nervioso, su jefe de gabinete-. ¿Podrá quedarse hasta mañana?”
El viernes 13 de abril de 2001, a las 21 horas, llegué al edificio, fuertemente resguardado, donde se hallaba Arafat. Entonces le mostré la tabla del código donde aparecía su nombre –“Yasir Arafat”- con las mismas palabras fatídicas que marcaron el destino de Rabin: “asesino que asesinará”.Arafat observó atentamente la tabla y el labio le empezó a temblar. Su mano estaba agitada y, sin embargo, no parecía sorprendido.Aun así, no es tarea fácil decirle a nadie que es posible que lo vayan a asesinar, especialmente cuando lo tienes sentado enfrente. Y el hecho de que Arafat creyese en el código, no hacía más que ponerme las cosas más difíciles.
“Aquí tenemos tres claras advertencias que hacen referencia a su persona”, le dije, señalándoselas en la tabla. Yo traducía el texto del hebreo al inglés y el jefe de su equipo de negociación, Saeb Erecta, traducía mis palabras del inglés al árabe. En cualquier caso, Arafat me miraba directamente a los ojos mientras hablaba.
“Asesino que asesinará –dije, leyendo las palabras codificadas en voz alta-. Y también hemos hallado lo siguiente, `el emboscador lo matará´ y cruzando ésta otra expresión: `pistoleros de Yasir Arafat´.”
¿Plaga de viruela en 2005?Mientras esperaba un posible encuentro con Sharon fui a ver al militar más influyente en la esfera de poder de la inteligencia israelí.
ALEl general Yossi Kuperwasser estaba a cargo de los análisis de la inteligencia. Toda la información que reunían los espías israelíes, todos los datos procedentes de los satélites norteamericanos y europeos, iban a parar a su despacho.El lunes 15 de abril de 2002 me reuní con él en Kirya, el cuartel general del ejército israelí, en el corazón de Tel Aviv.
Kuperwasser no necesitaba que nadie le convenciese. Aunque no era religioso, creía en el código de la Biblia.
-Hace varios años me encontraba en el aeropuerto buscando algo que leer y tropecé con su libro –me dijo-. Nosotros tenemos que estar atentos a cualquier advertencia de peligro.
Nuestro amigo mutuo, el científico y general Isaac Ben-Israel, ya le había informado a Kuperwasser de los nuevos peligros de que advierte el código de la Biblia. En este preciso momento, le enseñé algunas tablas codificadas.
-La palabra “viruela” está codificada junto a “2005” –le dije al general.Miró la tabla donde aparecía el año predicho y vio que el texto directo de la Biblia que cruzaba con “viruela” decía “los muertos en la plaga fueron 14.700”.
-Ésas son las palabras originales de la Torá –dijo Kuperwasser, sorprendido-. Se aproxima enormemente a nuestras estimaciones del coste de vidas de un ataque de ese tipo.
-Tanto “Jerusalén” como “Tel Aviv” también aparecen codificadas junto a “viruela” y “fin de los días” –le dije, mostrándole las tablas impresas de ordenador.
El código secreto de la Bíblia
Bin Laden será castigadoCuando Estados Unidos lanzó su ataque sobre Bin Laden y sus aliados talibanes en Afganistán, el 7 de octubre de 2001, y la CIA informó al Congreso de que las probabilidades de que hubiese otro importante atentado terrorista eran “del ciento por ciento”, busqué en el código de la Biblia las dos palabras cruciales: “Bin Laden”.
El terrorista más buscado, decía el código, se convertirá en un fugitivo, huyendo constantemente de lugar en lugar.
“Ciudad de refugio” aparece dos veces en el texto directo de la Biblia y en el mismo lugar. El significado original de esos versículos es muy significativo. Hablaban de las antiguas “ciudades refugio” donde un “asesino” podía escapar a su castigo y que la única manera de matarlo era en caso de que saliera de su refugio. Quizá ésa era la manera como le gustaría ser atrapado a Bin Laden.

“Capturado” estaba, de hecho, codificado paralelamente a “Bin Laden”, sugiriendo que en un momento dado sería encontrado.

En realidad, donde se hallaba codificado “Bin Laden”, junto a “el próximo terrorista”, el texto oculto afirmaba, “se movió y fue asesinado”.
Pero el código de la Biblia decía claramente que Bin Laden no sería detenido en Afganistán. El código parecía afirmar que escaparía al ataque norteamericano en sus escondites y campos de entrenamiento y reestablecería su red de terror desde una base en otro punto de Oriente Medio.

El código de la Biblia hacía mención a un lugar exacto. Cruzaba por dos veces al nombre de “Bin Laden” y especificaba claramente la localización de su “cuartel general del ejército”. La misma localización también estaba vinculada a las diferentes expresiones del último peligro, entre las que se contaban “arma atómica”, “holocausto atómico”, “ataque químico” y “la próxima guerra”.

Esta misma localización, en el desierto, que nunca había aparecido en un informe de inteligencia también estaba codificada junto a los dos objetivos más probables: “Nueva York” y “Jerusalén”.

Sin perder tiempo, les entregué la información a miembros destacados de la inteligencia militar israelí y estadounidense. Les dije que ello “podía estar relacionado con Bin Laden y su organización, Al Qaeda”. También añadí que “podría tratarse de la localización de armas no convencionales, quizá la fuente de la amenaza más importante para Israel y EE. UU.”.
Misil guiado contra Nueva YorkDesde el 11 de septiembre, era obvio que el mundo se enfrentaba a una época de peligros sin precedentes. En el verano de 2002, con la economía cayendo en picado, con Oriente Medio en estado de guerra y Bin Laden en paradero desconocido, investigué de nuevo el código de la Biblia, con la seguridad de que los peligros reales estaban todavía por venir.

“Ataque atómico” estaba codificado junto a “misil”.

También aparecía “ataque químico” junto a “misil”.

Los dos objetivos más probables eran “Nueva York” y “Jerusalén”.

El código de la Biblia parecía afirmar que todavía tendría que ocurrir un gran ataque sobre la ciudad de Nueva York. Las palabras “misil” y “guiado” estaban ambas codificadas junto a “Nueva York”, lo que sugería que el atentado contra las Torres Gemelas era sólo el primer golpe de una guerra terrorista, pero ni el peor ni el último.

En el código, distinguimos claramente dos años cruciales asociados a “Nueva York”: “En 5761” (2001), el año del ataque del 11 de septiembre y “en 5764” (2004). A 2004 le cruza la expresión “por el fuego de un misil”.

“Jerusalén” está codificado junto a “holocausto atómico” y “guerra mundial”. También aparece junto a “Bin Laden”.

El código de la Biblia sugiere claramente que el mundo se enfrentará a una época de terror a una escala completamente diferente de lo que hemos experimentado hasta el momento.

La yihad seguirá su camino con Bin Laden o sin él. El código de la Biblia afirma claramente que la red terrorista de Al Qaeda continuará “después de Bin Laden”.
El fin de los díasLa advertencia del código de la Biblia, el aviso final que encierra el mensaje del “fin de los días” no hace referencia al 11 de septiembre. Los hechos del 11 de septiembre pueden ser sólo la preparación para algo mucho peor: el “fin de los días”.

Cuanto más analizamos las advertencias del código de la Biblia, más claramente vemos que el peligro está centrado en el año 2006. Ése es el año más claramente codificado con “holocausto atómico” y “guerra nuclear” y también con “fin de los días”.

Si la cuenta atrás comienza el 11 de septiembre de 2001, entonces contamos con cinco años para ganarnos la supervivencia.

Una nueva ojeada al código de la Biblia nos revela los siguientes mensajes: “holocausto atómico” junto a “en 5766”, es decir, en el año 2006.

En otra tabla, la expresión “guerra mundial” está codificada junto al mismo año: “en 5766”.

Escuchemos, de nuevo, lo que el científico que descubrió el código de la Biblia, el doctor Rips, dijo acerca de las probabilidades matemáticas de encontrarnos juntos “holocausto atómico”, “guerra mundial” y “fin de los días” junto al mismo año, 2006: “las probabilidades de encontrar ese conjunto de coincidencias por azar es de menos de uno entre cien mil”.

Y, con su personalidad característica, el doctor Eliyahu Rips aún dejaba abierta la puerta a la esperanza. Me hizo notar que donde se hallaba codificado el año hebreo de “5766” junto a “en el fin de los días”, Moisés, en el texto directo de la Biblia, advertía de “seguro que la calamidad les sobrevendrá en el fin de los días”.

Abrió la Biblia y leyó un pasaje del Deuteronomio en el que Moisés decía sus últimas palabras antes de morir, planteando dos alternativas a la maldad, el camino de la maldad y el de la rectitud.

“No es una predicción –dijo Rips-, sino una advertencia de qué es lo que puede suceder, según lo que hagamos.”

Sin hacer ninguna referencia bíblica, eso es exactamente lo que le había dicho a todos los gobernantes que había visto. El código de la Biblia pone sobre la mesa probabilidades, no habla de hechos irremediables. En el fondo, nuestras acciones son las que determinan lo que sucede.

El código de la Biblia no predice que todos moriremos en el año 2006. Es una advertencia de que, si no cambiamos nuestro futuro, “podríamos” morir en el año 2006. Lo que hacemos aquí y ahora, en la Tierra, determinará nuestro destino.
http://www.masalladelaciencia.es/reportajes/reportajes/192-las-ultimas-profecias-biblicas

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