Las grasas proscritas de la dieta
Mejoran el aspecto de la comida, hacen que dure más e, incluso, la vuelven irresistible al paladar. Sin embargo, numerosos estudios afirman que las grasas 'trans' son una bomba para el corazón. Cuando se cumplen dos años de su 'prohibición' en Dinamarca, el empleo de estos lípidos en la alimentación continúa generando polémica en todo el mundo.
En 2004, el gobierno danés se convirtió en el primero en desterrar de su territorio a los ácidos grasos trans a través de una ley que prohíbe la presencia de más de un 2% de este lípido en cualquier alimento. Desde hace menos de un año, Canadá y Estados Unidos exigen detallar su presencia en el etiquetado de cualquier producto y ya son varias las ciudades norteamericanas las que parecen querer declarar la guerra a estos lípidos.
Mientras, en Europa, la situación es bien diferente. La polémica está servida en algunos países, como Reino Unido, y en otros el tema no parece prioritario. En nuestro país, la estrategia NAOS del Ministerio de Sanidad y Consumo para combatir la obesidad propugna reducir progresivamente la presencia de estas grasas en los productos alimenticios; sin embargo, aún no existe una normativa legal al respecto.
¿Qué son las 'trans'?
Las grasas trans están presentes de forma natural en los rumiantes, como las vacas u ovejas. Se generan a causa de la acción de determinadas bacterias en los estómagos de estos animales y se encuentran, en pequeñas cantidades, en su carne y los productos lácteos enteros. Sin embargo, no son este tipo de grasas las que preocupan a especialistas de todo el mundo, sino las que tienen su origen en la manipulación industrial. A través de un proceso llamado hidrogenación es posible obtener este tipo de lípidos a partir de ciertas grasas vegetales. De forma sencilla y barata se obtienen así grasas y aceites de fritura que son muy útiles para la industria alimentaria, ya que permiten mejorar la perdurabilidad, el sabor y la textura de los productos. Nacieron en la primera década del siglo XX, aunque su proliferación no llegó hasta los años 60. A partir de entonces, se extendieron rápidamente por su bajo coste y ya que se creía que eran un buen sustitutivo de las grasas de origen animal (saturadas), que, en exceso, tienen un efecto nocivo para la salud. Pronto pasaron a formar parte de muchos de los productos de bollería, tentempiés, horneados y artículos de comida rápida que millones de personas consumen cada día.
"El consumo de grasas saturadas conlleva un considerable daño potencial y, sin embargo, ningún beneficio aparente", apuntan los autores de este estudio en el que se recuerda que ingerir cinco gramos diarios de estos lípidos aumenta un 25% el riesgo de infarto.
La publicación de este trabajo en el 'New England', que además instaba al gobierno británico a tomar cartas en el asunto, provocó una oleada de reacciones. En agosto, cuatro grandes supermercados británicos anunciaron su decisión de retirar los ácidos grasos trans de sus propios productos. Poco tiempo después, grandes empresas como Kellogg’s, Nestlé o Cadbury Schweppes secundaron esta medida anunciando su intención de reducir o retirar por completo estos lípidos de sus artículos.
Hasta la fecha, el gobierno británico no ha preparado ninguna ley al respecto y la polémica sigue servida gracias, sobre todo, a la actuación de Oliver Ticket, líder de TFX, una campaña que reclama una ley que obligue al sector alimentario (incluidos los restaurantes)a excluir por completo los ácidos grasos trans de sus artículos.
Muchos alegan que la ausencia de legislación sobre estos lípidos se debe a las posibles protestas de la industria, que podría alegar grandes dificultades y pérdidas económicas si los procesos de producción y elaboración tuvieran que ser modificados o, incluso, una pérdida en el sabor y la calidad de los productos.
Wenceslao Moreda recuerda que aunque más caros y costosos, existen procesos como las transesterificaciones, que permiten obtener grasas de textura similar a las trans que no son tan perjudiciales para la salud. Un artículo publicado hace unos días en el New York Times ratifica sus palabras y repasa los beneficios registrados en la salud de los habitantes de Dinamarca, un país en el que las "patatas siguen siendo crujientes, los pasteles riquísimos, y el pollo frito sabroso".
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2006/10/27/corazon/1161966270.html
“Dios es amor mejor con humor” trata de acercar El Antiguo Testamento a todos. La dosis de humor intenta facilitar la comprensión del Libro Santo. Siempre con respeto y con matices didácticos nunca pierde la parte espiritual y sensible de un conjunto de textos tan antiguos como actuales. Para traernos a un Dios que sigue con nosotros. Que nos perdona a pesar de las torpezas y debilidad del hombre. Que sigue con el pueblo elegido. Porque los elegidos somos los que nos dejamos elegir.
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