Depardieu da plantón a los jueces de París El actor, que prosigue su periplo en Suiza y Montenegro, empeora las tensas relaciones entre Francia y Rusia
"La farsa" –así definen hoy el caso Gérard Depardieu fuentes del Elíseo en Le Monde- continúa. El actor y empresario francés, de 64 años, ha dado este martes plantón a los magistrados de París que le habían citado a un juicio rápido para que se declarara culpable de la acusación de conducir en estado de embriaguez. Depardieu no compareció ante la Fiscalía, y será llamado en los próximos días para ser juzgado en unos meses ante un tribunal ordinario. El actor sufrió un accidente de moto en París el pasado 29 de noviembre, y al ser sometido a la prueba de alcoholemia dio 1,8 gramos de alcohol por litro de sangre, cuando el máximo legal es de 0,5 gramos.
Aunque la ausencia del actor era previsible, decenas de periodistas esperaban a Depardieu ante el palacio de Justicia de París. Su abogado, Éric de Caumont, explicó que el actor no pudo asistir a la vista por “razones profesionales”, ya que debía “terminar una película”. En realidad, según informó la televisión BFMTV, Depardieu se encontraba en Montenegro para asistir a un festival de cine. “Él quería venir pero no ha podido porque tenía que acabar con sus productores una película importante que se presentará en Nueva York en la segunda decena de enero”, afirmó el letrado, que ironizó: “Como ustedes saben (Depardieu) ha tenido un uso del tiempo bastante movido últimamente”.
Tras pasar el fin de semana en Rusia y recibir su flamante pasaporte ruso, que le entregó en mano el presidente Vladimir Putin en Sochi, el actor había viajado el lunes hasta Zurich para asistir a la gala del Balón de Oro. Según su abogado, el intérprete de ‘Los Rompepelotas’ tiene intención de comparecer ante la justicia cuando esta le cite de nuevo. Al no ser reincidente en los últimos cinco años, Depardieu afronta una multa de 4.500 euros y la pérdida de 6 puntos del carnet, aunque podría ser condenado hasta dos años de cárcel y a la anulación o suspensión del permiso de conducir durante tres años.
En 1998, el actor y viticultor, que es también dueño de varios restaurantes, ya afrontó una acusación similar. Cuando llegaba a Versalles en moto para el rodaje de Astérix, se cayó y se hirió una pierna. En la carta que Depardieu envió en diciembre pasado al primer ministro, Jean-Marc Ayrault, para justificar su exilio fiscal en Néchin (Bélgica), el actor escribió: “Yo no tiro la piedra contra los que tienen colesterol, hipertensión, diabetes o (beben) demasiado alcohol ni contra quienes se quedan dormidos en su moto: soy uno de ellos”.A medio camino entre la anarquía, la provocación, el ego y el esperpento, el caso Depardieu es la historia que más apasiona hoy a los franceses, que se dividen entre quienes consideran un insulto y un modelo de insolidaridad la huida fiscal del millonario actor, y quienes ven en el hombre que ha dado vida a Obélix, Cyrano y Balzac a un estandarte contra la política fiscal de François Hollande.
Para la derecha, el anuncio del exilio fiscal de Depardieu responde a la falta de sensibilidad hacia los emprendedores y los ricos que encierra el “bombardeo fiscal” de los socialistas. Para la izquierda, el amigo del expresidente Nicolas Sarkozy se ha embarcado en una huida hacia adelante y ha perdido el control de sí mismo.
Le Monde dedica al affaire la portada de su edición de hoy y dos páginas interiores, y cuenta que la concesión de la nacionalidad rusa por parte de Putin al icono del cine francés es solo el último síntoma de la creciente “irritación” bilateral, en un momento en que la relación entre el Kremlin y el Elíseo es particularmente tensa. En el análisis, fuentes oficiales recuerdan que “Rusia siempre ha preferido que gobernara la derecha en Francia”, se cuenta que Putin está indignado con la Comisión Europea por la apertura de una investigación antimonopolio contra el gigante ruso Gazprom, y se subraya la calurosa bienvenida de Putin a Sarkozy en noviembre pasado cuando fue invitado por el oligarca Mikhaïl Friedman. Y en tono más ligero, se revela que el entorno de Hollande bromea con la posibilidad de conceder pasaportes franceses a las integrantes del grupo Pussy Riot, condenadas a dos años de cárcel “por cantar una canción” contra Putin.
El problema humano lo trata Jean-Louis Livi, antiguo agente de Gérard Depardieu, que afirma que la provocación rusa del gran defensor de la excepción cultural gala, un “hombre muy inteligente”, revela su “profundo malestar” y su “fragilidad”, y es una “forma de suicidio” y a la vez “una manera de preguntar a los franceses si le aman de verdad”.
“Dios es amor mejor con humor” trata de acercar El Antiguo Testamento a todos. La dosis de humor intenta facilitar la comprensión del Libro Santo. Siempre con respeto y con matices didácticos nunca pierde la parte espiritual y sensible de un conjunto de textos tan antiguos como actuales. Para traernos a un Dios que sigue con nosotros. Que nos perdona a pesar de las torpezas y debilidad del hombre. Que sigue con el pueblo elegido. Porque los elegidos somos los que nos dejamos elegir.
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