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domingo, 7 de septiembre de 2014

'Chispazos' para recuperar la memoria

'Chispazos' para recuperar la memoria

  • Estimular el cerebro con corrientes eléctricas no invasivas mejora la memoria a corto plazo

Si usted es una de esas personas cuya memoria no es tan buena como desearía o si tiene un familiar afectado por una demencia o Alzheimer, seguro que le interesará saber que investigadores de la Universidad Northwestern de Chicago han logrado mejorar la memoria en 16 personas con una técnica indolora y sin efectos secundarios. De momento, el experimento sólo se ha hecho en voluntarios sanos, sin ningún problema neurológico, y los cambios sólo permanecen 24 horas tras la estimulación, pero tanto los expertos involucrados en este estudio como otros ajenos a él consideran que es un buen inicio para intentar probar este método en pacientes y ver si tiene un efecto terapéutico.
Hace años se pensaba que la memoria se almacenaba en pequeñas estructuras que, a modo de cajones estancos, podíamos abrir cuando quisiéramos. Las numerosas investigaciones sobre el tema y ciertas aportaciones como las del neurocientífico español Joaquín Fuster han hecho que esta concepción vaya cambiando y que ahora se contemple la memoria como fruto de una actividad neuronal en red. Ese cambio ha sido clave para poder aplicar una técnica que se dirige sobre la corteza cerebral, la capa más externa del cerebro, y que actúa en el hipocampo, donde reside la memoria.
Las conexiones que se establecen entre neuronas y estructuras del cerebro, controladas especialmente desde el hipocampo, son clave para la memoria y su plasticidad. Nuestros recuerdos son maleables, así como lo puede ser la adquisición de nuevos aprendizajes. Sin embargo, en ciertas enfermedades como las demencias o el Alzheimer, las personas aunque logran acordarse de hechos acontecidos hace decenas de años son incapaces de recordar lo que han comido pocas horas antes o, simplemente, el hecho de haber comido. «En el Alzheimer hay memoria retrógrada porque ésta se encuentra en la corteza. El problema de estas personas es que no pueden adquirir nuevos recuerdos, ya que esta función se encuentra sobre todo en el hipocampo», explica María de Ceballos, del departamento de Neurobiología Celular, Molecular y del Desarrollo del Instituto Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Precisamente en esta zona es sobre la que han actuado los investigadores de la Universidad Northwestern, pero no directamente, sino a través de la estimulación magnética transcraneal en la capa más externa del cerebro. Se trata de una técnica que se viene utilizando desde hace varias décadas aunque no fue hasta 2009 cuando la agencia estadounidense que regula los medicamentos y productos sanitarios (FDA) aprobó el primer dispositivo para suministrar esta terapia. Inspirado en el electroshock, este método es mucho menos invasivo ya que no provoca convulsiones, contracturas musculares o dolor, por eso no requiere de ningún anestésico o medicación previa a su uso.
Consiste en generar un campo magnético a partir de una corriente eléctrica que pasa por una bobina de cable de cobre. Este campo es capaz de penetrar en la piel y el hueso, activando principalmente la zona más superficial del cerebro, es decir, la corteza cerebral. Hasta el momento, se ha venido empleando para la depresión resistente, el trastorno de estrés postraumático, el obsesivo-compulsivo, y en otras patologías no psiquiátricas. Sin embargo, hasta ahora no se había evaluado su utilidad en problemas que tienen su origen en zonas más profundas del cerebro.
La novedad que han incorporado los investigadores estadounidenses es encontrar una forma de llegar al interior del cerebro. «Mediante el uso de la resonancia magnética funcional, (MRI), fuimos capaces de identificar y manipular las interacciones entre las regiones corticales y una estructura profunda dentro del cerebro llamada el hipocampo. Ningún estudio previo ha utilizado este enfoque con el fin de dirigirse al hipocampo. Además, la mayoría de trabajos previos con estimulación magnética transcraneal se limitan a las regiones superficiales del cerebro y no han tenido en cuenta la estimulación de redes neuronales que son importantes para habilidades como la memoria», explica a EL MUNDO el investigador principal, Joel Voss.
Las estructuras cerebrales son ligeramente diferentes de una persona a otra y puede variar su localización en unos centímetros. Por eso, a los 16 voluntarios sanos que participaron en este experimento se les realizó previamente a cada uno de ellos una resonancia magnética con el fin de identificar la zona exacta de su corteza cerebral que se conecta más activamente con el hipocampo. Una vez marcada, se les realizó una serie de pruebas para medir su memoria. Después se sometieron a sesiones de estimulación de 20 minutos durante cinco días.
Tras realizarles las pruebas para evaluar su capacidad para recordar, se comprobó que su memoria había mejorado, según muestran los resultados del estudio publicado en la revista Science.
«Hemos demostrado por primera vez que es posible cambiar las redes neuronales de la memoria del cerebro humano. Estos cambios permanecen al menos 24 horas después de la estimulación y fueron responsables de una mejora en la capacidad para aprender nueva información», asegura Voss.
Para el investigador, los resultados son muy importantes para personas con Alzheimer u otras demencias ya que, como explica, «las conexiones neuronales que hemos cambiado están afectadas en las personas que tienen problemas de memoria por la vejez, así como en enfermedades como el Alzheimer. Sin embargo, todavía no sabemos si beneficiará a estos pacientes o si es seguro en ellos. Estamos iniciando un estudio para probar esta técnica en adultos mayores pero sanos así como en personas con Alzheimer en un estadio inicial».
Para Pablo Martínez-Lage, coordinador del grupo de estudios de la conducta y demencias de la Sociedad Española de Neurología, este estudio «abre una línea terapéutica a investigar. Esta técnica podría potenciar la reserva cerebral y utilizarse como herramienta para estos pacientes».
De la misma opinión se muestra María de Ceballos, quien señala que muchas de las alteraciones neurológicas que hay en la depresión se dan en la enfermedad de Alzheimar. Hace años, se hicieron muchos estudios en los que se combinaban ambos tipos de pacientes. Tiene un sentido que se extienda a otro tipo de problemas neurológicos. Esta es una aproximación no muy invasiva por lo que merece la pena investigarse y utilizarse". El inconveniente que le ve de momento a esta técnica es que su efecto no perdura en el tiempo. "Para mejorar la memoria se tendría que dar estimulación transcraneal todos los días".
Borrar las emociones negativas
Al igual que el personaje que interpretaba Jim Carrey en la película Olvídate de mí, muchas personas desearían borrar de su memoria malos recuerdos de vivencias que, por su dramatismo o crudeza, todavía les siguen generando sufrimiento. De hecho, la psicología conductual lleva años trabajando con una técnica que en lugar de eliminar los recuerdos los asocia con una emoción positiva. Para esto no había hasta ahora ninguna explicación biológica. Sin embargo, investigadores del MIT, dirigidos por el premio Nobel Susumo Tonegawa, han logrado explicar qué pasa en el cerebro cuando los sentimientos vinculados a un hecho del pasado cambian. Y lo han conseguido a través de un experimento, publicado en Nature, en ratones a los que han aplicado una técnica denominada optogenética. Consiste en introducir una proteína con un adenovirus en el interior de algunas neuronas del animal que se activarán cuando se proyecte una luz láser sobre el cerebro. Tras exponer a los ratones a una serie de situaciones (negativas y positivas), los investigadores pudieron intercambiar sus emociones sobre ciertos hechos del pasado. Y comprobaron que lo que ocurre es que cambia la conectividad entre el hipocampo (la zona del cerebro donde se alberga el contexto del recuerdo, los detalles neutros) y la amígdala (donde se ubican las emociones). Pero no han sido los únicos en borrar el rastro negativo del pasado. Otro equipo de la Universidad de Harvard lo ha logrado, también en ratones, usando el gas xenon, que se suele utilizar en ciertos anestésicos. Estos dos equipos apuntan a futuros estudios en humanos para analizar el efecto de éstas y otras técnicas sobre el estrés postraumático, la depresión u otras enfermedades.
 
 
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