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viernes, 21 de junio de 2013

'Nos hacen falta 400 millones para 12 nuevos tratamientos'

Bernard Pécoul durante la entrevista.| EM'Nos hacen falta 400 millones para 12 nuevos tratamientos'



Las cifras son importantes en la Iniciativa Medicamentos para las Enfermedades Olvidadas (DNDi, según sus siglas en inglés), una organización sin ánimo de lucro que este jueves recibe el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cooperación al Desarrollo, pero no es lo principal. Son los pacientes el centro de toda su estrategia, cuyos principales objetivos se basan en el desarrollo de fármacos para patologías que o bien no tienen ningún tratamiento o los que hay generan mucha toxicidad.
Bernard Pécoul, director ejecutivo de DNDi, se muestra realista con la situación en la que se encuentra millones de personas. "Las enfermedades olvidadas afectan principalmente a los países en desarrollo y permanecen fuera del mercado mundial que para 2015 supondrá más de un millón de dólares. Entre el año 2000 y 2011 se han desarrollado más de 750 productos farmacéuticos, pero sólo el 3,8% fueron para estas enfermedades", ha explicado en una rueda de prensa en la sede de la Fundación BBVA en Madrid.
No obstante, gracias a DNDi se ha desarrollado desde 2003 seis formatos de medicamentos, dos para la malaria, uno para la enfermedad del sueño, un nuevo combinado para la leihsmaniasis visceral en África, otro para la de Asia y una nueva formulación pediátrica para el mal de Chagas. Sin embargo, "no hemos logrado cambiar totalmente la situación". Porque, según apunta este médico, se precisa reforzar la capacidad de investigación en los países endémicos, a través de plataformas regionales, llevar a cabo estudios técnicos y "ensayos clínicos muy sofisticados en zonas muy difíciles". Para todo esto, y para seguir produciendo terapias dirigidas a problemas aún no resueltos, "nos hacen falta 400 millones de euros con los que queremos desarrollar 12 nuevos tratamientos".
El liderazgo público para estos proyectos es imprescindible, según Pécoul, para que tengan éxito. "De ahí que sigamos realizando campañas de concienciación, muy importantes para luchar contra estas enfermedades" que ocupan el 10,5% de la carga global de enfermedad, según datos de 2010.

Malaria y enfermedad del sueño

Entre los requisitos que se fija esta organización a la hora de desarrollar un fármaco para estos pacientes es que sea fácil de usar, asequible, adaptados al terreno y que no tenga patente. Por ejemplo, los pacientes con malaria no se solían tomar uno de los dos fármacos necesarios para su tratamiento porque uno de ellos tenía muy mal sabor y era el otro (el de las tabletas blancas) el que aliviaba los síntomas, pero el primero impedía las resistencias. Además, esa terapia incluía dos pastillas diarias durante 24 días. DNDi ha logrado desarrollar otra formulación mucho más simple y fácil de tomar, en la que se incluyen los dos fármacos en un solo comprimido, sin ningún sabor, y sólo hay que tomarlo tres días. "Esa facilidad en el tratamiento es fundamental en estos países", apunta Pécoul.
Otro ejemplo de éxito ha sido con la enfermedad del sueño. Hace años sólo existían dos fármacos para este trastorno, uno muy caro y otro más barato pero muy tóxico, basado en el arsénico. Las personas tenían miedo de ser diagnosticadas porque sabían que debían ingresar en un hospital y tenían mucho riesgo de morir. "El ambiente en el hospital era muy difícil, porque el enfermero sabía que podía matar al administrar el arsénico. La gente del pueblo tenía miedo del hospital. Ahora cuando voy al terreno, me dicen que esto ha cambiado por completo para los dos, me dicen que ya no tienen miedo de ir al hospital".
Para el desarrollo de estos fármacos, esta organización ha establecido acuerdos con diferentes compañías farmacéuticas, como GSK o Sanofi. "La situación ha cambiado mucho porque cuando empezamos solo había un proyecto de I+D en una empresa farmacéutica. Hoy en día hay pocas empresas que no tengan proyectos en estas enfermedades. El cambio viene de una presión social, de la motivación por tener una mejor imagen pública externa y también interna, pero también por un motivo económico, porque en el futuro habrá un mercado en países emergentes". Pécoul recuerda una fecha de inflexión en este tipo de acuerdos. Fue enero de 2012, fue durante una reunión en Londres con la Fundación Bill & Melinda Gates, la OMS, el Banco Mundial y 11 CEOs de compañías farmacéuticas. "Aceptaron unos requisitos, muy generales pero que abrieron las puertas. Tras ese acuerdo, fue mucho más fácil negociar el contrato con los otros departamentos de las compañías".
Aunque Pécoul reconoce que la crisis económica ha sido un obstáculo para el desarrollo de DNDi, como el que España -donante de 12 millones de euros a lo largo de siete años- haya parado sus ayudas a esta organización, no ha sido un muro imposible de saltar. "Desde el principio decidimos que hacía falta una diversificación de fondos, de origen público y privados y dentro de cada uno de esos sectores tenemos una gran diversidad. Empezamos con los gobiernos de Europa, pero ahora tenemos una estrategia con países emergentes. Este año contamos con el apoyo de Brasil, estamos hablando ahora con Argentina y con la India".
Con nuevos tratamientos para 17 enfermedades, el número establecido por la Organización Mundial de la Salud, son muchas las personas que se pueden beneficiar cada año: 200 millones de personas en el tratamiento de la malaria; unas 200.000 en la India y 20.000 en África pacientes de leishmaniasis; 350.000 recién nacidos con VIH; y 7.000 afectados por la enfermedad del sueño, entre otros muchos.
Y ellos son sólo la punta del iceberg, pues son los casos clínicos, con síntomas, pero en muchas personas la infección pasa desapercibida pudiendo ser una vía de contagio para otras personas.

http://www.elmundo.es/elmundosalud/2013/06/18/biociencia/1371581277.html

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