Y es que, aunque es bien sabido que las orcas tardan días en enterrar a sus crías cuando éstas mueren, lo que ha observado un equipo de biólogos del Centro de Investigación de Ballenas (en inglés, Center for Whale Research, CWR) establece un récord.
Hasta ahora, pensaban que las orcas y delfines adultos llevaban consigo los cadáveres de sus hijos alrededor de una semana, pues nunca habían visto un proceso de duelo tan largo en estos animales como el que han presenciado este verano.
Según ha informado esta organización dedicada a estudiar y favorecer la conservación de estos gigantes de la naturaleza, fue el pasado 24 de julio cuando sus cámaras captaron a esta mamá orca, a la que han denominado J35, y a su nuevo bebé, que había nacido ese mismo día cerca de Victoria, en la Columbia Británica. Pero cuando el equipo del CWR que estaba en la zona llegó al lugar, apenas media hora más tarde, ya había fallecido.
La madre, sin embargo, impidió repetidamente que el cuerpo se hundiera empujándolo con su cabeza. Las cámaras fotografiaron a la madre arrastrando el cadáver de la cría cerca de la costa de la isla de Vancouver. Nadando junto a él, puso rumbo a la isla de San Juan, en aguas estadounidenses, donde un testigo citado en el comunicado de la CWR aseguró haber presenciado un ritual.
Ritual funerario al atardecer
"Al atardecer, un grupo de cinco o seis hembras se congregó en un círculo cerrado y estrecho, moviéndose en un armonioso círculo durante casi dos horas. Cuando la luz se atenuó, pude ver cómo seguían con lo que parecía ser un ritual o ceremonia, aunque la iluminación era demasiado tenue para ver si el bebé aún se mantenía a flote", declaró este residente de San Juan.En los días sucesivos, la orca siguió arrastrando el cadáver, un comportamiento que muestra el fuerte vínculo que existe entre madre e hijo en estas especies de mamíferos marinos.
En las fotos tomadas el pasado 11 de agosto, la madre ya no lleva el cadáver de su hija y parece estar en buen estado de salud. En ellas se ve cómo caza de manera distendida junto a otros compañeros de manada. "El cadáver probablemente se hundió en las aguas del Mar de Salish", dicen los científicos del CWR, que lamentan no poder disponer del cuerpo para practicarle la necropsia y averiguar la causa de esta nueva muerte en este clan o familia residente de orcas del Pacífico (denominado Southern Resident Killer whales, SRKW), la más pequeña de la franja noreste del Océano Pacífico Norte y que ha sido declarada amenazada tanto en Canadá como EEUU. Según datos de la CWR, en junio de 2018 había en el SRKW 75 ejemplares distribuidos en tres manadas: J (23 individuos), K (18) y L (34).
El bebé fallecido pasa a formar parte de la larga lista de crías recién nacidas de esta comunidad que no han vivido lo suficiente como para demostrar su viabilidad. Los científicos alertan de que en las dos últimas décadas, el 75% de las orcas recién nacidas en la población SRKW de Canadá no han sobrevivido. En los tres últimos años, ninguna de las orcas embarazadas ha logrado descendencia viable. De seguir así, alertan los biólogos, esta comunidad de superdepredadores se enfrenta a una posible extinción.
Entre las principales causas de su declive figura la falta de comida: la estrella de su dieta es el salmón real o chinook (Oncorhynchus tshawytscha), otra especie amenazada y con muchas poblaciones al borde de la extinción.
A nivel mundial, se estima que quedan unas 50.000 orcas, un animal que no deja de sorprender a los científicos por sus fascinantes comportamientos sociales y sistemas comunicativos. Las hembras más viejas constituyen el núcleo de los clanes y ayudan a sus hijos, ya sean machos o hembras, a cuidar a sus crías durante toda su vida.
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