Una primavera de lluvias copiosas y el calor típico de la estación multiplican la presencia de estos insectos que, además de molestos, transmiten cada vez más enfermedades, algunas tropicales como el zika
El
volumen de lluvia de esta primavera ha hecho saltar las alarmas en lo
que a plagas se refiere. Mosquitos, cucarachas, hormigas, garrapatas y
chinches son de las especies más molestan durante el verano y algunas,
además de lo desagradable de encontrárselas, conllevan cierto peligro
por su capacidad de transmitir enfermedades. «La percepción es que es un
verano complicado por las condiciones climáticas previas, si bien
tardío, puesto que ha dejado de llover tarde y en zonas de la cornisa
cantábrica prácticamente ha continuado hasta ahora», explica Antonio
Serrano, director técnico de Animales de Compañía de Zoetis España,
empresa de salud animal. «Resulta contradictorio porque a las especies
que viven en ríos no les ha favorecido tanta agua, por ejemplo, a la
mosca negra.
Sin embargo, los mosquitos que viven en aguas estancadas se
han visto favorecidos», explica Óscar Soriano, entomólogo del
departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva del Museo de Ciencias
Naturales de Madrid (perteneciente al Centro Superior de
Investigaciones Científicas, CSIC).
El de esta mosca es un caso curioso
porque, según cuenta el investigador, su expansión se vio favorecida por
la mejora de la calidad de las aguas: «Empezaron a crecer plantas en
los ríos que con la turbidez no salían y se convirtieron en plaga.
Ahora, gracias a los tratamientos y a que han aparecido depredadores
naturales, se han ido controlando las poblaciones».
Sólo
por poner un ejemplo ilustrativo de lo que ha ocurrido este año, en la
Comunidad de Madrid los bomberos han tenido que realizar tres veces más
actuaciones para recuperar enjambres de abejas que cualquier otro año.
Además, la mayoría de ellas han tenido lugar ya en junio y julio. Y es
que a las lluvias le ha seguido una proliferación de plantas que
incentiva la aparición de especies menos positivas que las polinizadoras
abejas, y la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental
(Anecpla) viene alertando de plagas este verano desde mayo, tanto de
garrapatas en el entorno rural y el urbano, como de mosquitos y
cucarachas.
Garrapatas
A
las lluvias hay que sumar la globalización, el cambio climático, los
cambios demográficos y el aumento del movimiento de personas, animales y
mercancías como factores determinantes en el riesgo de introducción y
propagación de enfermedades infecciosas emergentes, a través, sobre todo
de insectos. Según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) el
28% de ellas se propagan a través de vectores, entre los que se
encuentran las garrapatas y los mosquitos. «Cada vez hay más especies y
cada vez son más las patologías que transmiten. Por ejemplo, los casos
de enfermedad de Lyme se han triplicado en regiones como Galicia»,
exclama Soriano. No todas las garrapatas transmiten enfermedades ni
pican a humanos; existe una cierta especificidad y cada especie de
garrapata propaga (en el caso de que esté infectada) un determinado
agente patógeno.
Algo más alarmante fueron los dos
casos de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo confirmados en 2016 en
Madrid. Se verificó que el origen de la enfermedad era una garrapata que
picó a un hombre durante una excursión por la montaña en la provincia
de Ávila. La transmisión entre el paciente, que terminó por
fallecer, y su enfermera se produjo a través de los fluidos corporales.
La enfermedad es parecida a la del ébola en cuanto a síntomas y
peligrosidad. Tras este acontecimiento, se ha estudiado y verificado la
presencia del virus de la fiebre hemorrágica Crimea-Congo en garrapatas
de Extremadura, Madrid y las dos Castillas, aunque el riesgo de contagio
a personas es muy bajo. Las garrapatas que tienen los perros pertenecen
a otra especie, así que no hay motivo para la alarma, aunque sí «hay
que estar vigilantes», explica Natalia Rodríguez, investigadora de
Instituto de Salud Global (ISGlobal) y médico del Servicio de Salud
Internacional del Hospital Clínic de Barcelona.
En
el caso de los mosquitos «enfermedades como la malaria, que estaban
erradicadas, han vuelto a aparecer en Europa debido a la reaparición del
mosquito Anopheles. También han vuelto los piojos y las chinches
y, en mi opinión, esto tiene algo que ver con que se esté pasando el
efecto en el medio de productos químicos plaguicidas como el DDT»,
afirma Soriano. Otras enfermedades tropicales sonadas como el zika o el
dengue a día de hoy sólo tienen su origen fuera de nuestras fronteras.
«En España las personas que han tenido dengue, chikunguya o zika se han
contagiado fuera de las fronteras. No se ha constatado la transmisión
por ningún mosquito local en España; algo que sí ha pasado en Francia e
Italia», matiza Rodríguez. Estas tres enfermedades no son alarmantes en
principio; los síntomas son como las de una gripe, quizá un poco más
fuerte. «Sin embargo, en el caso del dengue se ha visto que un segundo
contagio sí puede traer complicaciones», matiza Rodríguez. Además, menos
en el caso del zika que sí se puede transmitir vía sexual (de hecho los
dos casos que se han dado en España se transmitieron de esta forma),
las otras dos enfermedades necesitan obligatoriamente la picadura de un
mosquito.
Más cuidado hay que
tener con el Aedes aegypti, un pariente del mosquito tigre, que ha sido
detectado en diciembre en Fuerteventura. Hace más de 78 que no se
detectaba su presencia en España, aunque su aparición no supone que se
haya transmitido ninguna enfermedad. Y es que en este caso el mosquito
se infecta picando a algún portador de la patología y es capaz de
contagiar a una sana con una picadura posterior.
Los
movimientos migratorios, también los de la población española que cada
vez viaja más, ha supuesto la reaparición de las chinches «que estaban
erradicadas. Ya desde el 2000 se empezó a oír alguna alerta en Europa, y
en 2004 se detectaron en la Costa del Sol. Es una especie que no va
unida a la suciedad, puesto que se alimenta de la sangre, y que se ha
visto favorecida por la globalización. Hay que recordar que España es un
país de tránsito entre varios continentes: «Las chinches se pueden
introducir fácilmente entre los enseres y las maletas y tienen mucha
capacidad para dispersarse por lo que resulta imposible de erradicar»,
explica Milagros Fernández de Lezeta, directora general de Anecpla,
quien recuerda que su desaparición en el pasado también está marcada por
el uso del DDT, un potente plaguicida prohibido desde hace décadas
porque, entre otras cosas, se verificó que producía alteraciones en la
función reproductora del hombre y que estaba relacionado con la
aparición de cáncer. Por eso, dice, no conviene usar aeorsoles caseros
si se detecta su presencia en las camas que es donde se suelen alojar.
Estos sólo sirven para hacer que se trasladen a otra parte de la casa.
«Si eres alérgico puedes tener algún problema, pero a día de hoy no está
transmitiendo enfermedades», continúa Fernández de Lezeta.
El
cuidado del entorno y de la salud humana se han convertido en dos
factores a tener en cuenta en el control de plagas. Los tratamientos se
han vuelto mucho más complejos y ya no basta con llegar a donde está la
plaga y fumigar hasta que no quede rastro. Ahora hay que estudiar la
zona, evaluar el origen de los bichos y actuar de la forma menos
invasiva posible. Para ello se utilizan tecnologías como el uso de calor
o frío o métodos de captura con atrayentes o cebos que atacarán a las
larvas. Todo para asegurarse de no alterar el equilibrio natural más de
lo necesario.
https://www.larazon.es/atusalud/plagas-alerta-de-garrapatas-mosquitos-y-cucarachas-este-verano-AC19390990
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