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domingo, 5 de marzo de 2017

«No hay conclusiones científicas definitivas sobre los efectos negativos del aceite de palma»

«No hay conclusiones científicas definitivas sobre los efectos negativos del aceite de palma»«No hay conclusiones científicas definitivas sobre los efectos negativos del aceite de palma»

Dr. Franco Sánchez Franco / endocrinólogo Hospital Nuestra Señora del Rosario de Madrid

-¿Desde cuándo se usa?
-El aceite de palma es de uso especialmente antiguo, particularmente en zonas tropicales de África y Asia.
-Para descubrir si está presente en un alimento, ¿hay que mirar en «grasas vegetales»?
-Este es un tema complejo por diversas razones. No está bien regulada y detallada la información que tiene que dar cualquier alimento de su composición, incluso hay formas de expresar esa composición difícil de entender o no concreta y precisa. Un ejemplo de ello es la información sobre grasas o aceites hidrogenados. En muchas etiquetas la lista de ingredientes del alimento usa expresiones difíciles de concretar como puede ser «aceites vegetales parcialmente hidrogenados». Por eso la FDA actualmente ha comenzado a exigir que se especifique de forma concreta los componentes trans de las grasas y la cantidad.
-Entonces, ¿se esconde su presencia de manera deliberada?
-La demonización de los aceites de coco y de palma ha ocurrido en los 50 últimos años. Coincide que han sido años en los que se ha consolidado una retórica antigrasas saturadas pero sin suficiente precisión y detalle en referencia a los distintos tipos de grasas saturadas. Después de 1950 se consolida el concepto de que las grasas vegetales hidrogenadas o las formas de grasas saturadas, en general, aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Este concepto se hace extensivo a todas por igual, sin mayor precisión. Este concepto dietético general ha establecido un efecto negativo indiscutible de los nutricionistas y de los profesionales de la salud. Esta valoración negativa general ha podido condicionar la falta de claridad en la presencia de estos componentes en la lista de componentes alimentarios de muchos productos o su expresión no precisa y cantidad del componente. A esto se añade la falta de precisión en la regulación y legislación de la información de componentes leíbles y entendibles por el consumidor.

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