Un neurocirujano, tras estar en coma “No creía en el Cielo; ahora sé que existe”
“Vi a una hermosa mujer de ojos azules en un lugar lleno de nubes. Había seres que brillaban y un canto que se elevaba desde abajo”
Eben Alexander no es -o no era hasta hacer poco- creyente. Sus estudios de neurocirugía en Harvard le habían convertido en un valoradísimo cirujano, pero también en un hombre escéptico que se asomaba a la conciencia humana -el cortex- como una realidad de conexiones neuronales “desprovista de cualquier tipo de emoción y mucho más del amor incondicional que ahora sé que Dios y el universo tienen hacia nosotros”.
¿Por qué lo sabe? Porque lo comprobó durante los ocho días que pasó en coma como resultado de una meningitis. “He dedicado décadas a la neurocirugía en los más importantes institutos del mundo y he conocido muchas historias de personas que decían haber vivido experiencias sobrenaturales o extracorporales. No dejaba de verlas como proyecciones de un deseo, pensamientos ilusorios”, explica el doctor en la revista Newsweek, donde ha publicado un ensayo sobre el libro que acaba de escribir -Proof oh heaven (Prueba del cielo)- y en el que cuenta su experiencia, que recogen numerosos medios.
Durante su 'desconexión' cerebral, explica, experimentó “algo tan profundo” que le dio una razón “científica para creer en la vida después de la muerte”.
¿Ángeles?, se pregunta el propio Alexander. “Esta palabra vino más tarde, cuando intentaba poner por escrito lo que había experimentado, pero describirlos es muy difícil porque son seres superiores a lo que nosotros conocemos. El sonido -glorioso- que escuché casi se podía palpar, era como una lluvia que sientes en tu piel pero no te moja”.
Hecha añicos
Para los escépticos como él, Alexander adelanta: “Sé muy bien lo raro, lo increíble que suena esto. Si alguien, aunque fuera un médico, me lo hubiera contado a mí, habría pensado que estaba impresionado o hechizado. Pero lo que me ocurrió allí fue, con mucho, lo más real que me ha ocurrido nunca en la vida. Mi verdad anterior -la de no creer- yace hecha añicos a los pies de mi vivencia”.
Una vivencia que, leída en paralelo, puede compararse con la que describe en el libro El cielo es real el pastor protestante Todd Burpo. Meses después de que su hijo de tres años, Colton, se recuperara de una gravísima perforación en el apéndice, con infección generalizada posterior, el niño comenzó a recordar con toda naturalidad el tiempo que había pasado “con Jesús”.
Sus padres, que al principio no dieron importancia a esas declaraciones, decidieron prestar atención cuando Colton empezó a describir lo que hacían ellos - “papá rezaba solo en un cuartito pequeño y mamá rezaba, pero también hablaba por teléfono”- cuando él estaba en la mesa del quirófano.
-¿Cómo puedes saberlo, Colton? Tú estabas en el quirófano.
-Lo vi desde arriba. Vi mi cuerpo, a vosotros, y estuve con Jesús.
El niño relató, además, el tiempo que había pasado con su abuelo -al que no había conocido y describió a la perfección- y con su hermana -un bebé no nacido que los padres de Colton perdieron en el segundo mes de embarazo y del que el pequeño no sabía nada-.
-Ella está muy bien, mamá. Dios la adoptó.
-¿Quieres decir que Jesús la adoptó?
-No, mamá, la adoptó el padre de Jesús. Ella vino corriendo hacia mí y me abrazó.
La historia de dos personas -un neurocirujano adulto y un niño de tres años- que no dudan un ápice de la existencia del cielo.
http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/sociedad/“no-creia-cielo-ahora-se-que-existe”-eben-alenxander-heaven-is-real-newswee
“Dios es amor mejor con humor” trata de acercar El Antiguo Testamento a todos. La dosis de humor intenta facilitar la comprensión del Libro Santo. Siempre con respeto y con matices didácticos nunca pierde la parte espiritual y sensible de un conjunto de textos tan antiguos como actuales. Para traernos a un Dios que sigue con nosotros. Que nos perdona a pesar de las torpezas y debilidad del hombre. Que sigue con el pueblo elegido. Porque los elegidos somos los que nos dejamos elegir.
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