Un estudio defiende que los patinetes eléctricos son más contaminantes que ir en autobús o en moto
Son más pequeños que una bicicleta, la mayoría se pueden
plegar y consumen poca energía. Los patinetes eléctricos parecen ser la
alternativa perfecta para lograr una movilidad sostenible en las
ciudades. Sin embargo, un reciente estudio, elaborado por la Universidad de Carolina del Norte y publicado por la revista Environmental Research Letters, advierte que estos vehículos de movilidad personal (VMP) pueden producir un gran impacto medioambiental.
Utilizando
como objeto de estudio a las compañías de alquiler de patinetes
eléctricos Lime y Bird en la ciudad de Raleigh (capital de Carolina del
Norte), los investigadores descubrieron que la vida de los VMP era muy
inferior al que los fabricantes les habían designado: dos años. Su mal
uso y el vandalismo hacen que estos patinetes no duren más de dos meses
en las calles. ¿Qué supone eso? La fabricación de más unidades. Y aquí
es donde llegan los problemas medioambientales.
En el caso de estas dos empresas –que también operan en
España–, los patinetes eléctricos son fabricados en China y
transportados hasta Estados Unidos en diferentes medios de transporte
contaminante como un avión, un barco o un camión, según revela el
estudio. Además, fabricar nuevas unidades implica la extracción de más
materias primas como el aluminio, con el que están hechos.
Pero ahí no termina el impacto medioambiental de estos
pequeños vehículos de alquiler. El estudio explora también el proceso de
recarga de los patinetes eléctricos que realizan trabajadores ajenos a
la empresa –conocidos como juicers y chargers– con sus
propios vehículos, conduciendo por la ciudad cada noche para recoger
los patinetes, llevarlos a su casa, cargarlos y distribuirlos nuevamente
en las calles para su uso a la mañana siguiente.
Los investigadores calcularon las emisiones de CO2
utilizadas para fabricar, enviar, cargar y trasladar –dentro de la
ciudad– estos VMP, comparando el resultado total en millas por persona
con las emisiones de otros medios de transporte. ¿Cuál fue el resultado?
Los patinetes eléctricos contaminan más que un autobús público con
pasajeros a bordo, un ciclomotor eléctrico, una bicicleta eléctrica y
una bicicleta normal.
Mediante un comunicado de prensa, la compañía Lime respondió al estudio:
“Agradecemos la investigación sobre los beneficios ambientales de las
nuevas opciones de movilidad; sin embargo, este estudio se basa en gran
medida en suposiciones y datos incompletos que producen una gran
variabilidad en los resultados. Creemos que la micromovilidad reducirá
la contaminación y mitigará el cambio climático”.
También en España
En España no se ha realizado aún un estudio similar, pero
dada la analogía de uso de estos patinetes eléctricos de alquiler, para
Adrián Fernández, coordinador de movilidad de Greenpeace España, “las
conclusiones son perfectamente aplicables a nuestro país”.
“El ciclo de vida es el mismo, por lo que el impacto
medioambiental es el mismo, incluso estas empresas citadas en el estudio
operan en ciudades como Madrid o Barcelona”, explica a Verne en conversación telefónica. Solo en la capital española, operan
actualmente 19 empresas de alquiler de patinete eléctrico con un total
de 8.236 patinetes distribuidos por los diferentes distritos de la
ciudad.
Fernández va más allá y recuerda que estas emisiones se
podrían justificar si los VMP de alquiler sustituyesen a los coches.
“Pero vemos que no es así, la mayoría de los usuarios vienen del
transporte público o antes hacían esos mismos trayectos andando”,
apunta.
El Barómetro del Ciclista Urbano en Barcelona, elaborado por RACC (Real Automóvil Club de Cataluña)
y publicado en julio, señala que el uso de los VMP se ha multiplicado
casi por cuatro con respecto a hace un año. De los usuarios, la mitad
antes hacía una movilidad activa (a pie o en bici), mientras que uno de
cada diez proviene del coche o la moto. “Los crecimientos son altos
porque se parte de cero, como ocurría antes con las bicicletas. Aunque
este estudio no diferencia a los usuarios de patinetes eléctricos de
alquiler de los de uso privado.
Sí lo hace un estudio realizado por la Fundación Mapfre
en varias ciudades españolas (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla,
Málaga, Vitoria, Cáceres, Gandía y Benidorm) y publicado a principios de
año en el que se señala que “el usuario de VMP es mayoritariamente
hombre (61% frente a un 39% de mujeres), de edad media 37 años y el 85
por ciento son propietarios del vehículo”. Y añade que “el 75 por ciento
lo utiliza todos los días como medio de transporte para ir al trabajo o
medio de transporte general”.
“Ya sea de alquiler o de uso privado, si captas peatones
estás consolidando una forma limpia de moverse, pero no estás
consiguiendo el objetivo principal que es reducir los coches en la
ciudad”, explica Fernández.
El estudio de la Universidad de Carolina del Norte recoge
también las respuestas de los usuarios de VMP de Raleigh a los que se
les preguntó qué opción escogerían si no hubiese patinetes eléctricos
disponibles. Casi el 50% respondió que iría andando o en bicicleta, el
34% usaría su propio coche o un servicio VTC, el 11% cogería un autobús
y el 7% no haría el viaje en ese caso.
La publicación no solo critica el impacto medioambiental de
los VMP, también aporta una serie de recomendaciones para estas
empresas y las ciudades donde operan como eliminar las recogidas de
patinetes que no estén totalmente descargados; agilizar su proceso de
recogida y redistribución para que los juicers y chargers
no estén dando vueltas por la ciudad e incentivar el uso de vehículos
cero emisiones para ello; y establecer políticas contra el vandalismo
para prolongar la vida de los patinetes, evitando así nuevas
fabricaciones.
“En el caso de la legislación para frenar el vandalismo, es
complicado que ciudades como Madrid, en la que los patinetes eléctricos
están siendo todo un quebradero de cabeza, el Ayuntamiento intervenga,
sobre todo porque no es un servicio público como sí lo es BiciMAD, por
ejemplo”, dice Fernández.
“El resto de las recomendaciones parecen razonables, las
empresas deben mejorar los criterios de recogida y redistribución que
hasta ahora no están teniendo en cuenta las necesidades de movilidad de
los residentes, sino más bien las de los turistas, dejando los patinetes
mayoritariamente en el centro de la capital, en calles como Gran Vía, o
Fuencarral”, añade.
El coordinador de movilidad de Greenpeace España cree que
“la mala gestión de estas empresas y la falta de una normativa estatal
están provocando un malestar generalizado sobre los patinetes
eléctricos, también los de uso privado, frenando su potencial”.
“El patinete eléctrico podría tener cabida en la movilidad
de las ciudades, cumplir su papel dentro de ese esquema que cada vez es
más variado. Pero es evidente que el modelo actual de los patinetes de
alquiler no está respondiendo a esta necesidad y además está generando
nuevos problemas como los medioambientales que se describen en el
estudio”, concluye.
https://verne.elpais.com/verne/2019/08/16/articulo/1565947676_007609.html
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