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jueves, 1 de agosto de 2019

"Papá me ha mordido ahí": las denuncias sexuales falsas de las tres madres detenidas de Infancia Libre

"Papá me ha mordido ahí": las denuncias sexuales falsas de las tres madres detenidas de Infancia Libre

"Papá me llama 'chochete' y me toca el chichi", repetía la hija de Ana María Bayo, pese a que los psicólogos decían que no había detrás vivencias que sustentaran dichas acusaciones, y sí una probable inducción materna.
Una tarde, Daniel I. Aguirre fue a casa de su ex a buscar a su hija. Patricia González bajó con la niña y le dijo: "Dile a papá lo que me has dicho, dile". "Que me has mordido el menene y no quiero ir contigo". Jamás apareció evidencia alguna de abuso y la niña le admitió a su padre que había mentido, pero la madre secuestró a su hija, liberada luego por la Policía.
Rafael Marcos se reunió con su hijo en un punto de encuentro en Valdemoro. En presencia de los servicios psicosociales. Al devolver al niño con la madre, María Sevilla denunció que el crío llegaba con el pantalón roto porque su padre, pese a la presencia de los psicólogos, le había introducido los dedos en el ano. Unos años después la Policía liberaba a S., retenido por su madre en una apartada finca de Cuenca de la que sólo podía salir, para airearse, 25 minutos al día.
Son las denuncias por abuso sexual intrafamiliar interpuestas por las -hasta ahora- tres madres detenidas pertenecientes a la asociación Infancia Libre. Denuncias todas archivadas por la Justicia, a veces poniendo incluso a tratamiento a las madres... Pero que no consiguieron que los niños retornaran con sus padres hasta que la Unidad de Policia Judicial Adscrita a los Juzgados y la Fiscalía de Madrid se hizo cargo de la causa.
Este jueves la agencia Efe publicó que los agentes investigan cinco casos similares más. En realidad hay decenas en el punto de mira. Infancia Libre fue incluso contratada por Podemos para realizar un estudio sobre violencia sexual intrafamiliar, del que no se ha vuelto a saber una vez ha estallado el caso, con dos madres acusadas de secuestrar a sus hijos, y la otra de desobedecer a la Justicia y hurtar a la niña de su padre.

Ana María Bayo: más de 300 denuncias sin resultado

El último caso, el de José Luis, es paradigmático de los objetivos de estas denuncias, según los expertos: apartar al padre. Tras años sin ver a su hija aunque había interpuesto hasta 300 denuncias por los incumplimientos de su ex pareja del régimen de visitas, el hombre se iba de viaje al Sureste Asiático cuando la Policía se puso en contacto con él. Habían localizado a su ex, detenida este martes. Anuló sus planes y lucha por su hija.
Cuando la niña tenía siete años su madre se fue a la Guardia Civil y dijo que veía cosas raras en ella desde que tenía tres. Fue el 16 de marzo de 2015. Ana María Bayo declaró que desde que la cría era pequeña cerraba las piernas al limpiarla. Que al agredirla sexualmente su padre la había herido con una uña en la vagina, y le había producido frecuentes infecciones.
La Guardia Civil ni siquiera detiene al padre, al no ver evidencias, a lo que la madre responde yéndose a la Justicia. Se presenta en los juzgados de Arganda , donde un juzgado abre diligencias pese a que ella misma aporta un informe del Hospital del Sureste que dice que la niña no tiene nada.
Se suceden las acusaciones: la abuela dice que la cría le refiere agresiones sexuales del padre, el ubicuo psiquiatra Antonio Escudero Nafs decreta que el estado de la niña es compatible con dichos abusos y la abogada Carmen Simón, el cerebro jurídico tras las acusaciones de Infancia Libre, batalla en toda instancia.
La niña, señalan los psicólogos, comienza a repetir comportamientos de su madre. Cuando José Luis va a recoger a la niña al colegio, porque según el convenio entre ambos le toca a él, Ana María Bayo se planta en el lugar y llora delante de la concurrencia al grito de "¡Que me roban a mi hija!". La niña actúa igual poco después, pese a que el director del centro declarará más tarde ante la Justicia que la cría era feliz a ojos vista con su padre, que era muy cariñosa con él y le abrazaba al verle.
Toda acusación de agresión sexual es archivada, hasta que en noviembre de 2017 la Audiencia Provincial de Madrid dice que José Luis tiene derecho a ver a su hija y que la madre mantiene "comportamientos obstruccionistas" y debe ponerse "a tratamiento". De nada sirve. Hasta el martes pasado, cuando es detenida por incumplir las órdenes de un juez.

María Sevilla: denunciando hasta a los psicólogos

María Sevilla no sólo denunció al padre de su hijo en 2012, 2014 y 2016 por abuso sexual sobre el menor, intentó reabrir las causas varias veces e incluso maniobró para buscar nuevos juzgados ante los archivos, sino que se querelló sucesivamente contra los tres equipos psicosociales que recurrentemente le daban la razón al padre. El cerebro jurídico fue, de nuevo, la abogada Carmen Simón.
La primera denuncia fue presentada en 2012. La abuela de S. decía que el niño refería que su padre le había introducido los dedos en el ano. Al padre, Rafael Marcos, que ya llevaba meses sin ver a su hijo, le cayó instantáneamente una orden de alejamiento aunque la causa fue archivada rápidamente en Majadahonda por falta de pruebas: el relato de la madre resultaba incoherente, y el del niño forzado, aparentemente aprendido.
Infancia Libre usó ahí una argucia procesal: la catequista evangélica del menor interpuso otra denuncia por hechos similares, pero en Plaza de Castilla. No resultó: las diligencias fueron remitidas a Majadahonda, donde el juez archivó al ya conocerse la cuestión.
En 2016 llega el último intento. Tras estar el niño con su padre en un punto de encuentro de Valdemoro, Sevilla denuncia ante el juez de Familia que Marcos había abusado de su hijo allí mismo, rompiéndole el pantalón, para penetrarle. El informe psicosocial sobre estos inexistentes abusos y sobre la inducción de la madre fue tan demoledor que Sevilla se querelló luego, sin éxito alguno, contra la psicóloga que lo emitió.
Al no conseguir nada, poco después de hablar sobre abusos sexuales en la familia en el Congreso de la mano de Podemos, procedió a secuestrar a su hijo por espacio de dos años, hasta que llegó la Policía.

Patricia González y el psicólogo Escudero Nafs

El primer "infierno" de Daniel I. Aguirre, el de la acusación de abuso sexual, duró algo más de un año -luego vendría el segundo, la desaparición de su hija por espacio de otros dos-. El 21 de diciembre de 2014, dos días después de denunciar incumplimientos de la madre en el régimen de visitas, ésta le denunció por abusar de la niña en el juzgado de guardia.
Según tanto madre como niña, el padre había mordido a esta última en sus partes. La incoherencia entre las declaraciones posteriores de ambas fue total. La madre llegó a admitir que la relación padre/hija era "normal", y las frases de la niña fueron "ambiguas e imprecisas", recoge la sentencia. Las diligencias se archivan ese mismo día, pero Patricia González, además de recurrir, intenta reabrir la causa en otro juzgado, el 54.
El psicólogo forense del juzgado ha emitido un informe diciendo que el relato de la niña es "inconexo y ambiguo", y que se evidencia una "percepción diferente entre madre e hija", pero la madre, asistida por Carmen Simón, lleva la acusación hasta las últimas consecuencias, hasta el archivo definitivo en la Audiencia Provincial en enero de 2016.
La cuestión, no obstante, sigue rodando en los sucesivos pleitos de Familia entre Aguirre y su ex, que se apoya en un informe del psiquiatra Antonio Escudero Nafs, habitual de Infancia Libre, que estima posible el abuso. Aguirre, periodista de EL MUNDO, se ve obligado a responder con una catarata de informes, alguno de los cuales ve incluso posible interés económico en la acusación.
Otro psiquiatra e incluso uno de los jueces que conocen de la causa afean a Escudero Nafs haber excedido sus funciones -"no sólo ha oficiado como psiquiatra, sino también como perito"-, a lo que el psiquiatra responde llegando a denunciar él personalmente a Aguirre en un juzgado, sin consecuencia judicial alguna.
El padre aún hoy se siente a ojos vista perseguido por la acusación: "Puidieron caerme 15 años de cárcel... Es increíble". Muestra a quien le pregunta un vídeo de su hija admitiendo que su madre la forzó a acusarle, o cómo la niña le confesó: "Cuando me llevan a Beatriz [psicóloga] mamá me dice que hable mal de ti para que no nos separen". Tras decaer la acusación, Daniel estuvo dos años sin ver a su hija, secuestrada por su madre en un pueblo de la Sierra madrileña.
https://www.elmundo.es/espana/2019/05/24/5ce57743fdddff44b28b4596.html?intcmp=MNOT23801&s_kw=1

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