Una mujer logra un embarazo tras un trasplante de células madre
La paciente, con baja reserva ovárica, fue sometida a una nueva técnica
La terapia, que desarrolla el hospital La Fe de Valencia, combate la esterilidad con el autotrasplante de médula (la transfusión de células madre en el ovario)
A María y Juan se les ve ilusionados. Y no es para menos: lo han
conseguido. María ha superado sus problemas de esterilidad y ha logrado
quedarse embarazada. Un embrión de algo más de 1,5 centímetros se está
abriendo camino en su útero. Los análisis de sangre confirmaron la
gestación hace unos días y una ecografía lo acaba de ratificar: está de
cinco semanas y cuatro días. “Nos ha costado, estamos muy contentos”,
comenta Juan tras la consulta con la ginecólogo.
La buena noticia ha llegado después de que María se sometiera a una terapia experimental que desarrolla el hospital La Fe de Valencia destinada a ayudar a mujeres como ella, con una baja reserva de óvulos. El procedimiento consiste en un autotrasplante de médula ósea, es decir, de precursores de las células de la sangre (células madre adultas) obtenidos de la propia sangre periférica de la paciente que se dirigen hacia los ovarios para estimularlos y promover la generación de gametos femeninos. Gracias a ello se han podido obtener óvulos, fecundarlos in vitro y transferir uno de ellos a María, para que allá por febrero de 2016, si todo va bien, pueda dar a luz a su primer hijo.
Ya sea por factores genéticos, por la edad (a partir de los 35 años) o por hábitos poco saludables como el tabaquismo, hay mujeres que cuando intentan tener hijos su número de óvulos es tan reducido que apenas cuentan con posibilidades de quedar embarazadas de forma natural. En torno al 20% de quienes acuden a tratamientos de reproducción asistida tiene este problema. Es lo que le sucedió a María (a quien se le ha cambiado el nombre, como a su marido, para ocultar su identidad).
A los 35 años, decidió que había llegado el momento de ser madre. “Fui al centro de planificación familiar y se lo comenté al médico. Deje de tomar los anticonceptivos y me dijo que si a los seis meses no estaba embarazada, volviera a la consulta”, rememora. Transcurrió el plazo que se había marcado. Dejó pasar otros tres meses más. Pero nada. “El médico me remitió a mi hospital de referencia y empezaron las pruebas. A mí ecografías y análisis; a mi marido seminogramas. El problema finalmente era mío, tenía baja reserva ovárica, y me remitieron al hospital de referencia, a La Fe”.
Allí la derivaron al programa de fecundación in vitro del centro público valenciano, pero los resultados no fueron buenos. El primer paso del proceso consiste en estimular los ovarios con una medicación para obtener un número suficiente de óvulos que poder fecundar en el laboratorio. Debido a la baja reserva de María el resultado fue un fracaso absoluto. No se consiguió ni un solo gameto.
La única opción que le quedaba era acudir a óvulos de donante. Pero a la pareja le hacía ilusión tener un hijo de sus propios gametos. Fue entonces cuando el grupo de investigación en Medicina Reproductiva del Instituto de Investigación Sanitaria de La Fe, dirigido por Antonio Pellicer, les planteó formar parte de un ensayo piloto para determinar si una nueva técnica podía ayudar a María y a otras mujeres en su situación
La idea de este nuevo abordaje partió del propio Pellicer, responsable también del servicio de ginecología y reproducción asistida del hospital, a partir de los trabajos de Jonathan Tilly. Este investigador estadounidense había descrito en estudios previos que ratones hembra sometidos a un trasplante de médula mejoraban la función ovárica. ¿Por qué no intentarlo en humanos?
La técnica replica una terapia que se emplea para tratar ciertos tumores como leucemias o linfomas y que consiste en infundir en el torrente sanguíneo las células que dan lugar a los distintos tipos celulares de la sangre (unas células madre adultas llamadas precursores hematopoyéticos) que previamente se han extraído de la sangre de los pacientes. En el caso de los enfermos de procesos neoplásicos, el objetivo consiste en recuperar la función normal de la médula ósea (el tejido que se encuentra dentro de los huesos y donde se generan todas las células sanguíneas). Es una especie de reseteo de la función medular para que sea capaz de generar glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas sanas.
En este caso, el tratamiento es el mismo, pero el objetivo es diferente. La transfusión de progenitores hematopoyéticos se canaliza a través de un catéter que se introduce por la arteria femoral y se dirige hacia el ovario para estimular la producción de ovocitos. Durante los meses siguientes se monitoriza a las mujeres para observar si mejoran los marcadores de reserva ovárica (los niveles de la hormona antimulleriana y el recuento de folículos), momento en el que se aprovecha para estimular los ovarios y extraer ovocitos.
La intención de los investigadores consiste en probar la eficacia de este procedimiento a lo largo de este año en 20 mujeres de entre 18 y 40 años con baja reserva ovárica. De momento, ya han participado cinco en el ensayo clínico. De ellas, los mejores resultados se han dado en María, que ha logrado quedar embarazada. En otros dos casos también se han conseguido embriones, aunque tenían anomalías cromosómicas. “De momento, no está nada mal tres de cinco”, comenta Mónica Romeu, ginecóloga de La Fe y una de las integrantes del equipo que está desarrollando el trabajo. "Aunque el éxito se mide en embarazos", advierte. Por ello, para comprobar la eficacia de la técnica, habrá que esperar al resultado de las 20 participantes.
La buena noticia ha llegado después de que María se sometiera a una terapia experimental que desarrolla el hospital La Fe de Valencia destinada a ayudar a mujeres como ella, con una baja reserva de óvulos. El procedimiento consiste en un autotrasplante de médula ósea, es decir, de precursores de las células de la sangre (células madre adultas) obtenidos de la propia sangre periférica de la paciente que se dirigen hacia los ovarios para estimularlos y promover la generación de gametos femeninos. Gracias a ello se han podido obtener óvulos, fecundarlos in vitro y transferir uno de ellos a María, para que allá por febrero de 2016, si todo va bien, pueda dar a luz a su primer hijo.
Ya sea por factores genéticos, por la edad (a partir de los 35 años) o por hábitos poco saludables como el tabaquismo, hay mujeres que cuando intentan tener hijos su número de óvulos es tan reducido que apenas cuentan con posibilidades de quedar embarazadas de forma natural. En torno al 20% de quienes acuden a tratamientos de reproducción asistida tiene este problema. Es lo que le sucedió a María (a quien se le ha cambiado el nombre, como a su marido, para ocultar su identidad).
A los 35 años, decidió que había llegado el momento de ser madre. “Fui al centro de planificación familiar y se lo comenté al médico. Deje de tomar los anticonceptivos y me dijo que si a los seis meses no estaba embarazada, volviera a la consulta”, rememora. Transcurrió el plazo que se había marcado. Dejó pasar otros tres meses más. Pero nada. “El médico me remitió a mi hospital de referencia y empezaron las pruebas. A mí ecografías y análisis; a mi marido seminogramas. El problema finalmente era mío, tenía baja reserva ovárica, y me remitieron al hospital de referencia, a La Fe”.
Allí la derivaron al programa de fecundación in vitro del centro público valenciano, pero los resultados no fueron buenos. El primer paso del proceso consiste en estimular los ovarios con una medicación para obtener un número suficiente de óvulos que poder fecundar en el laboratorio. Debido a la baja reserva de María el resultado fue un fracaso absoluto. No se consiguió ni un solo gameto.
La única opción que le quedaba era acudir a óvulos de donante. Pero a la pareja le hacía ilusión tener un hijo de sus propios gametos. Fue entonces cuando el grupo de investigación en Medicina Reproductiva del Instituto de Investigación Sanitaria de La Fe, dirigido por Antonio Pellicer, les planteó formar parte de un ensayo piloto para determinar si una nueva técnica podía ayudar a María y a otras mujeres en su situación
La idea de este nuevo abordaje partió del propio Pellicer, responsable también del servicio de ginecología y reproducción asistida del hospital, a partir de los trabajos de Jonathan Tilly. Este investigador estadounidense había descrito en estudios previos que ratones hembra sometidos a un trasplante de médula mejoraban la función ovárica. ¿Por qué no intentarlo en humanos?
La técnica replica una terapia que se emplea para tratar ciertos tumores como leucemias o linfomas y que consiste en infundir en el torrente sanguíneo las células que dan lugar a los distintos tipos celulares de la sangre (unas células madre adultas llamadas precursores hematopoyéticos) que previamente se han extraído de la sangre de los pacientes. En el caso de los enfermos de procesos neoplásicos, el objetivo consiste en recuperar la función normal de la médula ósea (el tejido que se encuentra dentro de los huesos y donde se generan todas las células sanguíneas). Es una especie de reseteo de la función medular para que sea capaz de generar glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas sanas.
En este caso, el tratamiento es el mismo, pero el objetivo es diferente. La transfusión de progenitores hematopoyéticos se canaliza a través de un catéter que se introduce por la arteria femoral y se dirige hacia el ovario para estimular la producción de ovocitos. Durante los meses siguientes se monitoriza a las mujeres para observar si mejoran los marcadores de reserva ovárica (los niveles de la hormona antimulleriana y el recuento de folículos), momento en el que se aprovecha para estimular los ovarios y extraer ovocitos.
La intención de los investigadores consiste en probar la eficacia de este procedimiento a lo largo de este año en 20 mujeres de entre 18 y 40 años con baja reserva ovárica. De momento, ya han participado cinco en el ensayo clínico. De ellas, los mejores resultados se han dado en María, que ha logrado quedar embarazada. En otros dos casos también se han conseguido embriones, aunque tenían anomalías cromosómicas. “De momento, no está nada mal tres de cinco”, comenta Mónica Romeu, ginecóloga de La Fe y una de las integrantes del equipo que está desarrollando el trabajo. "Aunque el éxito se mide en embarazos", advierte. Por ello, para comprobar la eficacia de la técnica, habrá que esperar al resultado de las 20 participantes.
http://elpais.com/elpais/2015/06/03/ciencia/1433328674_697115.html
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