‘Una historia de asesinos múltiples
Hombres, blancos y cuerdos. Este es el perfil de los autores de los asesinatos masivos en EE UU
Seis años después de la tragedia, Robert Segee, que por entonces trabajaba en el montaje del circo, confesó haberle prendido fuego. Aunque nunca pudo ser interrogado ni juzgado por el crimen, Segee sí pudo ser analizado por los médicos. Era un bruto, con un coeficiente intelectual de apenas 78 en un índice 100, que había sido embrutecido por un padre que, de niño, lo castigaba poniendo sus dedos sobre el fuego. Era, como escribe el profesor de psiquiatría clínica de la Universidad de Columbia, Michael Stone, "básicamente un pirómano, provocando innumerables incendios, incluidas carpas de otros circos donde no hubo víctimas, antes del fuego de Hartford".
Stone ha estudiado la historia de los asesinos múltiples de EE UU desde 1913 hasta el año pasado. 100 años de violencia masiva de los que ha seleccionado 235 casos. Según el FBI, para que se pueda hablar de un asesinato múltiple, debe haber al menos cuatro víctimas en el mismo acto o espacio temporal, lo que descarta a los asesinos en serie. Stone ha incluido en su muestra varios sucesos en los que el asesino tenía intención de matar a más, aunque solo acabara con dos o tres. Hay ya centenares de estudios o libros sobre este tipo de crímenes. Pero lo que ha hecho este profesor ha sido recopilar toda la información oficial, publicaciones científicas o periodísticas para relacionar asesinato múltiple con salud mental. Sus resultados, publicados en la revista especializada Violence and Gender, desmontan algunos mitos, aunque confirman otros.
El asesino múltiple es casi exclusivamente un hombre, en su gran mayoría de raza blanca, de clase trabajadora, movido por algún tipo de resentimiento y, aunque pueda presentar algún problema de personalidad como el pirómano Segee, no es un enfermo mental. Aunque ha tenido problemas para clasificar los casos históricos con los estándares actuales que rigen la psiquiatría, Stone solo ha encontrado 46 casos de 235 (aproximadamente el 20%) donde el asesino era un enfermo mental. 33 de ellos entrarían en el amplio espectro de la esquizofrenia. Otros siete presentaban rasgos paranoides y el resto caían dentro del espectro autista.
"La población en general cree que los enfermos mentales tienen más probabilidades de cometer un asesinato múltiple porque los asesinatos múltiples obtienen grandes titulares en los periódicos y la gente desconoce las estadísticas de enfermos mentales y los porcentajes de los otros grupos que cometen estos crímenes", explica Stone. "Así que, si un enfermo mental protagoniza un asesinato masivo, en las mentes desinformadas, los enfermos mentales son vistos como muy peligrosos", añade.
El profesor reconoce que los casos de los últimos años no han ayudado a desmontar esa creencia. "Jared Loughner, que intentó matar a la congresista Gabrielle Gifford [acto donde murieron otras seis personas] tenía una esquizofrenia inducida por las drogas. James Holmes [mató a 12 personas en un cine en 2012] tenía un trastorno esquizotípico de la personalidad. Alexis Aaron, que asesinó a 12 personas en un campo de entrenameinto de la Marina, era un esquizofrénico paranoide. Y Adam Lanza, que mató a aquellos escolares en Connecticut tenía Asperger", recuerda.
El caso de Lanza es el más dramático de la historia reciente de EE UU. El joven, de 20 años, era incapaz de mirar a los ojos de la gente. Antes de la matanza en la escuela primaria de Sandy Hook, el 14 de diciembre de 2012, Lanza se comportaba de forma extraña desde meses atrás. Vivía con su madre, pero hacía dos años que solo se comunicaba con ella por correo electrónico. La madre era una paranoica, llevaba tiempo preparándose para el fin del mundo, que creía que llegaría esas Navidades, coincidiendo con el fin de ciclo del calendario maya. Tenía en casa varias armas semi automáticas y le había pedido a Papá Noel otro rifle. Cansada de cuidar de su hijo, pensaba ingresarlo en algún centro especial. No pudo. Aquel viernes, Lanza la mató con uno de sus rifles antes de dirigirse a la escuela donde acabaría con la vida de una veintena de pequeños de apenas seis años y seis de sus profesores.
"La gente empezó a temer que los hombres con autismo tipo Asperger fueran muy peligrosos", comenta el profesor Stone, que insiste en dejar claro que en realidad muy rara vez lo son. "Lanza ejemplifica un grupo concreto de personas con síndrome de Asperger, que son incapaces de empatizar, no pueden entender las interacciones sociales, los chistes, las frases hechas... pero ocasionalmente culpan a los demás con los que tienen que relacionarse de su rechazo o antipatía. No se dan cuenta de que la reacción normal de alguien ante una persona así, despojada de todas las habilidades sociales, es alejarse. Lanza era un caso extremo: un completo inadaptado social que acabó cometiendo el peor asesinato en masa de la historia reciente de EE UU".
Pero las estadísticas muestran que la mayoría de los asesinatos múltiples son obra de los cuerdos. "Hay muchos otros que solo eran trabajadores resentidos, amantes despechados, algo paranoicos, airados, pero no locos", sostiene Stone. Es el caso de Timothy McVeigh. Movido por el deseo de venganza de la intervención policial contra la secta de los davidianos atrincherados en un rancho de Waco, Texas, unos años antes, McVeigh puso una bomba en un edificio federal en Oklahoma City en 1995. La acción de este extremista de derechas, con ciertos rasgos paranoides, costó la vida a 168 personas, la misma cifra que en el incendio del circo.
También la venganza, esta vez pasional, está detrás de la tercera gran masacre. En 1990, Julio González le prendió fuego a la discoteca Happy Land, en el Bronx neoyorquino. Quería vengarse de una chica que le había dado calabazas. Murieron 87 personas entre las que no estaba su fallida novia.
Cosa de hombres
Aunque el dato no es nuevo, sí llama la atención. De los 235 casos analizados, solo nueve fueron protagonizados por mujeres. Así que el 97% de los asesinos múltiples son hombres. El porcentaje tan solo es superado por los asesinos en serie o sexuales. En términos generales, los crímenes con violencia son, en su mayoría cosa de hombres. La psicología evolutiva ha relacionado el extra de violencia masculina con la biología, vinculándola a una ancestral división del trabajo entre hombres y mujeres, con ellos como protectores del grupo. Y en esta división destacan los jóvenes. Los niveles de testosterona, por ejemplo, bajan con la edad. En la muestra, el 75% de los asesinos tenían entre 20 y 44 años de edad.De las nueve mujeres, seis tenían algún trastorno psiquiátrico. Pero la muestra es tan pequeña que impide hacer generalizaciones. A pesar de esa limitación, se puede observar que, a diferencia de los hombres, en las mujeres, la depresión es un factor de riesgo. Deprimida profundamente, alucinaciones incluidas, estaba Andrea Yates cuando en 2001 se quedó embarazada de su quinto hijo. Vivía en un autobús de línea reconvertido por su marido en una casa cuando dio a luz. Al poco de mudarse a una casa de verdad y en plena depresión posparto, ahogó a los cinco pequeños.
Existe una correlación entre la proliferación de armas semi automáticas y el aumento de estos crímenes
El psiquiatra estadounidense también ha estudiado casi un centenar de asesinatos múltiples fuera de EE UU. Aunque el análisis no ha sido exhaustivo, sí permite destacar que es en ese país donde se producen la mayor parte de las masacres no relacionadas con la política, el terrorismo o la violencia social. Para Stone, esto viene provocado por el fácil acceso a las armas. De hecho, existe una correlación entre la proliferación de armas semiautomáticas en EE UU desde los años 80 y el aumento de este tipo de crímenes.
(*) Siguiendo las recomendaciones de los expertos, el reportaje no incluye imágenes de ninguno de los asesinos para evitar darles notoriedad. Sus nombres sí han sido incluidos para hacer legible la historia.
http://elpais.com/elpais/2015/06/06/ciencia/1433580654_343572.html
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