Muere Marujita Díaz, tronío de España
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Fue, junto a Lola Flores y Carmen Sevilla, la gran estrella de la copla y la canción más o menos aflamencada de los años 50 y 60.
Cantaba bien, era salerosa, tenía una mirada pícara
irresistible. Era una actriz regular pero qué más da eso ahora. Fue una
de las primeras estrellas de la cultura popular en España, un poquito
antes de que llegara el pop, valga la contradicción. Su personaje público terminó por deslizarse patosamente hacia la vejez, pero cualquier español de más de 60 años que conozca la noticia de la muerte de Marujita Díaz dará un suspiro de nostalgia.
Para los más jóvenes, para las que sólo recuerden a Marujita por su crepúsculo, lo mejor será ubicarla en compañía de Lola Flores y Carmen Sevilla. Las tres fueron las grandes estrellas de la copla de los años 50 y 60, las mujeres que llenaban el espacio y el sonido en toda España. Sus personalidades se explicaban por contraste. Lola Flores, la mayor de las tres, la jefa, era la auténtica, la racial. Carmen Sevilla, en cambio, era la guapa y dulce, la buena chica. A Marujita le tocaba el papel de la chica fresca, la pícara, la sexy.
O sea, las folclóricas. Su historia, a estas alturas, tiene interés sociológico, más que musical o artístico. Quien quiera escuchar coplas como el que escucha los tangos de Gardel, debería buscar en la generación anterior, en Concha Piquer mejor que en Marujita Díaz. Marujita era a la copla lo que el rebujito al jerez, la fórmula que le abrió las puertas al pop, a la ligereza, a la teatralización, a lo sexy... Y, por el camino, se convirtió en el retrato de un momento tremendo en la historia de España. Las folclóricas, el toro de Osborne, la paella, el 600, la tele, el sol, toda España como si fuera Andalucía o, mejor dicho, una réplica ripiosa de Andalucía...
En el caso de Marujita no había ni pizca de impostura en esa imagen. Nació en Triana y, al parecer, nació con la voz puesta. Con seis años ya estaba en los escenarios. Con 16, ya hacía películas. 'La cigarra', con Toni Leblanc, fue la primera. Hizo 36 a lo largo de su vida. No tendría mucho sentido hacer un juicio intelectual de aquellas películas populares/musicales/cómicas, mejor considerarlas como testimonio histórico. Como curiosidad: en 'Surcos', la gran película española de los 50, Marujita Díaz asomó la cabeza en un papel secundario. No es poco.
Como era pizpireta y guapa y tenía voz y un talento cómico innato, derivó hacia el teatro. Nada especialmente intelectual ni refinado, pero que también merece que se recuerde con ternura.
Llegaron los Beatles, los Brincos, los Bravos, y el gran momento de las folclóricas pasó. Marujita se adaptó bien a los nuevos tiempos, amoldó su imagen a la de la nueva buena vida de la España de los 60 y 70. Se casó con Espartaco Santoni primero y con Antonio Gades, después. Su fiesta fue larga e intensa, pero, como todas las grandes fiestas, terminó en una mezcla entre lo trágico y lo cómico. Cómo no perdonarlo.
Para los más jóvenes, para las que sólo recuerden a Marujita por su crepúsculo, lo mejor será ubicarla en compañía de Lola Flores y Carmen Sevilla. Las tres fueron las grandes estrellas de la copla de los años 50 y 60, las mujeres que llenaban el espacio y el sonido en toda España. Sus personalidades se explicaban por contraste. Lola Flores, la mayor de las tres, la jefa, era la auténtica, la racial. Carmen Sevilla, en cambio, era la guapa y dulce, la buena chica. A Marujita le tocaba el papel de la chica fresca, la pícara, la sexy.
O sea, las folclóricas. Su historia, a estas alturas, tiene interés sociológico, más que musical o artístico. Quien quiera escuchar coplas como el que escucha los tangos de Gardel, debería buscar en la generación anterior, en Concha Piquer mejor que en Marujita Díaz. Marujita era a la copla lo que el rebujito al jerez, la fórmula que le abrió las puertas al pop, a la ligereza, a la teatralización, a lo sexy... Y, por el camino, se convirtió en el retrato de un momento tremendo en la historia de España. Las folclóricas, el toro de Osborne, la paella, el 600, la tele, el sol, toda España como si fuera Andalucía o, mejor dicho, una réplica ripiosa de Andalucía...
En el caso de Marujita no había ni pizca de impostura en esa imagen. Nació en Triana y, al parecer, nació con la voz puesta. Con seis años ya estaba en los escenarios. Con 16, ya hacía películas. 'La cigarra', con Toni Leblanc, fue la primera. Hizo 36 a lo largo de su vida. No tendría mucho sentido hacer un juicio intelectual de aquellas películas populares/musicales/cómicas, mejor considerarlas como testimonio histórico. Como curiosidad: en 'Surcos', la gran película española de los 50, Marujita Díaz asomó la cabeza en un papel secundario. No es poco.
Como era pizpireta y guapa y tenía voz y un talento cómico innato, derivó hacia el teatro. Nada especialmente intelectual ni refinado, pero que también merece que se recuerde con ternura.
Llegaron los Beatles, los Brincos, los Bravos, y el gran momento de las folclóricas pasó. Marujita se adaptó bien a los nuevos tiempos, amoldó su imagen a la de la nueva buena vida de la España de los 60 y 70. Se casó con Espartaco Santoni primero y con Antonio Gades, después. Su fiesta fue larga e intensa, pero, como todas las grandes fiestas, terminó en una mezcla entre lo trágico y lo cómico. Cómo no perdonarlo.
http://www.elmundo.es/cultura/2015/06/23/5589343b268e3e9a068b4578.html
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