Un joven catequista de Cádiz, a la cárcel acusado de pederastia
El agresor contactaba con los menores como “profesor” y los llevaba a merendar y al fútbol
Tiene 25 años, es licenciado en Magisterio y daba clases de
catequesis en Chipiona, su pueblo natal. Además, formaba parte del coro
de la iglesia y organizaba actividades de ocio y tiempo libre para niños
en un par de colegios. Todas esas dedicaciones se convirtieron en vías
de acceso a nueve menores —como mínimo— que le han denunciado por abusos
sexuales, acoso y extorsiones. Un caso previo, ocurrido hace un año en
Badajoz, puso a la Guardia Civil de Jerez de la Frontera y de Chiclana
sobre la pista de este “depredador sexual”, al que la juez mandó ayer
finalmente a prisión.
“Hola, soy J. M., te acuerdas de mí, el profesor que te dio clases en...”, de este modo, con un mensaje de WhatsApp o mediante una red social, iniciaba sus relaciones con sus alumnos —de 12 y 13 años— el joven maestro de catequesis de Chipiona. Tocaba la guitarra en el coro de la iglesia, organizaba partidos de fútbol, se llevaba a los niños a merendar o les acompañaba a la playa junto a sus padres, cuentan fuentes cercanas a la investigación. “Nos parecía raro que prefiriese estar con niños tan pequeños en lugar de con gente de su edad, pero era tan bueno con ellos...”, ha declarado una de las madres tras descubrir y denunciar hace dos semanas los abusos y el acoso al que estaba siendo sometido su hijo de 13 años.
J. M. vivía con sus padres y con su hermana en una casa de Chipiona y tenía coche propio. Desde que le detuvieron en Badajoz hace un año por el caso de acoso a un menor por el que fue denunciado, había dejado de dar clases. Iba a un curso de fotografía por las mañanas y se dedicaba a husmear por Internet por las tardes, según fuentes de la investigación.
Él siempre dijo que no había cometido ningún delito “porque a partir de 13 años las relaciones sexuales consentidas no son delito”. Sus progenitores siempre defendieron que aquella acusación de la que estaba pendiente de juicio “era un error”, hasta que la semana pasada lo volvieron a detener por otros ocho casos similares —siempre con niños varones— en municipios colindantes con Chipiona, como Chiclana. Ayer ingresó en una prisión de El Puerto de Santa María por un delito de pederastia, corrupción de menores y coacciones.
Los abusos sexuales se remontan, al menos, a cinco años atrás. Siempre con el mismo proceder. Algunos de los niños ahora son adolescentes de 16 y 17 años, que se relacionaron con el pederasta durante meses y que se han atrevido a denunciar tras conocer otros casos. A todos les contactaba por el teléfono móvil o por una red social, les convencía para una cita en la que les planteaba cosas del tipo: “El que gane jugando a la PlayStation masturba al otro”. Y después les amenazaba con hacer públicos en las redes sociales los mensajes en los que sus víctimas reconocían los hechos —explícita o implícitamente— o con sacar a la luz fotos de ellos desnudos si no accedían a nuevos encuentros. En el caso del niño de 12 años no hubo contacto carnal, apuntan los investigadores. “Inicialmente no era tan depredador, ni acosaba tanto a los menores; cuando se resistían se retiraba. Pero con los años se fue volviendo más peligroso”, relatan fuentes de la investigación.
Al ser interrogado, J.M. reconoció que “últimamente” estaba en tratamiento psiquiátrico porque “no quería hacerse más daño a sí mismo”. La investigación sigue abierta y no se descartan nuevas denuncias.
“Hola, soy J. M., te acuerdas de mí, el profesor que te dio clases en...”, de este modo, con un mensaje de WhatsApp o mediante una red social, iniciaba sus relaciones con sus alumnos —de 12 y 13 años— el joven maestro de catequesis de Chipiona. Tocaba la guitarra en el coro de la iglesia, organizaba partidos de fútbol, se llevaba a los niños a merendar o les acompañaba a la playa junto a sus padres, cuentan fuentes cercanas a la investigación. “Nos parecía raro que prefiriese estar con niños tan pequeños en lugar de con gente de su edad, pero era tan bueno con ellos...”, ha declarado una de las madres tras descubrir y denunciar hace dos semanas los abusos y el acoso al que estaba siendo sometido su hijo de 13 años.
J. M. vivía con sus padres y con su hermana en una casa de Chipiona y tenía coche propio. Desde que le detuvieron en Badajoz hace un año por el caso de acoso a un menor por el que fue denunciado, había dejado de dar clases. Iba a un curso de fotografía por las mañanas y se dedicaba a husmear por Internet por las tardes, según fuentes de la investigación.
Él siempre dijo que no había cometido ningún delito “porque a partir de 13 años las relaciones sexuales consentidas no son delito”. Sus progenitores siempre defendieron que aquella acusación de la que estaba pendiente de juicio “era un error”, hasta que la semana pasada lo volvieron a detener por otros ocho casos similares —siempre con niños varones— en municipios colindantes con Chipiona, como Chiclana. Ayer ingresó en una prisión de El Puerto de Santa María por un delito de pederastia, corrupción de menores y coacciones.
Los abusos sexuales se remontan, al menos, a cinco años atrás. Siempre con el mismo proceder. Algunos de los niños ahora son adolescentes de 16 y 17 años, que se relacionaron con el pederasta durante meses y que se han atrevido a denunciar tras conocer otros casos. A todos les contactaba por el teléfono móvil o por una red social, les convencía para una cita en la que les planteaba cosas del tipo: “El que gane jugando a la PlayStation masturba al otro”. Y después les amenazaba con hacer públicos en las redes sociales los mensajes en los que sus víctimas reconocían los hechos —explícita o implícitamente— o con sacar a la luz fotos de ellos desnudos si no accedían a nuevos encuentros. En el caso del niño de 12 años no hubo contacto carnal, apuntan los investigadores. “Inicialmente no era tan depredador, ni acosaba tanto a los menores; cuando se resistían se retiraba. Pero con los años se fue volviendo más peligroso”, relatan fuentes de la investigación.
Al ser interrogado, J.M. reconoció que “últimamente” estaba en tratamiento psiquiátrico porque “no quería hacerse más daño a sí mismo”. La investigación sigue abierta y no se descartan nuevas denuncias.
http://politica.elpais.com/politica/2015/05/26/actualidad/1432623198_485097.html
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