PREMIOS GOYA 2015 Una alfombra rosa insípida
Sybilla vuelve a los Goya con Elena Anaya y Banderas anuncia que lanzará su propia marca
Toda la expectación que se genera en torno a quién recibirá los Premios Goya, ya sea esta poca o mucha, queda reducida a la mitad sobre la alfombra roja, o, en esta 29 edición, rosa.
Si es ingenuo esperar emoción de los atuendos de actores e invitados,
resulta razonable exigir al menos ambición. Un adjetivo que ayer ni
siquiera podía aplicarse a Penélope Cruz. La madrileña apareció con un palabra de honor negro de Oscar de la Renta.
El modisto fallecido en octubre vistió a la actriz en múltiples
ocasiones, desde la ceremonia de los Oscar de 2005 hasta la gala del MET
de 2011. Su elección fue pues, tan trillada en la forma, como
significativa en el fondo.
Bárbara Lennie, una de las mujeres más sofisticadas que transita por las pantallas españolas, apostó por un vestido blanco con hombros joya. Aunque la pieza de Cavalli Atelier suponía una elección un tanto desconcertante después del esmoquin negro de Dior que lució en la gala de los nominados, la actriz no parecía artificial ni envarada en su apretado estilismo. Algo que, desgraciadamente, no podían decir todas las invitadas. Entre tantas transparencias, cancanes y brillos, la elección de Lennie conseguía distinguirla de sus compañeras.
Blanca Suárez confesaba que iba “vestida de princesa” con un traje granate con incrustaciones del diseñador libanés Zuhair Murad. En la misma línea pero en una dirección diametralmente opuesta, Juana Acosta optó por un vestido que, teniendo todos los elementos para provocar un coma diabético al espectador —enormes estampados florales, cola y falda voluminosa— resultaba todo un acierto, firmado por Carolina Herrera. Una gran marca internacional no siempre es sinónimo de éxito y Aura Garrido, de Jean Paul Gaultier, es un buen ejemplo, siendo actriz y vestido, por separado, magníficos.
Elena Anaya, que suele aportar una pequeña dosis de riesgo, optó por un evocador vestido en color beige con capa y pronunciado escote de Sybilla, diseñadora fetiche de Pedro Almodóvar, que vuelve a las tijeras y la aguja tras unos años de silencio. Gracias a esta sinergia, la creadora, que acaba de recibir la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, regresa a las alfombras rojas de la mano de una de las actrices más admiradas, y la intérprete volverá a colocarse en las arbitrarias listas de mejor vestidas.
De alta costura iban Nieves Álvarez, con una pieza firmada por su amigo íntimo Stephane Rolland, y Ana Belén. Con su vestido azul Klein de Tot-Hom dio una lección de estilo a las nuevas generaciones.
La firma española Pedro del Hierro consiguió marcarse un importante tanto sobre esta pasarela con más de tres millones de espectadores que son los Goya: vestir al conductor de la gala y chico de oro de la taquilla española, Dani Rovira. Los invitados masculinos que, generalmente, dan entre poco y nada de juego, han dejado en esta edición una exclusiva y varias alegrías.
Banderas contó en directo que la de ayer sería la última ocasión en la que llevaría un esmoquin de Ermenegildo Zegna. Y no porque no se sintiese favorecido: porque piensa lanzar su propia firma. José Coronado, de Brooks Brother; Jon Kortajarena, de Dolce & Gabbana; y Andrés Velencoso, de Dior, conformaron el podio masculino.
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/02/07/actualidad/1423344986_048058.htmlBárbara Lennie, una de las mujeres más sofisticadas que transita por las pantallas españolas, apostó por un vestido blanco con hombros joya. Aunque la pieza de Cavalli Atelier suponía una elección un tanto desconcertante después del esmoquin negro de Dior que lució en la gala de los nominados, la actriz no parecía artificial ni envarada en su apretado estilismo. Algo que, desgraciadamente, no podían decir todas las invitadas. Entre tantas transparencias, cancanes y brillos, la elección de Lennie conseguía distinguirla de sus compañeras.
Blanca Suárez confesaba que iba “vestida de princesa” con un traje granate con incrustaciones del diseñador libanés Zuhair Murad. En la misma línea pero en una dirección diametralmente opuesta, Juana Acosta optó por un vestido que, teniendo todos los elementos para provocar un coma diabético al espectador —enormes estampados florales, cola y falda voluminosa— resultaba todo un acierto, firmado por Carolina Herrera. Una gran marca internacional no siempre es sinónimo de éxito y Aura Garrido, de Jean Paul Gaultier, es un buen ejemplo, siendo actriz y vestido, por separado, magníficos.
Elena Anaya, que suele aportar una pequeña dosis de riesgo, optó por un evocador vestido en color beige con capa y pronunciado escote de Sybilla, diseñadora fetiche de Pedro Almodóvar, que vuelve a las tijeras y la aguja tras unos años de silencio. Gracias a esta sinergia, la creadora, que acaba de recibir la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, regresa a las alfombras rojas de la mano de una de las actrices más admiradas, y la intérprete volverá a colocarse en las arbitrarias listas de mejor vestidas.
De alta costura iban Nieves Álvarez, con una pieza firmada por su amigo íntimo Stephane Rolland, y Ana Belén. Con su vestido azul Klein de Tot-Hom dio una lección de estilo a las nuevas generaciones.
La firma española Pedro del Hierro consiguió marcarse un importante tanto sobre esta pasarela con más de tres millones de espectadores que son los Goya: vestir al conductor de la gala y chico de oro de la taquilla española, Dani Rovira. Los invitados masculinos que, generalmente, dan entre poco y nada de juego, han dejado en esta edición una exclusiva y varias alegrías.
Banderas contó en directo que la de ayer sería la última ocasión en la que llevaría un esmoquin de Ermenegildo Zegna. Y no porque no se sintiese favorecido: porque piensa lanzar su propia firma. José Coronado, de Brooks Brother; Jon Kortajarena, de Dolce & Gabbana; y Andrés Velencoso, de Dior, conformaron el podio masculino.
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