SOCIEDAD
ABUSOS SEXUALES EN GRANADA 'Corrí la cortina de la ducha y allí estaba él'
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'E. R,' recuerda un episodio de 1986 en el que sufrió acoso por parte del padre Román
Tenía 15 años cuando en la vida de E. R. (nombre ficticio) entró el
padre Román. Del religioso recuerda que era una persona "con mucha
capacidad, persuasivo". Corría 1986 y el sacerdote tenía entonces 33
años: "Bromeábamos con la edad de Cristo". La historia de un grupo de
jóvenes que se veía en la parroquia del Corpus Christi, en el Zaidín,
populoso barrio granadino, acabó en acoso sexual.
E. R. recibe a ELMUNDO la pasada semana. En la parroquia, el cura "era uno más". Se veían para tomar café y se comentaban las vivencias y preocupaciones de los jóvenes estudiantes de la zona. Curiosamente, el cura aprovechaba la homilía del domingo para criticarles. "Si le había dicho que tenía algún suspenso, él soltaba en el sermón: 'Vienes y te quejas de que te suspenden. Lo que tienes que hacer es estudiar'. Y yo me sentía traicionado".
Fue un primer alejamiento pero no el definitivo. "Me mandaba mensajes, quería hablar conmigo", recuerda. Y así se vio un día llamando a la puerta de la nueva casa parroquial en la Bola de Oro: "Era una casa pequeña, me abre él la puerta y veo, por detrás, en el pasillo cuatro diáconos o lo que fueran completamente desnudos". De aquel momento salió como pudo: "Me quedé tan incómodo que sólo dije que ya volvería otro día. Y él, allí, con total normalidad".
Peor fue el día, meses más tarde, en que fue invitado a la casa del cura en la Carretera de la Sierra. "Venía yo de hacer deporte, estaba sudado. Él me dijo que me invitaba a unas tortillas y yo aproveché para ducharme. Cuando descorrí la cortina estaba en el baño y me hizo un gesto de venir a tocarme". Se zafó como pudo, "mientras el cura mantenía la frialdad". Algunos le han dicho que pudo ser una "malinterpretación", pero piensa: "¿Y qué hacía en el cuarto de baño?".
"Sentía pánico, pero compartimos la tortilla". A continuación, "salí de allí escaleras abajo". "En tal estado de nerviosismo que no acertaba a meter la llave de contacto en la moto".
No hay muchas más vivencias entre E. R. y el cura Román y su clan de los Romanes. Del sacerdote, años después, valora "cosas positivas" en un movimiento, los Focolares, donde tenían cabida los no católicos, cosa que molestaba, a juicio de E. R., en los ámbitos ultraconservadores de la Iglesia.
El sacerdote sí siguió manteniendo relación con la familia: "Casó a mi hermano". Pero la experiencia no debió resultar positiva para casi ninguno de aquellos chavales que se movían alrededor de la parroquia del Zaidín: "Todos fueron abandonando el grupo".
E. R. recibe a ELMUNDO la pasada semana. En la parroquia, el cura "era uno más". Se veían para tomar café y se comentaban las vivencias y preocupaciones de los jóvenes estudiantes de la zona. Curiosamente, el cura aprovechaba la homilía del domingo para criticarles. "Si le había dicho que tenía algún suspenso, él soltaba en el sermón: 'Vienes y te quejas de que te suspenden. Lo que tienes que hacer es estudiar'. Y yo me sentía traicionado".
Fue un primer alejamiento pero no el definitivo. "Me mandaba mensajes, quería hablar conmigo", recuerda. Y así se vio un día llamando a la puerta de la nueva casa parroquial en la Bola de Oro: "Era una casa pequeña, me abre él la puerta y veo, por detrás, en el pasillo cuatro diáconos o lo que fueran completamente desnudos". De aquel momento salió como pudo: "Me quedé tan incómodo que sólo dije que ya volvería otro día. Y él, allí, con total normalidad".
Peor fue el día, meses más tarde, en que fue invitado a la casa del cura en la Carretera de la Sierra. "Venía yo de hacer deporte, estaba sudado. Él me dijo que me invitaba a unas tortillas y yo aproveché para ducharme. Cuando descorrí la cortina estaba en el baño y me hizo un gesto de venir a tocarme". Se zafó como pudo, "mientras el cura mantenía la frialdad". Algunos le han dicho que pudo ser una "malinterpretación", pero piensa: "¿Y qué hacía en el cuarto de baño?".
"Sentía pánico, pero compartimos la tortilla". A continuación, "salí de allí escaleras abajo". "En tal estado de nerviosismo que no acertaba a meter la llave de contacto en la moto".
No hay muchas más vivencias entre E. R. y el cura Román y su clan de los Romanes. Del sacerdote, años después, valora "cosas positivas" en un movimiento, los Focolares, donde tenían cabida los no católicos, cosa que molestaba, a juicio de E. R., en los ámbitos ultraconservadores de la Iglesia.
El sacerdote sí siguió manteniendo relación con la familia: "Casó a mi hermano". Pero la experiencia no debió resultar positiva para casi ninguno de aquellos chavales que se movían alrededor de la parroquia del Zaidín: "Todos fueron abandonando el grupo".
http://www.elmundo.es/espana/2014/11/25/54738d5b22601d82598b4572.html?a=c36b8bca9ce6be526a6a5a5c05df7c53&t=1416900775
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