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domingo, 23 de junio de 2013

Salvo sorpresa, Italia se perfila como rival de la Roja en las semifinales del torneo tras darlo todo ante un anfitrión tacaño

Salvo sorpresa, Italia se perfila como rival de la Roja en las semifinales del torneo tras darlo todo ante un anfitrión tacaño
 
Salvo una carambola inopinada en la jornada de hoy en el grupo español, Brasil evitará al campeón del mundo en las semifinales de la Confederaciones, donde a la Roja ya le pide turno Italia. Una Italia rebajada por las sanciones y la enfermería que sucumbió con la vista al frente ante un adversario que gana más de lo que pone en juego. En enfrentamiento con demasiados nudos al inicio, más bien de cara sucia, el equipo anfitrión sacó provecho de un segundo tiempo con menos ataduras. Como en las jornadas precedentes, Brasil encontró la cuerda de Neymar, de nuevo goleador cuando más le necesitaban los suyos. Las 27 faltas brasileñas por las 18 italianas detallan el nuevo molde de esta Canarinha.
Hace tiempo que Brasil se destiñó, que perdió el rasgo diferenciador que le encumbró en el fútbol. Apenas hay migas de aquella selección que llegó a ser la apoteosis del juego. Hoy, hasta en Brasil está bajo sospecha la creatividad. En su buceo por la escuela europea, Scolari se convirtió en un lector de resultados y sus seleccionados han perdido la sonrisa, la naturalidad, aquella espontaneidad que les distinguía. A lo sumo, eso es cosa de Neymar, un parpadeo en este Brasil, que ya padeció ante los italianos lo que le espera de forma inminente en su carrera. No serán pocos los partidos cerrados y de mucha cera que tendrá que afrontar como azulgrana.

Italia, 2 - Brasil, 4

Desde aquel telegrama remitido por Mussolini —“vencer o morir”— antes del Mundial de 1938, en el que la triunfante Italia apeó a Brasil en la semifinal con un gol del legendario Meazza, son muchas las cicatrices en este clásico del fútbol. Encuentros incunables con la final del 70 con Pelé y Jairzinho por encima de Mazzola y Rivera, o el Sarriazo del 82, con Rossi sobrevolando a la generación de Sócrates y Zico. Y otros, más recientes, para el olvido, como el bodrio de la final del 94. Por desgracia, en el arranque, su reto de ayer tuvo connotaciones de este último. A este se pareció el primer tiempo de anoche en Salvador de Bahía, un tramo de cenizas, un recital de trabas y estacazos de unos y otros. Por fortuna, el partido se alborotó en las áreas tras el descanso y el do de pecho de los italianos fue encomiable hasta el último suspiro.
Prandelli quiere cambiar el formato a Italia, resetear su tradición. Se evidenció en la última Eurocopa y ha dejado alguna prueba en esta Confederaciones. Pero en su cesto no abunda el talento, máxime si el equipo pierde a Pirlo, baja por lesión, al igual que De Rossi, aunque este por sanción. Es difícil ver claudicar a Italia, por lo que se dispuso a afrontar el reto con un grupo de centuriones, la pierna fuerte y eso que llaman rigor táctico, que es un eufemismo cuando escasea la imaginación, el juego trenzado y atrevido. La respuesta local fue decepcionante. Un minuto, el primero, de explosividad, y luego al combate, al cuerpo a cuerpo. De palo en palo era previsible lo sucedido. Antes del descanso, dos bajas en la Azzurra (Montolivo y Abbate, zarandeado por Neymar) y una en la Canarinha (David Luiz). Del fútbol, ni palabra, con la pelota en el lodo y los futbolistas por el suelo. Al compás de corsarios como Luiz Gustavo y Hernanes, proclives a lo grueso más que a lo fino, a Brasil le cuesta un mundo hilvanar el juego. Solo Neymar, con el impulso de Alves y Marcelo, se salta el guion, porque de Óscar no hay señales y Hulk y Fred están para la brega. Un lance episódico cortó el letargo. Una falta, la número 21 del primer acto, lanzada por Neymar desde la izquierda fue cabeceada por Fred. Buffon pudo despejar, pero el balón cayó a Dante, que embocó. Fiesta total en Bahía, tierra natal del goleador y de Alves.
Brasil encontró la cuerda de Neymar, de nuevo goleador cuando más le necesitaban los suyos
No se desvaneció Italia, que tiene muchas vidas. Su fe resucitó el partido, que, sin orden ni control, se desató en las áreas. Al menos hubo emoción. Una pillería de Buffon y un lujo de Balotelli metieron a Italia en la contienda. El experto capitán sacó en largo sin demora, Candreva dio continuidad a la jugada con la cresta y un sublime taconazo de Balotelli, con la pelota en vuelo, dejó Giaccherini frente a Julio César. Un tanto que prendió de inmediato a Neymar. Superado hasta entonces por el laberíntico discurrir del juego, el azulgrana se ganó una falta el pie del área. Con un disparo seco y colocado, enhebró la pelota por el poste que debía custodiar Buffon. No ha habido partido en esta Copa en el que Neymar no haya acudido al rescate. Fred, a trompicones, hizo el tercero para los amarillos tras un preciso y largo servicio de Marcelo.
El Brasil que se ha vuelto tan metalúrgico resulta que tampoco le sirve para poner el candado al marcador. Con todo a favor, Scolari retiró a Neymar para ganar más cemento. De poco le sirvió. Italia se acercó en una confusa jugada en la que el uzbeko Irmatov se arrepintió de pitar un penalti a Balotelli y autorizó el gol de Chiellini. El silbato primero enrabietó al propio Chiellini y luego desesperó a los brasileños. Pese a la aparente inferioridad italiana, Brasil padeció desde entonces, se refugió sin rubor y Julio César tuvo tajo ante el encomiable esfuerzo de Italia, que expuso todo lo que tiene. La angustia terminó cuando de Marcelo fue protagonista. Se soltó a la contra y Fred, otra vez de socio, puso el 4-2. Punto y final a un encuentro áspero de inicio y desbocado después.

http://deportes.elpais.com/deportes/2013/06/22/actualidad/1371936241_673712.html

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