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lunes, 26 de septiembre de 2016

La NASA detecta géiseres en Europa, una luna de Júpiter

La NASA detecta géiseres en Europa, una luna de Júpiter


Había expectación en la comunidad científica ante una nueva convocatoria de la NASA. La agencia espacial de EEUU anunció la pasada semana que este lunes informaría de los últimos hallazgos realizados en Europa, la luna de Júpiter que se ha convertido en uno de los objetos del Sistema Solar con más posibilidades de albergar vida. Y según han relatado sus científicos hoy, ahora han podido ver lo que parecen ser plumas o masas de vapor de agua de hasta 200 kilómetros emergiendo de su superficie.
"Si estas plumas existen realmente, podrían suponer otra forma de tomar muestras de lo que hay bajo la superficie de Europa", ha declarado Geoff Yoder, uno de los responsables científicos de la NASA. Es decir, con estos géiseres podrían determinar sin necesidad de hacer perforaciones en la superficie de Europa si existe el gran océano subterráneo que creen que alberga.
Si se confirma la existencia de estas plumas, Europa sería la segunda luna del Sistema Solar que alberga plumas de vapor de agua. En 2005, la sonda Cassini las observó en Encélado, una luna de Saturno.
Como ya había adelantado la NASA en un comunicado, el descubrimiento anunciado este lunes se hizo a partir de imágenes tomadas por el telescopio espacial Hubble durante una campaña de observación. Según han detallado los investigadores liderados por William Sparks, astrónomo de la misión Hubble, calculan que esas plumas de vapor de agua alcanzaban los 200 kilómetros.
Para confirmar su existencia, han añadido los científicos, habrá que esperar a que en 2018 sea lanzado el telescopio espacial James Webb, el sucesor del Hubble.
Según recuerda la geóloga planetaria Olga Prieto Ballesteros, investigadora del Centro de Astrobiología (CAB/CSIC-INTA), "en 2013 se anunció que el Hubble había descubierto señales de actividad de géiseres en Europa. Es decir, había plumas y materiales eyectados desde el hemisferio sur. Sobre todo, se vio que había oxígeno y se interpretó como que esas plumas provenían del agua que hay en la corteza de Europa o del océano subterráneo", relata en conversación telefónica.
Son ya varias las pruebas -hasta ahora indirectas- que sugieren que este satélite, con un tamaño un poco más pequeño que nuestra luna pero con temperaturas gélidas que rondarían los -173ºC, alberga un gran océano subterráneo. "La corteza de Europa es hielo, es decir agua sólida, y por debajo del hielo se cree que hay un océano de agua líquida. El hielo flota sobre el agua porque la densidad es menor", explica la geóloga planetaria.
La detección de esas fumarolas de vapor de agua disparadas desde la superficie reforzó la hipótesis que barajan los astrofísicos sobre la existencia de ese enorme océano subterráneo cuyo volumen de agua, según las estimaciones realizadas, sería de entre dos y tres veces el que tiene la Tierra sumando todos sus océanos.
El objetivo inicial del equipo que ha presentado este lunes su nuevo estudio sobre las plumas de Europa, que será publicado en Astrophysical Journal, era averiguar más información sobre la delgada atmósfera de esta luna. "La atmósfera de un planeta fuera de nuestro sistema solar bloquea parte de la luz de la estrella que está detrás de él. Si Europa tiene una fina atmósfera, tendría el potencial de bloquear parte de la luz de Júpiter y podríamos verlo como una silueta", explica Sparks. Para hacer su estudio, a lo largo de 15 meses observaron a Europa durante su tránsito delante de Júpiter en diez ocasiones.
Los astrónomos han seguido observando la luna Europa para confirmar que hay actividad geológica e intentar determinar de dónde proceden esos géiseres o plumas. "Las capacidades únicas del Hubble nos permitieron captar estas plumas, demostrando una vez más las posibilidades de este telescopio para hacer observaciones para que las que no fue diseñado", destacó por su parte Paul Hertz, director de la división de Astrofísica de la NASA en Washington. "Estas observaciones abren un mundo de posibilidades y estamos impacientes por ver lo que harán futuras misiones, como la del James Webb para continuar con estos emocionantes descubrimientos".
La misión espacial Galileo fue la que aportó las primeras pistas sobre la actividad geológica y el potencial de habitabilidad de esta luna descubierta por Galileo Galilei en 1610 junto a otros tres satélites (Ío, Ganímedes y Calisto). Esta sonda de la NASA, que fue lanzada en 1989, aportó sobre todo evidencias geofísicas indirectas: "El océano que se cree que hay bajo la superficie de Europa en realidad no se ha visto, lo que se ha detectado es la señal geofísica que produce la presencia de ese océano. Parece que tiene electrolitos en su composición, es decir, agua con sal, y esos electrolitos producen una distorsión en el campo magnético de Júpiter", relata Olga Prieto.
Se trata, por tanto de una señal geofísica indirecta que sugiere que hay algo en movimiento en ese océano. Esta hipótesis, añade, cuadraría con lo que se ha visto en la superficie de Europa mediante las técnicas de espectroscopía: "Se han detectado sales asociadas a estructuras geológicas, que son como fracturas que parece que conectan la superficie de la luna con el océano. A través de esas fracturas podrían subir los materiales, como el agua salada a la superficie", explica.
En 2001, la sonda Cassini también tomó imágenes y datos de Europa durante su viaje a Saturno, mostrando que esta luna tiene una atmósfera muy tenue, incluso más delgada de lo que se pensaba. New Horizons hizo, asimismo, algunos retratos de Europa en su ruta hacia Plutón.
"La posible presencia de agua líquida y su actividad reciente hizo que los astrobiólogos empezaran a pensar en la posibilidad de que esta luna fuera potencialmente habitable, al menos en su océano interior, que podría reunir las condiciones para que se pueda desarrollar y mantener la vida", dice Prieto.
Y es que en la superficie de Europa -bautizada con el mismo nombre que la mitología griega dio a la madre del rey Minos de Creta y amante de Zeus- a las gélidas temperaturas se sumaría la práctica ausencia de atmósfera y, por tanto, la ausencia de filtro protector contra la radiación que hacen de esta luna un lugar adverso para la vida, ni siquiera para microorganismos: "Si hay un ambiente habitable en Europa está en el interior", señala.
Hay otro aspecto que hace de Europa uno de los mejores candidatos para albergar vida en el Sistema Solar: "Lo bueno que tienen Europa y Encélado en comparación con otras lunas es que el agua líquida de sus océanos subterráneos está en contacto con la capa de roca que habría por debajo de esa masa de agua. Serían silicatos como los de nuestra corteza terrestre, pero en Europa estarían en el interior. Y si hay interacción química entre el agua líquida y la roca, ésta puede proporcionar elementos que sirvan para la vida. Los esenciales son el carbono, el hidrógeno, el oxigeno, el azufre y el fósforo. Después, hay otros elementos, metales que son también necesarios para producir energía que pueda ser utilizada por los organismos. Y todos esos elementos pueden provenir de esa roca", relata la científica.

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