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sábado, 13 de octubre de 2012

El peligro de acabar como Jack Nicholson Es fácil que quien se permita engancharse a una manía acabe teniendo más.

El peligro de acabar como Jack Nicholson Es fácil que quien se permita engancharse a una manía acabe teniendo más.


Casi todos tenemos manías, conductas repetitivas que generalmente comienzan de una forma caprichosa y que nos hacen sentir bien, pero se pueden convertir en un problema cuando se repiten sin ser placenteras y enganchan y esclavizan a la persona hasta impedirle llevar su vida con normalidad.
 Manías como encender un interruptor por ejemplo tres veces seguidas; pulsar dos veces el dosificador del jabón; lavar las manos de forma repetida e interminable cada vez que se toca cualquier cosa o verificar una y otra vez, antes de salir a la calle, que el gas, la luz o que todas las puertas o ventanas de la casa están cerradas. Esto es, el decálogo perfecto de Jack Nicholson en 'Mejor Imposible'
 Y es fácil, según la psicóloga y experta en terapia familiar Paloma Carrasco, que quien se permita engancharse a una manía acabe teniendo más.
 "Por ejemplo una persona puede empezar a encender las luces siempre dos veces y después pasar también a darse dos veces las manos con jabón, y se puede decir 'no es por nada es porque el numero dos me gusta, me hace gracia'. Piensa eso, pero en el fondo está dejando entrever que tiene algo que quemar", explica Carrasco.
 La repetición de la conducta puede, de alguna forma, "engordar el pensamiento y esclavizar cada vez más al individuo".
 Son conductas que muchas personas comienzan a poner en práctica porque se sienten bien, pero que en algunos casos se convierten en verdaderos rituales que llegan a invadir y afectar al pensamiento, agotar al individuo y a los de alrededor, según ha advertido también el nuevo presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, Miguel Gutiérrez.
 ¿Cuándo nos debemos preocupar? "Cuando irrumpen una y otra vez en la actividad mental y en la vida de la persona de forma estereotipada, desagradable y se repiten sin tener utilidad alguna; cuando el paciente -añade Gutiérrez- toma conciencia de que lo que le pasa es absurdo, pero no lo puede evitar y ello es una fuente de angustia o de incapacidad".
 Te puede gustar comprobar la cerradura o que todas las puertas están cerradas antes de salir de casa, pero si un día no lo haces no tiene por qué pasar algo. Así se demuestra que no se tiene un problema, que es algo que te gusta hacer pero que no te engancha o esclaviza.
 Pero, tal y como precisa Carrasco, si tu te vas a la calle y ves que el pensamiento invade tu cabeza, que no te lo puedes quitar de encima y que te preguntas una y otra vez si te las habrás dejado abiertas "es que tienes un problema"
Las manías pueden ser un primer escalón a la obsesividad compulsiva, aunque los expertos hacen énfasis en que a pesar de ser "una complicación frecuente", no todas las personas que las tienen sufren un transtorno de este tipo.
Estas conductas, según Gutiérrez, son tratadas de múltiples maneras, con psicoterapia, terapia cognitivo-conductual, psicoeduación, soporte familiar y cobertura farmacológica.

Cómo luchar

Para luchar contra la adicción a las manías, hay que reconocer, en primer lugar, que se tiene una dependencia. "Hay que reconocer el problema -señala la psicóloga-, luego visualizar el objetivo, que es quitártelas de tu vida, y a partir de ahí ir exponiéndote a esas situaciones con métodos de relajación para compensar la ansiedad".
Pero lo más importante es consolidar la estabilidad y la seguridad con uno mismo para poder afrontar estas situaciones.
Los maniáticos, según el psiquiatra, son "personas muy inseguras personalmente, que se preocupan excesivamente por detalles, reglas, listas, orden, organización, horarios, etc."
Muy perfeccionistas, hasta el punto de interferir la actividad práctica, rectos, rígidos en exceso, algo pedantes, con dificultades para expresar emociones, obstinados con tendencia a que los demás se sometan a sus rutinas o manías y resistentes a que los demás hagan lo que consideren oportuno, según describe Gutiérrez.
Hay personas, además, de acuerdo con el experto, que están más predispuestas que otras a padecerlas y ello se debe en gran parte a "una vulnerabilidad biológica de tipo genético, pero también a factores socioeducativos".

http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/sociedad/peligro-acabar-jack-nicholson-20121013

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