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miércoles, 18 de abril de 2012

En la semana más negra de la crisis, el Jefe del Estado cazaba elefantes

En la semana más negra de la crisis, el Jefe del Estado cazaba elefantes
Ésta es la imagen del Rey que ha llegado obviamente a la ciudadanía. Y guste o no, es la verdad. Juan Carlos I se fue hace unos días de cacería a Botsuana, satisfaciendo así su pasión por la caza de elefantes. Tuvo, sin embargo, la desgracia de sufrir un accidente mientras se preparaba para el deporte cinegético a gran escala.
Todos los indicios, por fortuna, señalan que su recuperación está garantizada, aunque llueva sobre mojado y su edad, a priori, no sea la más adecuada para determinados ejercicios. Ha sido internado y está siendo atendido en un hospital de Madrid. El diagnóstico es positivo. De lo cual, por supuesto, nos congratulamos en ELPLURAL.COM.

Niveles inquietantes Pero la imagen pública del monarca ha vuelto a deteriorarse, rozando niveles más que inquietantes. Lo de la cacería ha sido conocido tras la acumulación de una serie de asuntos objetivamente reprochables, como, sobre todo, el que se centra en el affaire que afecta a Iñaki Urgandarín, yerno suyo y marido de la Infanta Cristina.

Froilán El reciente incidente sufrido por Froilán, el nieto mayor del Rey, con una escopeta de por medio, parece menor a primera vista, pero no lo es tanto. Proyecta otra dimensión muy negativa de la Casa Real, a través de la Infanta Elena y su exmarido, Jaime de Marichalar, padres de la criatura y, por consiguiente, responsables de su educación.

La sensatez de los príncipes de Asturias
 Tal como viven el Rey, la Reina y la Casa Real en su conjunto nada tiene que ver apenas con la vida cotidiana de la inmensa mayoría de los españoles. El prudente silencio y bajo perfil de los príncipes de Asturias –que marcan evidentes distancias que a nadie se le escapan- da la impresión de que sea casi la única excepción en la Monarquía con visos de sólida sensatez.
 ¿Ha perdido el norte doña Sofía? En todo caso, Felipe de Borbón, el príncipe heredero, puede acabar siendo el más perjudicado en este desagradable desmadre que envuelve a la Corona. La Reina Sofía, tenida por muchos como una clarividente profesional, parece que haya perdido, en cierto modo, el norte. ¿Qué ha hecho la Reina en Atenas teniendo hospitalizado en Madrid a su marido? Da la impresión de que ha acudido a celebrar la Pascua griega para olvidarse así, durante unos cuantos días, precisamente de su marido ¿Es una cuestión privada la vida afectiva del Rey? ¿O es también, según los analistas, una cuestión de Estado? El Rey es el Rey, pero además es el Jefe del Estado español.

Contra las cuerdas El Rey –cuya etapa constitucionalista fue decisiva en la transición, eficaz a la hora de evitar un golpe de Estado sangriento y necesaria para consolidar la democracia- es sin embargo, en la actualidad, el máximo responsable de estos annus horribilis, en formato español. No es exagerado predecir que la Monarquía está, más allá de otras consideraciones, contra las cuerdas. En 2006 su cacería fue la de un pobre oso emborrachado.
 Un escándalo Aquello supuso un escándalo cuando se conocieron los hechos en España, pero muchos políticos y periodistas miraron hacia otro lado. El séquito de hace seis años fue, al parecer, de 29 personas. ¿Cuánto costó entonces la matanza de un oso y cuánto ha costado la de varios elefantes? ¿Nos podría esclarecer Su Majestad cuánto le ha costado de su bolsillo sus andanzas cinegéticas? ¿Dónde han ocultado de nuevo, en Zarzuela, el compromiso del Rey con la transparencia?

Arrimen el hombro Mientras el Jefe del Estado se divertía pegando tiros a los elefantes en Botsuana, país cercano a Sudáfrica, España pasaba la semana más negra desde que estalló la crisis. La actitud del Rey, yéndose de vacaciones con fúsil de caza, no es propio de un estadista, sino de un demagogo instalado en la hipocresía. No vale hacer discursos pidiendo que todos arrimen el hombro.

El presidente de la República alemana
 Él no lo arrima. Una Monarquía constitucional parlamentaria no puede despilfarrar en cacerías, competiciones marítimas o una vida regalada y apenas fiscalizada, como debiera ser en un Estado democrático. Por mucho menos tuvo que dimitir hace poco el presidente de la República alemana. La República no es sinónimo de infierno, aunque en la derecha española hablar de la República sea una blasfemia.

La II Segunda República
 El viernes pasado, 14 de abril, se conmemoró el inicio de la II República y el fin de la Monarquía de Alfonso XIII. El comportamiento de Juan Carlos I, parte de su familia y algunos vividores, lo único que sirve es para  desacreditar a la Monarquía. Y, por tanto, dar paso a la República. El príncipe Felipe no tiene, de seguir las cosas así, su porvenir de Rey muy claro. Le aconsejamos que lea con cuidado las palabras de Cayo Lara, líder de Izquierda Unida. Y también las del secretario general del PSM, Tomás Gómez. No es hora de encogerse de hombros. La verdad es la verdad, dígalo Agamenon o su barquero.
http://www.elplural.com/2012/04/15/en-la-semana-mas-negra-de-la-crisis-el-jefe-del-estado-cazaba-elefantes-y-2/

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