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lunes, 23 de abril de 2012

Inmaculada y Ángel, las dos caras de la donación de médula

Inmaculada y Ángel, las dos caras de la donación de médula
MADRID.- Las células madre, esas de las que tanto se habla hoy en día, llevan años utilizándose (bien sea procedentes de la médula ósea o del cordón umbilical de los recién nacidos) para salvar la vida de pacientes con leucemia y otras enfermedades de la sangre. Pacientes como Ángel, de 24 años, que recibió un trasplante de cordón umbilical hace tres años. En esta Semana Europea de la Leucemia, él representa una cara de esta historia; la otra la pone Inmaculada, 44 años, que hace poco donó células de su médula para un niño austriaco que lo necesitaba.
 Imma y Ángel no se conocen, pero sus vidas transcurren en paralelo gracias a algunas curiosas coincidencias. Ambos son interioristas de profesión. Ella, barcelonesa, acaba de enviar sus células para un niño de dos años que vive en Austria. A Ángel, navarro, las células que pueblan su médula ósea se las donó la familia de una recién nacida en Barcelona que depositó su cordón umbilical en un banco público.
 Ángel no había oído hablar de la leucemia más que cualquier otro chico de su edad cuando recibió la noticia, "me sonaba a un cáncer de la sangre". Un desmayo inesperado, una madre que insistió en llevarle al médico, unos análisis alterados y una mala noticia que ha transformado su vida durante los últimos tres años.
 "El día del disgusto", como él lo llama, fue el 31 de mayo de 2006. Lo que habían atribuido al típico estrés de fin de curso pronto tuvo nombre y apellidos: leucemia linfoblástica aguda de células T; una enfermedad que hacía que su médula produjese demasiados glóbulos blancos inmaduros (linfoblastos).
 La mayoría de donantes nunca llega a ejercer
Imma también habla en torno a fechas clave; 8 de junio de 2009. Ése fue el día que le sacaron sangre definitivamente para enviarla hasta Austria. "Yo me hice donante hace seis o siete años, después de ver un programa en la televisión", explica. Entonces, el trámite se limitó a unos análisis de sangre para hacer el tipaje de sus células (algo así como el DNI celular que permitirá comprobar si coinciden con el de un receptor). Le dijeron que lo más probable era que nunca apareciese un receptor compatible con ella, que las posibilidades son muy escasas entre personas no emparentadas. De hecho, se calcula que sólo uno de cada 5.000 donantes españoles llega finalmente a ejercer.

Sin embargo, hace poco sonó el teléfono. Su sorpresa fue casi tan grande como su ilusión. "Te sientes útil, y piensas que muchos donantes nunca llegan a tener la ocasión de donar". En su caso, hubo que volver a repetir los análisis y hacerle un chequeo médico para asegurarse de que todo podía seguir adelante. Aunque también le dieron la oportunidad de echarse para atrás. "Es posible que en ese tiempo tus circunstancias hayan cambiado, o no te veas con ánimo... Se respeta muchísimo tu libertad, pero yo no tenía nada que pensar".
Como Ángel, el niño austriaco tenía leucemia. En el caso de este paciente navarro, su organismo no reaccionó a la quimioterapia como los médicos esperaban; "los blastos [células sanguíneas inmaduras] seguían por las nubes", y a pesar de los duros ciclos a los que se sometió en Pamplona pronto le dijeron que sería necesario un trasplante de médula porque existía mucho riesgo de recaída.
Sin familiares compatibles"Mis hermanas no eran compatibles conmigo y tampoco localizaron un donante en los bancos públicos de médula ósea, que buscan en los registros españoles e internacionales gracias a la Fundación Josep Carreras", relata. "Al principio piensas: 'ya saldrá'. Pero se acabó la 'quimio', que había durado en total un año y medio, y yo seguía sin donante".
 Ángel recuerda lo "angustioso" de esta situación. "Mucha gente en mi pueblo y en los alrededores, muchos amigos se hicieron las pruebas", pero tampoco dio resultado. Se calcula que, como él, tres de cada cuatro pacientes carece de donantes compatibles entre sus familiares más cercanos
Aconsejado por sus médicos se trasladó a Barcelona a la espera de que apareciese alguien para reemplazar su maltrecha médula ósea con nuevas células sanas. Estando allí, alojado en un piso de la Fundación José Carreras, llegó la noticia. "No recuerdo cómo fue, pero me dijeron que era sangre de cordón umbilical de una niña que había nacido en el Hospital Vall d'Hebron", explica.

En el caso de Imma, las células madre se obtuvieron de la llamada sangre periférica, sin necesidad de pincharle en el hueso. "Tuve que estar cinco días antes tomando una medicación para que tu cuerpo genere nuevas células madre. Es muy sencillo, son unas inyecciones parecidas a las que usan los diabéticos que te puedes poner tú mismo en casa. Sólo te dejan una sensación como de gripazo". El presidente de la Red Española de Donantes de Médula Ósea (REDMO), el hematólogo Enric Carreras, reconoce que el 80% de las donaciones se realiza así en la actualidad, y sólo en un 20% de los casos es necesario pinchar la pelvis ("ojo, no la columna") en un quirófano mediante un procedimiento "sencillo que se puede hacer con anestesia general o epidural".
El día de la extracción tuvo que pasar cuatro horas tumbada en una camilla, con una vía en un brazo por la que salía su sangre y otra en el contrario por dónde volvía a entrar una vez filtradas las células madre en una pequeña máquina. "Es incómodo sólo por la postura", recuerda, "pero me acompañó mi familia y al día siguiente pude ir otra vez a trabajar".
Sólo unas horas para salvar una vida
 
Tal vez porque gestos altruistas como éste le han salvado la vida, Ángel no duda en calificar de "egoísta" a quienes optan por almacenar el cordón umbilical de sus hijos en bancos privados. "Son una estafa", señala sin cortarse, "aunque yo hubiese tenido mi cordón congelado no me habría servido porque son tus propios genes y podrían estar enfermos".
Para el resto, Imma también tiene un mensaje: "Son sólo unas horitas en la camilla...". Aunque reconoce que se siente algo abrumada cuando alaban su gesto: "Al contrario, yo me siento muy agradecida por haber podido ser útil; todavía recuerdo que me emocioné y se me puso la carne de gallina cuando me enteré de que era para un nene de dos años. Yo no llevo un cartel colgado al cuello que diga 'soy donante', pero cuando la gente se entera sí me pregunta y me pide más información".
Según la Red Española de Donantes de Médula Ósea, en España hay 68.000 donantes tipificados, a los que hay que sumar las 30.000 unidades de sangre de cordón almacenadas a la espera de que algún paciente las necesite; aunque gracias al carácter internacional de este sistema público, el REDMO tiene capacidad para acceder a los 12 millones de donantes voluntarios que hay en todo el mundo y a las más de 250.000 unidades de sangre de cordón umbilical disponibles en los países que participan de este sistema. "La tasa española es un desastre", asegura sin paliativos el doctor Carreras. "Aquí tenemos una proporción de 1,6 donantes por cada 1.000 habitantes, frente a los 40 que tiene Alemania". No es extraño que gran parte de los pacientes españoles que necesiten una donación de médula reciban las células de un donante extranjero, buena parte de ellos de un germano.
Aún es pronto para saber cómo sigue el pequeño austriaco, pero Immaculada podrá seguir su evolución (aunque no su identidad) gracias a la labor de la Fundación. "Siento una pequeña conexión con él", confiesa. "Sólo es un análisis de sangre, pero le puedes salvar la vida a un desconocido", resume Ángel.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2009/06/23/oncologia/1245780679.html

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