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sábado, 9 de mayo de 2015

Llegan a España las operaciones de cerebro sin tener que abrir el cráneo


llegan a España las operaciones de cerebro sin tener que abrir el cráneo


Una clínica barcelonesa logra operar con éxito a tres pacientes aquejados de temblores incapacitantes con ultrasonidos y sin recurrir a la cirugía

«Al último paciente lo operamos ayer y hoy ya está en casa. Como mucho, podría tener problemas de equilibrio durante unas semanas». Lo explicaba este jueves a ABC el neurocirujano Jordi Rumià, que en los dos últimos meses ha dirigido en la barcelonesa clínica Resofus Alomar unas operaciones pioneras en nuestro país. Unas intervenciones –hasta ahora probadas en Estados Unidos, Japón y Suiza– que abren las puertas a tratar varias patologías cerebrales y trastornos mentales sin tener que abrir el cráneo. Sin cirugía. Mediante ultrasonidos de alta intensidad focalizados que se aplican guiados por una resonancia magnética. Con un equipo llamado 3 Teslas.
Según explica el doctor Rumià, que también trabaja en los hospitales Clínic y San Juan de Dios de Barcelona, esta nueva técnica basada en ultrasonidos significa «un salto conceptual» en el abordaje de problemas cerebrales. En fase aún experimental, se está probando su eficacia en patologías como el párkinson o el alzhéimer, en trastornos como el Obsesivo Compulsivo (TOC) o la epilepsia, en problemas vasculares o de dolores neuropáticos. Y hasta podría emplearse para eliminar tumores cerebrales.
Fabiola contenta al final de la prueba
Por lo pronto, señala el neurocirujano, el tratamiento ya está homologado para el tratamiento de los temblores «esenciales», aquellos de los que se desconoce su causa y que no están asociados a otros síntomas, como ocurre en el párkinson. Los tres pacientes tratados en la clínica barcelonesa desde el pasado marzo –dos hombres y una mujer– sufrían de estos temblores, que les incapacitaban para una vida normal.
Es el caso de Fabiola, una de las intervenidas. Enfermera de profesión, sufría temblores en manos y brazos desde los 25 años, hasta el punto de quedar totalmente incapacitada. No podía escribir o dibujar sin hacer garabatos o borrones; y no superaba unas de las pruebas tipo: beber de un vaso o verter agua de un vaso a otro a pulso. Tras dos horas y media de intervención a través del equipo 3 Teslas, dejó de temblar. «Cuando escriba y vea que lo hago bien, creeré que me habeís hecho algo», les dijo Fabiola al equipo médico, recuerda el doctor Rumià. Y así fue.
A Fabiola se la sometió a una talamotomía, la inactivación de las células del tálamo que provocaban los temblores. En su caso, y como ocurre en entre un tercio y la mitad de los pacientes aquejados de temblores, el tratamiento con fármacos no resultaba. Eso la condenaba a optar por unos tratamientos con cirugía más o menos invasiva que implican profanar la piel o el cráneo mediante una trepanación. Como introducirle un electrodo en el cráneo para llegar a las células del tálamo afectadas e inactivarlas mediante radiofrecuencia. O una cirugía aún más agresiva, la estimulación profunda, que consiste en introducir en el cerebro unos electrodos que, conectados a un dispositivo neuroestimulador, emiten impulsos eléctricos «que frenan las células afectadas», detalla Rumià.
«Estas técnicas funcionan, pero como toda cirugía, conllevan más riesgos: infecciones, hemorragias, etc.», señala. Otra opción era la talamotomía con radiación, aunque en algún caso también implica cirugía. «Además, los efectos de las radiaciones no se ven enseguida», explica.

Control en tiempo real

Con los ultrasonidos, guiados por la resonancia magnética, los doctores localizan, acotan e inactivan las células del tálamo que provocan los temblores y, en tiempo real, ven los efectos sobre el paciente, que no está anestesiado. Ello permite, además, graduar progresivamente la intensidad de los ultrasonidos hasta comprobar su efecto, una precisión de la que se carece cuando se opta por las radiaciones. Mientras Fabiola recibía los ultrasonidos, iba completando un test: reseguir el dibujo de una espiral sin salirse de la línea, dibujar líneas rectas, mover los brazos... Al concluir la intervención, se le pidió que levantara un brazo y lo hizo sin temblar. Un gesto de victoria. Y luego escribió sin problemas.
La probabilidad de recaída existe, admite Rumià. Podría ocurrir que las células inactivas volvieran a activarse. «Es poco probable, aunque para eso hacemos seguimientos. En todo caso, si ocurriera podría volverse a repetir la intervención», matiza.
 
 
 http://sevilla.abc.es/salud/noticias/20150416/abci-resonanancia-tesla-barcelona-201504161315.html

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