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domingo, 20 de noviembre de 2011

No estoy gordo, tengo ansiedad

No estoy gordo, tengo ansiedadNo estoy gordo, tengo ansiedad

Comer compulsivamente, todo lo que haya en la mesa, a todas horas. No poder salir de casa sin cerciorarse de que, allá donde va, habrá posibilidad de comer. El ansia relacionada con la alimentación es un trastorno que sufre gran parte de la población, pero tan difícil de detectar (puede confundirse con gula, gran apetito o con el mero placer de comer) que no está oficialmente contabilizado.
Según explica Domènec Luengo, autor de 50 preguntas y respuestas para combatir la ansiedad a El Confidencial, existen tres justificaciones genéricas que quienes abusan de la comida se autoadjudican, consciente o inconscientemente, para validar su actitud.
La primera de ellas es causada por una gran tensión y presenta la comida “como válvula de escape frente a situaciones externas que oprimen”. Puede ser un alto volumen de trabajo o quizá una temporada especialmente difícil en lo personal lo que empuje a alguien a volcarse en la comida como la única salida al conflicto. Así, la comida actúa como una suerte de “defensa ante supuestas amenazas vitales, como si de un objeto reductor se tratara”.
Otras personas, sin embargo, se atiborran por motivos supersticiosos ya que entiende que comiendo, más allá de nutrirse, “añaden vida al cuerpo”. “Esta forma de ansia es frecuente en personas que han padecido periodos de austeridad, consideran que se están protegiendo cuando comen”, explica Luengo.
Por último, la tercera justificación que encuentran muchas personas, sobre todo niños y adolescentes para comer en exceso es la de la autosatisfacción entendida como venganza. “Se da cuando hay una negación de cosas externas, como si una madre le niega un juguete a un niño, éste se irá a la cocina y se comerá el chocolate”, ejemplifica el psicoterapeuta, especialista en trastornos de ansiedad. “Es una forma de rebeldía que se aplica cuando recibimos órdenes que no nos gustan”, continúa.
Para muchos de los que sufren el ansia de la comida (más frecuente en mujeres que en hombres) la cercanía o la presencia de alimentos se convierte en una verdadera preocupación cotidiana. “Es una actitud neurótica como la que sufren quienes no pueden salir de casa sin su móvil o sin sus pastillas tranquilizantes”, explica Luengo, “pero es más una superstición que una necesidad real de alimentarse continuamente”.
Por eso, precisamente, hablamos de ansia y no ansiedad. Si nos refiriéramos al segundo de los términos estaríamos hablando de personas que realmente creen que si salen de casa sin comida pueden sufrir un bajón de azúcar y enfermar o, que pueden morir de inanición. Pero el ansia es  más bien un deseo poderoso, una compulsión difícilmente controlable, aunque alejada del miedo que puede provocar la ansiedad.

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