Médicos de Vall d'Hebron operan con éxito en el útero a un feto de 23 semanas
Pavel Bota se quedó cuatro horas ante la puerta de un quirófano del hospital Vall d'Hebron esperando a que saliera algún médico o alguna enfermera y le dijera cómo había ido todo. Dentro estaban su mujer embarazada de seis meses y su hija, a quien aún nunca había visto excepto en las borrosas imágenes de las ecografías.
No les resultó fácil aceptar la operación. Unos días antes les habían dicho que su hija tenía espina bífida, una grave malformación de la columna vertebral y la médula espinal. Les dijeron que podían interrumpir el embarazo. O bien podían tener la niña y operarla después de nacer, aunque le quedarían secuelas para toda la vida, que probablemente incluirían parálisis de las piernas, falta de control de esfínteres y daños cerebrales. Y les ofrecieron una tercera opción: podían operar a la niña en el útero a la semana siguiente, antes de que la médula espinal sufriera más daños y le quedaran más secuelas.
Era una intervención que los médicos de Vall d’Hebron aún nunca habían hecho, no había garantías de éxito. Pero se habían estado preparando durante siete años, la habían ensayado en ovejas y, si salía bien, la niña podría llegar a ser una persona autónoma.
“Me he quedado un poco sorprendido, operar dentro de la panxa, ¿cómo puede ser?”, explicó ayer Pavel Bota, con su castellano de rumano residente en Solsona. “Ha pasado un tiempo, una semana, para decidirme. Pero como deseaba niña, dije arriesgamos. Niña tiene que salir como sea. Si estás deseando una vida, tienes que luchar por ella”.
La pequeña Esther Bota se convirtió así en marzo en el primer feto con espina bífida operado con una nueva técnica quirúrgica desarrollada por el programa de cirugía fetal del hospital Vall d’Hebron. La cirugía prenatal de la espina bífida se introdujo en 1997 en Estados Unidos y la experiencia acumulada desde entonces ha demostrado que los niños operados antes de nacer suelen tener menos secuelas que los operados después de nacer. Sin embargo, la recuperación nunca es total, ya que el tubo neural se forma en la cuarta semana de gestación y la médula espinal acumula daños hasta la intervención quirúrgica alrededor de la semana 24. Y la cirugía conlleva riesgos tanto para el feto como para la madre.
Para minimizar los riesgos para el feto, el equipo de Vall d’Hebron ha creado un parche para tapar la médula espinal, de modo que deje de estar expuesta al líquido amniótico y no sufra más daños a medida que avanza la gestación. Hasta ahora, en este tipo de intervenciones la médula se recubría con piel y músculo del propio feto. El parche está diseñado como una piel sintética provisional y “permite que la piel crezca por encima y sustituya al parche”, explicó ayer en rueda de prensa César García Fontecha, director de investigación en espina bífida de Vall d’Hebron.
Cuatro horas más tarde, cuando por fin salió alguien del quirófano, todo había ido bien. La médula espinal de la niña estaba sellada y la madre se estaba recuperando de la intervención. Esther nació por cesárea nueve semanas más tarde, el 22 de mayo, en la semana 32 de gestación.
Ahora, con cinco meses y medio, “mueve las rodillas y es previsible que pueda caminar sin ningún tipo de ayuda”, informó Ampar Cuxart, coordinadora de la unidad de espina bífida del hospital Vall d’Hebron. Pero sigue necesitando una sonda para drenar el exceso de líquido que tiene en el cerebro. Y los médicos aún no saben si llegará a tener un correcto control de esfínteres cuando crezca.
“No es una enfermedad muy frecuente, pero es muy devastadora”, recordó ayer Ampar Cuxart. “La cirugía fetal supone un cambio importante para tratar este tipo de malformación porque permite evitar secuelas”.
Esther cada día come mejor, explicó ayer su padre. Con sus sesiones diarias de rehabilitación en Solsona, “vamos avanzando y vamos bien. La vida es una lucha, pero vamos ganando”.
http://www.lavanguardia.com/salud/20111102/54236714018/el-hospital-vall-d-hebron-opera-con-exito-la-espina-bifida-de-un-feto-con-un-parche-sintetico.html
Era una intervención que los médicos de Vall d’Hebron aún nunca habían hecho, no había garantías de éxito. Pero se habían estado preparando durante siete años, la habían ensayado en ovejas y, si salía bien, la niña podría llegar a ser una persona autónoma.
“Me he quedado un poco sorprendido, operar dentro de la panxa, ¿cómo puede ser?”, explicó ayer Pavel Bota, con su castellano de rumano residente en Solsona. “Ha pasado un tiempo, una semana, para decidirme. Pero como deseaba niña, dije arriesgamos. Niña tiene que salir como sea. Si estás deseando una vida, tienes que luchar por ella”.
La pequeña Esther Bota se convirtió así en marzo en el primer feto con espina bífida operado con una nueva técnica quirúrgica desarrollada por el programa de cirugía fetal del hospital Vall d’Hebron. La cirugía prenatal de la espina bífida se introdujo en 1997 en Estados Unidos y la experiencia acumulada desde entonces ha demostrado que los niños operados antes de nacer suelen tener menos secuelas que los operados después de nacer. Sin embargo, la recuperación nunca es total, ya que el tubo neural se forma en la cuarta semana de gestación y la médula espinal acumula daños hasta la intervención quirúrgica alrededor de la semana 24. Y la cirugía conlleva riesgos tanto para el feto como para la madre.
Para minimizar los riesgos para el feto, el equipo de Vall d’Hebron ha creado un parche para tapar la médula espinal, de modo que deje de estar expuesta al líquido amniótico y no sufra más daños a medida que avanza la gestación. Hasta ahora, en este tipo de intervenciones la médula se recubría con piel y músculo del propio feto. El parche está diseñado como una piel sintética provisional y “permite que la piel crezca por encima y sustituya al parche”, explicó ayer en rueda de prensa César García Fontecha, director de investigación en espina bífida de Vall d’Hebron.
Cuatro horas más tarde, cuando por fin salió alguien del quirófano, todo había ido bien. La médula espinal de la niña estaba sellada y la madre se estaba recuperando de la intervención. Esther nació por cesárea nueve semanas más tarde, el 22 de mayo, en la semana 32 de gestación.
Ahora, con cinco meses y medio, “mueve las rodillas y es previsible que pueda caminar sin ningún tipo de ayuda”, informó Ampar Cuxart, coordinadora de la unidad de espina bífida del hospital Vall d’Hebron. Pero sigue necesitando una sonda para drenar el exceso de líquido que tiene en el cerebro. Y los médicos aún no saben si llegará a tener un correcto control de esfínteres cuando crezca.
“No es una enfermedad muy frecuente, pero es muy devastadora”, recordó ayer Ampar Cuxart. “La cirugía fetal supone un cambio importante para tratar este tipo de malformación porque permite evitar secuelas”.
Esther cada día come mejor, explicó ayer su padre. Con sus sesiones diarias de rehabilitación en Solsona, “vamos avanzando y vamos bien. La vida es una lucha, pero vamos ganando”.
http://www.lavanguardia.com/salud/20111102/54236714018/el-hospital-vall-d-hebron-opera-con-exito-la-espina-bifida-de-un-feto-con-un-parche-sintetico.html
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